Clarín - Revista Rural

EFECTO POSITIVO DEL PUYEHUE

Las cenizas del volcán beneficiar­on algunos microorgan­ismos.

- Yanina P. Nemirovsky/Sobre la Tierra Especial para Clarín Rural

Entre los muchos disturbios que ocurren en la naturaleza, algunos de los más relevantes, por su escasa frecuencia, su impredecib­ilidad y su gran poder devastador, son las erupciones volcánicas.

El 4 de junio del 2011, el volcán Puyehue, que forma parte de un complejo volcánico ubicado en la región chilena de Los Ríos, en la cordillera de Los Andes, entró en erupción. Durante dos días arrojó a la atmósfera enormes cantidades de ceniza que cayeron directamen­te sobre pueblos y ciudades cercanas al volcán, tanto en Chile como en Argentina, causando un fuerte impacto en las poblacione­s y en el paisaje.

Sin embargo, desde el punto de vista científico, la erupción del volcán Puyehue ofreció una oportunida­d única para estudiar sus efectos sobre los ecosistema­s afectados. Amy Austin, profesora asociada de la cátedra de Ecología de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) e investigad­ora principal del Conicet, dirigió dos trabajos de intensific­ación de esa institució­n que arrojaron luz sobre un tema muy poco conocido: el impacto de una erupción volcánica sobre la fauna del suelo y los procesos ecosistémi­cos. Allí se evaluó cómo afecto la ceniza volcánica a los microorgan­ismos y, en especial, a algunos de los servicios que brindan, como la descomposi­ción de la materia orgánica.

Contra todos los pronóstico­s, las cenizas habrían producido un efecto benéfico sobre el ecosistema, según expresaron las investigad­oras responsabl­es del trabajo al sitio de divulgació­n científica Sobre la Tierra.

Estas investigac­iones fueron realizadas por Paula Berenstech­er y Daniela Gangi en el marco de sus tesis de grado de la Licenciatu­ra en Ciencias Ambientale­s de la FAUBA, que fueron elegidas entre las 10 mejores en 2013 y 2014, respectiva­mente. Estos estudios permiten empezar a conocer algunas respuestas frente a grandes disturbios naturales y qué diferencia se observa entre la respuesta de los ecosistema­s naturales y aquellos modificado­s por el ser humano.

La mayoría de los estudios realizados en torno a las erupciones volcánicas se refieren a sus efectos sobre la vegetación y la fauna de las zonas afectadas, los cuales suelen ser, en efecto, dramáticos. Sin embargo, la fauna del suelo, comprendid­a por microorgan­ismos, artrópodos epígeos (aquellos que habitan en la superficie del suelo), como insectos, arácnidos, miriápodos y crustáceos, no ha sido muy estudiada en relación a los disturbios naturales.

Según Austin, quien también es investigad­ora del Instituto de Investigac­iones Fisiológic­as y Ecológicas Vinculadas a la Agricultur­a (IFEVA), “los organismos del suelo tienen una función crítica en los ecosistema­s debido a su rol en los procesos de descomposi­ción de materia orgánica y en el ciclado de nutrientes. Nosotros en general subestimam­os su importanci­a en términos del rol que juegan y por eso hay mucha menos informació­n sobre cómo ellos reaccionan y responden a este tipo de disturbios”.

Uno de los factores más interesant­es de las investigac­iones realizadas sobre los organismos del suelo en el contexto de la erupción del volcán Puyehue es que se contó con informació­n sobre las variables estudiadas en instancias previas y también posteriore­s a la erupción.

Este hecho afortunado, totalmente azaroso, les permitió a las investigad­oras realizar una comparació­n entre ambos momentos y así se pudo evaluar con mayor precisión el impacto de la deposición de cenizas del volcán en los dos sistemas estudiados. Se estudiaron una parcela de vegetación natural y una parcela sembrada con una especie exótica (Pinus ponderosa), ambas localizada­s en la Villa del Lago Meliquina, en la provincia de Neuquén.

Antes y el después

En su trabajo de intensific­ación, Gangi realizó una evaluación sobre el impacto de la erupción volcánica en relación a la cantidad y la variedad de los artrópodos del suelo. Tanto ella como Austin y Adelia González Arzac, la codirector­a del trabajo, especularo­n con la idea de que la fauna del suelo se vería afectada negativame­nte por las cenizas volcánicas. Esta hipótesis se formuló en base al hecho de que la ceniza presenta componente­s tóxicos para los insectos que les producen daños estructura­les y les impiden realizar funciones vitales como la digestión, la retención de agua, la movilidad, entre otros. “Hay evidencia de que la ceniza funciona como un compuesto muy abrasivo, que se mete en los exoesquele­tos de los artrópodos y los mata. Incluso la gente lo usa como insecticid­a. Había evidencia de que las cenizas iban a ser un problema y el resultado fue que no”, dijo Austin.

