A FULL CON EL MANEJO VARIABLE
Productor y asesor, Marcelo Rodríguez confía en la capacitación permanente para ser eficiente en su empresa, pero también en el servicio que ofrece a sus clientes.
El santafesino Marcelo Rodríguez cuenta cómo mantenerse firme en el negocio agrícola.
Como asesor estoy obligado a estar un paso adelante de mis colegas productores para ofrecerles un mejor servicio”, contó en diálogo con Clarín Rural Re
vista, Marcelo Rodríguez. Y esto lo pone en práctica desde hace 30 años, cuando se recibió y empezó a trabajar como asesor pero sentía que le faltaba “un lugar donde validar lo que le proponía a sus clientes”.
Tercera generación de productores en el sur de Santa Fe, su abuelo ya se vinculaba a la producción de alimentos con un acopio, haciendo agricultura y con un almacén de ramos generales. Actualmente, Rodríguez trabaja alrededor de 2.500 hectáreas en la zona de María Teresa y Diego de Alvear mayormente sobre campos arrendados (sólo 10 por ciento propio) y espera que se incorpore una hija ingeniera agrónoma que actualmente está capacitándose en el exterior.
Zona de cordones arenosos, el sur santafesino invita a plasmar un manejo variable en densidades, fechas de siembra, híbridos y a ser firmes con las rotaciones. La secuencia de cultivos es trigo/soja de segunda-maíz-soja, con un tercio de ocupación para cada uno.
“Los últimos años, después del estrés térmico en 2011 y el panorama comercial, achicamos un poco la superficie maicera, que ahora recuperamos, pero nunca quisimos sacar el trigo porque es nuestro sustento, nuestra gramínea emblema, nuestro driver en la rotación por todo lo que nos genera, no como negocio en sí pero sí como cobertura, aliado en el control de malezas, y reduciendo la erosión eólica”, explicó Rodríguez, quien hace la planificación y toma de decisiones de manejo junto a un so- cio, Sergio Gutiérrez.
Agronómicamente está trabajando muy fuerte en dos aspectos. Tiene digitalizada la información de cosecha, lo que permite ir ambientando todos los lotes. “Sabemos cuáles son las partes más productivas, que usualmente son los bajos, pero las dos últimas campa-
EL SUR SANTAFESINO INVITA A HACER UN MANEJO VARIABLE EN HIBRIDOS, FECHAS DE SIEMBRA Y DENSIDADES
ñas han sufrido el efecto de napa alta (por sobre los 70 centímetros) que afecta la productividad del maíz y la soja de primera”, dijo Rodríguez.
La profundidad de napa tiene un protagonismo importante. Por ejemplo, esta campaña había planificado entrar con soja de primera en los mejores lotes, pero fueron los lotes que por lluvias y excesos quedaron con napa alta y hubo que cambiar las fechas de siembra. Este año, en cambio, se “jerarquizaron” las lomas.
“En octubre sembramos los lotes más altos, que usualmente se siem- bran en noviembre, y los bajos, que en octubre estaban encharcados aún, los pasamos a noviembre”, relató. Esto impacta de lleno en el negocio porque los suelos más profundos y productivos quedan relegados.
Al referirse a los rendimientos, Rodríguez advierte que hace 15 años siembra el maíz en forma variable, “que es lo que da un hándicap para poder competir con un cultivo complejo en esa realidad zonal”. En los ambientes buenos, y cuando el clima acompaña, se pueden lograr 12 toneladas de maíz.
“En franjas de ensayos hemos obtenido más que eso y sabemos que tenemos que seguir ajustando el nitrógeno”, contó Rodríguez. Para eso trabaja junto al Laboratorio de Suelos Fertilab de Mar del Plata con análisis de NAM (nitrógeno mineralizable durante el crecimiento del cultivo) que permite ajustar el requerimiento nutricional del cultivo cada campaña.
El otro llamado de atención está puesto en la implantación del maíz. “A partir de lo que pude ver en algunos viajes a Estados Unidos, incorporé la siembra de precisión, sembradoras que están equipadas con equipos de Precision Planting, con barre-rastrojos, que permiten
LA DENSIDAD DE SIEMBRA DEL MAIZ VARIA SEGUN EL AMBIENTE Y SEGUN LA DOSIS APLICADA DE NITROGENO
reducir el desvío estándar”, reconoció. Así, varían la densidad entre 50.000 y 90.000 semillas de acuerdo a ambientes y eso, a su vez, está correlacionado con la cantidad de nitrógeno aplicado de acuerdo a los potenciales productivos de cada ambiente.
En soja se pueden lograr 5 toneladas por hectárea. Para mejorar ese número, está explorando con nuevas tecnologías como Intacta, pero también, en los mejores ambientes, adelantando la siembra, que históricamente se realiza el 5 de octubre.
En trigo históricamente apuntaron al rendimiento de la genética francesa, “porque el mercado no paga calidad”. “Hoy estamos con algo más balanceado que aquel 70 por ciento de trigos de exportación, con variedades de ciclos largos y cortos donde se puede aspirar un poco a calidad, sin embargo, la ca- lidad depende mucho también del año”, opinó Rodríguez. Y detalló que en el cereal también trabaja con análisis de nitrógeno mineralizable.
Entre los temas que lo preocupan y ocupan, claro está, emerge el tema de las malezas resistentes. “Ha- ce un año estábamos viendo que la amenaza de yuyo colorado iba a ser importante en nuestra zona, por eso diversificamos, estamos trabajando con dos pre-emergentes cruzados, dos por cultivo, para atacar de entrada las malezas resistentes, y dándole mucha importancia al banco de semillas porque es uno de los temas clave”, contó.
En cuanto a las soluciones que provienen de las biotecnologías, Rodríguez tiene claro que cumplen un papel importante pero no cree en un futuro signado por las soluciones biotecnológicas. “En ningún momento pienso que las tecnologías sean masificadas, las decisiones de manejo y combinación de tecnologías será cada vez más importante”, resumió. Y agregó: “En lo que respecta a la tecnología en maquinarias, veo con agrado que cada vez es más amigable y sencilla, lo que permite que sean usadas por más gente”. Como cierre, al analizar la rentabilidad de la campaña 2016/17 advirtió que “visto de afuera, el negocio parece que cambió muchísimo para mejor, pero visto desde adentro, en la cocina, para los que hacemos agricultura en campos de terceros, la ecuación sigue siendo medio ajustada porque los costos de producción en Argentina, ya sea fletes o valores de insumos, se han ido ajustando hacia arriba y la rentabilidad sigue siendo muy pequeña. Es un negocio en donde el retorno sigue siendo bajo”.