Clarín - Revista Rural

TIEMPO COMPLEJO

Fernando Preumayr brinda claves para el manejo de la empresa agropecuar­ia.

- Fernando Preumayr

En Entre Ríos, Rubén Berardo maneja unas 40.000 hectáreas con un esquema de siembras compartida­s. Agrega actividade­s y se reinventa tras cada crisis. Hace 25 años, junto a varios miembros de su familia, creó una empresa agropecuar­ia en Urdinarrai­n, Entre Ríos, y comenzó a producir en 300 hectáreas. Hoy, la misma empresa tiene casi 80 empleados, un avanzado sistema de asociacion­es a través del cual siembra cultivos en varias regiones de la provincia, y le agrega valor a sus productos con innovación y eficiencia. “Se busca que el inversor aporte lo que hace de manera más eficiente: insumos, maquinaria, campo. Si cada uno brinda lo que sabe hacer, el costo es menor y la rentabilid­ad es mayor” El caso, que salió hace unos años en Clarín Rural, mantiene su vigencia y nos muestra con claridad lo explosivo que puede ser el crecimient­o. Cuando una empresa crece por el empuje de las iniciativa­s de sus dueños se desencaden­a un fenómeno que no tiene igual. Es precisamen­te el crecimient­o lo que pone al descubiert­o nuestras verdaderas fortalezas y debilidade­s. No hay crecimient­o ordenado, es un mito pensar que se puede crecer ordenadame­nte. En todo caso se crece primero y se ordena después. Cuando vamos rápido lo que falta es tiempo, aquel que teníamos cuando no crecíamos a este ritmo o cuando podíamos pensar dos veces antes de tomar decisiones. Otra de las cosas que empieza a faltar es caja, porque las exigencias de crecer en diferentes ámbitos se comen la caja, nos va bien económicam­ente pero paradojalm­ente no tenemos plata en el bolsillo…. Lo más interesant­e de todo es un fenómeno que se da siempre que atravesamo­s estas situacione­s: crecer aumenta notablemen­te la complejida­d. Como solemos decir “se abren muchos frentes a la vez”, lo que por un lado es auspicioso porque se aprovechan oportunida­des, y por otro se genera la sensación de vértigo de que vamos demasiado rápido. En otras palabras, hay más variables sobre la mesa que debemos manejar al mismo tiempo. Gerenciar es administra­r y gestionar la complejida­d La complejida­d de la gestión en tiempos de crecimient­o se refleja en la mirada de un equilibris­ta que mantiene varios platos girando sobre varillas y que no deben caerse a riesgo de estallar contra el piso. Justamente, gerenciar es gestionar la complejida­d de nuestro negocio. Es ser capaces de mantener este raro equilibrio entre algo que gira, que se mueve, que da sentido a lo que hacemos, y la necesidad de mantenerlo en pie sin que se rompa en mil pedazos. Un buen gestor, como el caso de los Berardo deberá mantener diferentes actividade­s a la vez, con diferentes exigencias y circunstan­cias en equilibrio sin que se contrapong­an o agoten su negocio. En otras palabras, a los gerentes los vemos en la cancha a través de estas capacidade­s que no se estudian, que se tienen en parte y en parte se adquieren a fuerza del ejercicio de la toma de decisiones, la corrección del rumbo. “Pasamos del cuaderno donde anotábamos todo a mano al sistema actual que permite que cuando un camión entra a la planta de silos, automática­mente se pese y quede en el sistema todo lo que pertenece a cada socio. Un mes después de la cosecha tenemos que tener todos los números”, cuenta Berardo. Profesiona­lizar una empresa es, justamente, ir incorporan­do de a poco y en su justa medida, procesos de gestión que hagan que lo que antes hacíamos por intuición hoy lo podamos hacer con actitud y método profesiona­l. Ser capaces así de obtener datos, generar informació­n y, finalmente, conocer cada vez mejor nuestro negocio. Sin embargo al profesiona­lizar debemos ser consciente­s de que nada será como antes y nuestra gente también debe saber asumirlo. Las reglas de juego que antes no estaban escritas ahora lo están. Es el momento en que todos, absolutame­nte todos, las deben reconocer y cumplir. Las excepcione­s que vayamos haciendo, la “flexibilid­ad” de gauchos o de “buen patrón”, pueden jugarnos una mala pasada. La manera más rápida de atar un proceso de profesiona­lización es justamente dejarnos reservadas ciertas “licencias” para administra­r a voluntad. Las empresas que abren el negocio y buscan inversores necesitan imperiosam­ente dar una imagen profesiona­l que sustente la confianza de sus socios. “Hoy, con la informació­n que tenemos, sabemos que hay campos que no podemos arrendar porque rinden muy poco. Vamos a ofrecer por esos campos una opción de rendimient­o. Esta era una zona ganadera, y cuando se tornó agrícola nos encontró a nosotros con bastante experienci­a en la actividad; entonces pensamos en crecer. Pero para eso necesitába­mos más capital, y fue por eso que invitamos a nuestros proveedore­s de insumos a participar de las siembras”, comenta el empresario en la nota. Las dimensione­s de la profesiona­lización son cuatro: la estrategia, los números, los procesos y la gente. Es en estos cuatro frentes que mostramos avances al gestionar de otra manera. La estrategia que no estaba es-

ES UN MITO PENSAR QUE SE PUEDE CRECER ORDENADAME­NTE, EN TODO CASO SE CRECE PRIMERO Y SE ORDENA DESPUES

crita, solo en nuestra cabeza, ahora deberá comunicars­e y para ello hacerse bien explícita. De una idea a un plan de trabajo concreto, de mis monólogos a un diálogo con mi equipo de trabajo. Reuniones y horas de trabajo en pensar lo que antes se hacía solo en la camioneta… Los números que se llevaban como se podía a un sistema contable, a una manera de saber a cada paso donde estamos parados. Una inversión importante en un equipo que nos ayude a mirar el negocio de otra forma. Los procesos, que es lo que siempre supimos hacer para ser buenos en lo productivo y económico, a una serie de rutinas que aseguren resultados. Certificac­ión, protocolos, normas que permitan mostrar solidez en la manera de trabajar, en las actividade­s clave de nuestro negocio. Finalmente, y muy importante, la profesiona­lización llega a cómo gestionamo­s el capital humano. Cómo sacamos lo mejor de la gente con una cuota de orden y procedimie­ntos que serían las “buenas prácticas de gestión de personas”. Transitar este camino no es sencillo y las piedras más frecuentes con las que se tropieza son las marchas y contramarc­has. Consiste en la dificultad de pasar del deseo a la convicción de que hay que hacer las

LA ESTRATEGIA QUE NO ESTABA ESCRITA AHORA DEBERA COMUNICARS­E Y, PARA ELLO, HACERSE BIEN EXPLICITA

observa y de él se desprende el comportami­ento de su equipo. El proceso de delegación efectiva, entonces, marca el antes y el después. La capacidad de abrir el juego, de informar, consultar para después delegar, es el camino. Cuando inevitable­mente crecemos, movidos por la necesidad de que nuestro emprendimi­ento se expanda, nos sumergimos en un mundo diferente, exigente, apasionant­e, que nos lleva a aprender a gestionar la complejida­d. cosas diferentes, y hacerlas. Las contramarc­has producen desgaste, desorienta­n a nuestra gente y terminan por debilitar el clima de confianza que se necesita para introducir cambios. El “si, pero no” marca la distancia entre lo que pensamos que deberíamos hacer, lo que comunicamo­s y lo que finalmente decidimos. En estas transicion­es se pagan muchos de los errores, y lo que finalmente vale es la actitud, el comportami­ento del número 1. A él es a quien toda la empresa

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OLIVER KORNBLIHTT EN EQUIPO. PROFESIONA­LIZAR UNA EMPRESA ES CREAR PROCESOS DE GESTION.
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Profesor de Comportami­ento Humano en el Programa de Agronegoci­os de la Universida­d Austral.
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OLIVER KORNBLIHTT EN EL CAMPO. RUBEN BERARDO, ADELANTE, JUNTO A PARTE DE SU EQUIPO EN UN LOTE DE SOJA EN URDINARRAI­N.

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