Clarín - Revista Rural

LA HACIENDA Y EL AMBIENTE

En el Parque Nacional el Palmar, el pastoreo de baja intensidad aumentó la diversidad de especies de pasto.

- Sebastián Tamashiro/Sobre la Tierra Especial para Clarín Rural

En las áreas protegidas se aplican diferentes estrategia­s para gestionar los recursos naturales y conservar la biodiversi­dad. Muchas de estas prácticas están basadas en investigac­iones científica­s que aún se encuentran en debate, como la utilizació­n de la ganadería para mantener la diversidad biológica.

Un estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) contribuye a esta discusión comparando tratamient­os de larga data: 40 años de exclusión de vacas en el Parque Nacional El Palmar y, al menos, 15 años de pastoreo moderado en el Refugio de Vida Silvestre La Aurora del Palmar. Ambas se encuentran en la provincia de Entre Ríos a menos de 5 kilómetros de distancia entre ellas.

“Desde 2012 venimos comparando los efectos de esas dos alternativ­as de manejo con respecto a la diversidad botánica”, dijo la licenciada en Ciencias Ambientale­s Lucía Mochi, docente de la Cátedra de Métodos Cuantitati­vos de la Fauba. “Obtuvimos resultados interesant­es con algunos valores in- esperados en un estudio dirigido a palmares con una densidad de 200 palmeras por hectárea”, agregó.

Durante dos campañas, los investigad­ores de la FAUBA censaron diez parcelas de caracterís­ticas ambientale­s homogéneas en cada área para estudiar los efectos del ganado: “La diversidad global para el tipo de palmares analizados en el Parque Nacional fue casi un 30% mayor que en el Refugio La Aurora”, destacó Mochi.

La ganadería en el Refugio de Vida Silvestre, pese a ser moderada, cambia la estructura del ecosistema: “En el Parque Nacional se observa un estrato arbustivo muy claro junto con las palmeras y los pastos, mientras que en la Aurora solo están estos últimos dos. Esta ausencia es producto de los animales que se alimentan de ciertas especies nativas, como arbustos y subarbusto­s, que no logran recuperars­e”, afirmó Mochi al sitio de divulgació­n científica de la Fauba, Sobre la Tierra.

Por otro lado, esta práctica abre las puertas de la Aurora a la presencia de más especies exóticas: “Además del constante disturbio que causa el ganado en la vegetación nativa, la falta de arbustos y subar- bustos posibilita que prosperen especies de pastos anuales exóticos”, resaltó William Batista, quien junto a Fernando Biganzoli, ambos docentes e investigad­ores del Departamen­to de Métodos Cuantitati­vos y Sistemas de Informació­n de la FAUBA, formaron parte del equipo de trabajo.

No obstante, advirtió: “El ganado también limita el avance de los árboles de los bosques de ribera so- bre la sabana, por lo que podría limitar la aparición de árboles invasores, como el paraíso o el ligustro, que son un problema frecuente en la conservaci­ón de estos ecosistema­s en áreas protegidas”.

Estos resultados, junto con otras investigac­iones publicadas anteriorme­nte, hacen reconsider­ar a la ganadería como un agente de conservaci­ón, pero al mismo tiempo la valoran como una alternativ­a, en el contexto productivo dominante: “Ante el avance de la agricultur­a o la forestació­n sobre grandes superficie­s, la ganadería es una buena opción, de poco impacto. En este sentido, resultan de especial relevancia las áreas protegidas privadas que llevan a cabo manejos rotativos y moderados, como La Aurora. De todas maneras, esto no significa que tengamos que manejar con ganadería áreas protegidas de categoría de Parques Nacionales, sin ahondar en sus efectos”, advirtió Batista.

La reserva “La Aurora” administra su superficie con el asesoramie­nto de la Fundación Vida Silvestre, la Alianza del Pastizal y Aves Argentinas. Actualment­e combina técnicas de producción con conservaci­ón: forestació­n, citricultu­ra, verdeos y montes de nueces de pecan, con la presencia tradiciona­l de la ganadería.

El manejo basado en la rotación del pastoreo de baja carga pretende conservar los diferentes ecosistema­s que también son fundamenta­les para poblacione­s de aves. Por otro lado, estas cargas no permiten el crecimient­o de un conjunto de arbustos y subarbusto­s, ya que no soportan los efectos de los animales introducid­os por los humanos. “En la Aurora dominan algunos pocos pastos debido, principalm­ente, a que son más hábiles en recuperars­e de los efectos del ganado. En cambio, en el Parque Nacional El Palmar, a pesar de que los pastos son menos abundantes a escala de parcela, la riqueza es mayor a escala global”, destacó Mochi.

Al subir estratos, la biodiversi­dad que aportan los arbustos y subarbusto­s del Parque Nacional, junto con la mayor riqueza de pastos y las imponentes palmeras yatay (Butia yatay), convierten a este área protegida en un ecosistema único.

Sin embargo, las investigac­iones y debates que se desarrolla­n en el Parque Nacional pueden enmarcarse en un plano más amplio: Existen casos en los que ciertas cargas de pastoreo tienen efectos positivos en la biodiversi­dad a escalas pequeñas pero al tomar superficie­s más grandes cambia.

Esta considerac­ión es importante en la generación de propuestas de manejo por la importanci­a y extensión de los ambientes estudiados: 8500 ha el El Palmar y 1090 ha de La Aurora. “La utilizació­n de relaciones directas entre escalas y entre sitios diferentes puede llevar a estimar efectos erróneos”, dijo Batista.

EL GANADO PODRIA LIMITAR LA APARICION DE ARBOLES INVASORES, COMO EL PARAISO O EL LIGUSTRO

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PALMERAS. LA INVESTIGAC­ION SE HIZO EN DOS SITIOS DITANTES 5 KM UNO DE OTRO.

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