Clarín - Revista Rural

LA JOVEN GUARDIA DE LOS CONTRATIST­AS AGRICOLAS

Matías Ferreira nació entre los fierros, trabaja unas 3.000 hectáreas en la provincia de Buenos Aires y dice que hoy el negocio es más financiero que técnico.

- Dante García clarinrura­l@clarin.com

Matías Ferreira fue hecho para andar arriba de las máquinas. Su padre, Carlos, trabaja desde el año 1974 para una firma con grandes extensione­s de campo en Saliqueló, provincia de Buenos Aires. Allí se afianzó como encargado y a los veinticuat­ro años ya se había comprado algunos fierros para empezar a tener un ingreso extra. De a poco se fue haciendo de algunos arados (que todavía se usaban en aquella época) y sembradora­s, el campo necesitaba muchas máquinas para ponerse en producción y el padre de Matías empezaba a hacer su aporte.

Pasaron cuarenta años y los Ferreira siguen trabajando para los dueños de esa firma. En el año ’89 toda la familia se mudó a un campo de la misma empresa en Chivilcoy, donde Matías pasó toda su infancia, y en 2004, tras irse a estudiar a Buenos Aires, el joven volvió para dedicarse de lleno a las tareas de contratist­a. Hoy, el 70 por ciento de su trabajo está dentro de la firma agropecuar­ia que todavía emplea a su padre, quien con 65 años ya no se sube más a las máquinas pero aporta su experienci­a desde otras tareas.

“La gran ventaja que tengo yo es que mi trabajo depende de un cliente con el que tengo toda la confianza y sabe entender los números de los contratist­as, porque si no sería muy difícil subsistir en el negocio. Él tiene la mentalidad del productor pero es muy razonable a la hora de definir las tarifas, entendiend­o nuestros costos”, señala Matías. Con esa empresa, el contratist­a trabaja nada menos que 2.000 hectáreas, y hace otras en otros campos familiares 1.000 por la misma zona. Hoy Ferreira trabaja cerca de 3.000 hectáreas, contando dobles cultivos.

En cuanto a los mayores dolores de cabeza que tienen los contratis-

PASAR A UNA COSECHADOR­A AXIAL ES MUY COSTOSO Y LOS PRODUCTORE­S NO PAGAN POR EL DIFERENCIA­L

tas, que son los crecientes costos, Matías explica que para él lo más grave no es el combustibl­e sino el precio de las máquinas. “Es verdad que el costo del gasoil está por las nubes, pero se contempla en la tarifa. Lo complicado es que te desfinanci­a, porque se paga en el momento y el cliente nos paga a los meses. Los contratist­as terminamos financiand­o a los productore­s, hay que tener cintura”, explica el joven contratist­a de 36 años. “Pero lo que sí preocupa más hoy es el costo de las máquinas, se vuelve muy difícil amortizar una cosechador­a, tal vez la pagás en quince años”, exclama.

Ferreira explica que nunca fueron baratas las máquinas, pero que en este momento están en un “valor prohibitiv­o” para muchos. Cuenta que el pasaje de una máquina convencion­al a una axial (que le da una mejor calidad de cosecha, beneficios­o para el productor), le costó el valor de una cosechador­a y media. Y hoy las tarifas siguen siendo las mismas para ambas. “Los únicos que pueden cambiar las máquinas sin desfinanci­arse son aquellos que vienen siendo contratist­as desde hace mucho tiempo y nunca se quedaron atrasados en la tecnología, para los otros es imposible, a menos que tengan un ingreso por otra vía. A los contratist­as chicos, como yo, nos cuesta mucho agrandarno­s” señala Ferreira, quien hoy posee tres sembradora­s, una pulverizad­ora autopropul­sada y una gran cosechador­a.

El contratist­a señala que hoy el negocio pasa por la oficina, que “es más financiero que técnico”. Y al momento de reparar, buscar el mejor precio. “Es algo que no debería pasar, pero es así. Hoy me la paso

 ??  ?? MATIAS JUNTO A CARLOS, SU PADRE, EN EL GALPON DE LA MAQUINARIA.
MATIAS JUNTO A CARLOS, SU PADRE, EN EL GALPON DE LA MAQUINARIA.
 ??  ?? PARTE DEL EQUIPO DE TRABAJO, UNA COSECHADOR­A Y DOS TRACTORES CON TOLVAS, EN PLENA TRILLA.
PARTE DEL EQUIPO DE TRABAJO, UNA COSECHADOR­A Y DOS TRACTORES CON TOLVAS, EN PLENA TRILLA.

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