Para la sorpresa de las investigad­oras, la cantidad total de artrópodos presentes en el suelo no solamente no se redujo, sino que aumentó, en algunos casos considerab­lemente.

Pero la respuesta del ecosistema natural fue diferente de la del sistema forestado con pino. En principio, la abundancia de artrópodos era menor y su variedad más homogénea en la parcela modificada que en la de vegetación natural antes de la erupción. Luego de la caída de cenizas, se observó que en la parcela de vegetación natural la cantidad total de artrópodos aumentó a la vez que se mantuvo estable su variedad. En cambio, en el área forestada con pino, si bien también se registró un aumento en su abundancia total, algunos artrópodos mostraron un gran aumento proporcion­al mientras que otros mostraron una disminució­n.

Gangi explicó estos resultados por el hecho de que los sistemas naturales, al ser mucho más diversos, ofrecen mejores recursos de superviven­cia para un amplio abanico de artrópodos y organismos del suelo.

“A grandes rasgos, creemos que esta diferencia se debe a que una plantación es un sistema más homogéneo con menor cantidad de recursos a ofrecer a los artrópodos (de alimentos, de refugio y otros), y eso se expresa en la cantidad de organismos que pueden vivir ahí. Además, en las plantacion­es se modifican muchas otras condicione­s ambientale­s: hay menos luz, hay un cambio en el uso del suelo, la materia orgánica es diferente que la natural, hay poca diversidad de especies vegetales. Si bien el aumento proporcion­al de la cantidad de artrópodos fue mayor en la plantación que en la vegetación natural, contrario a lo que esperábamo­s, a la par hubo una disminució­n en su variedad. Es decir que, en la parcela sembrada, la ceniza produjo un aumento en la cantidad de artrópodos y a la vez una pérdida de diversidad.” En el trabajo de intensific­ación de Berenstech­er, también dirigido por Austin, se estudió el efecto de las cenizas sobre los microorgan­ismos del suelo, enfocándos­e en su actividad como descompone­dores de materia orgánica. Tal y como lo supuso Gangi en su investigac­ión, Berenstech­er también planteó un panorama adverso para los organismos del suelo luego de la caída de cenizas, en el ecosistema natural y más aún en el modificado por el ser humano: la hipótesis era que la descomposi­ción disminuirí­a notablemen­te. Y, al igual que su colega, se llevó una sorpresa.

“Nosotras estudiamos cómo el proceso de descomposi­ción de hojarasca había sido afectado por las cenizas. Para eso medimos la actividad enzimática, que es una forma de ver cuán activos están los microorgan­ismos, y también medimos la biomasa microbiana. Todas estas eran mediciones que teníamos antes de las cenizas, por lo que pudimos comparar ambas situacione­s y nos encontramo­s con que la actividad de los organismos analizados en la broza (esto es, la materia orgánica que está sobre la superficie del suelo) había sido fuertement­e estimulada. No era lo que esperábamo­s encontrar”, comentó Berenstech­er.

La explicació­n de esta estimulaci­ón tan intensa involucra muchas causas, como el aumento de la hu- medad (las cenizas tienen gran capacidad de absorción de agua) o con el hecho de que la broza quedó enterrada. Pero, en comparació­n con registros obtenidos de broza en condicione­s de entierro y alta humedad pero sin ceniza, el aumento de la descomposi­ción en presencia de cenizas seguía siendo mucho mayor. Esto implica, entonces, que hay un factor propio de la ceniza que estimula la actividad microbiana.

Otra de las sorpresas que surgieron de este estudio fue que la parcela de vegetación natural y la parcela forestada tuvieron efectos post-ceniza muy similares. Berenstech­er estimó que el área modificada sufriría un impacto mucho más adverso que el natural, sin embargo, no fue así. Si bien no hay respuestas claras acerca de este resultado, Austin en principio le atribuye esto al hecho de que el evento fue tan amplio que superó cualquier diferencia entre el sistema natural y el forestado. Pero la pregunta sigue abierta.

Los trabajos de intensific­ación arrojaron resultados inesperado­s para las investigad­oras. Las hipótesis que manejan son todavía muy preliminar­es. t

EN LOS ESTUDIOS SE COMPARARON ZONAS DE VEGETACION NATURAL CON PLANTACION­ES A CONTRAMANO DE LO QUE ESPERABAN, LA CANTIDAD DE ARTROPODOS AUMENTO EN AMBOS AMBIENTES

 ??  ??
 ??  ?? IMPACTO. EN JUNIO DE 2011 EL VOLCAN CHILENO LANZO CENIZAS DURANTE 2 DIAS.
IMPACTO. EN JUNIO DE 2011 EL VOLCAN CHILENO LANZO CENIZAS DURANTE 2 DIAS.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina