UNA APUESTA POR LA COLZA
Desde Baradero, los Longo cuentan por qué la oleaginosa se ganó un lugar en su rotación.
El regreso del trigo cambió el panorama de las rotaciones en muchos aspectos, pero en algunos casos, los productores que aprendieron las claves de esos cultivos que les dieron una bocanada de aire cuando el cereal no tenía precio, hoy los continúan sembrando. Así se afirmaron, según las zonas, las legumbres, los puentes verdes y la propia colza, una oleaginosa que se conoce en el país desde 1930 pero que ha tenido un desarrollo errático y hoy renueva oportunidades. Y vaya que las tiene: es el tercer cultivo oleaginoso en importancia mundial después de la palma y la soja.
“Hace ocho años que hacemos colza, empezamos con apenas 30 hectáreas y hoy, entre propias y de vecinos, llegamos a trabajar 600, y los compradores nos pidieron que para la próxima campaña hagamos 1000”, repasó, entusiasmado, el productor Fabián Longo, quien junto a su hermano Sergio, su padre Miguel y su madre Mary Castagno ( encargada de mantener “bien nutrido al grupo de trabajo”), mantienen el legado familiar que empezó su bisabuelo en la zona de Baradero.
Este año, encima, la colza dio kilos y calidad. “Usualmente nos rinde un promedio de 1300 kilos por hectárea, a veces hemos llegado a los 1800, pero este año superamos los 2400 kilos/hectárea en casi todos los lotes”, contó Longo. Pero además, a la venta, los análisis dieron un 5% de bonificación, dado que el piso para bonificar es de 43% de materia grasa y obtuvieron un 48%.
Actualmente, trabajan unas 1200 hectáreas (unas 100 propias) y alrededor de 1300 en donde prestan servicios de pulverización, siembra y cosecha en campos vecinos.
“Cambió muchísimo”, respondió Longo ante la consulta sobre las rotaciones que ponían en práctica hasta la campaña pasada y en esta 2016/ 17. “Pasamos de tener un 10% de maíz hasta la campaña pasada a un 25% en esta. En trigo
NORMALMENTE, LA COLZA EN LA ZONA RINDE 1.300 KILOS POR HECTAREA, PERO ESTE AÑO SUPERO LOS 2.400
también pasamos del 10 al 25% y también agregamos algo de superficie de colza”, contó.
El planteo buscado es trigo/soja de segunda-maíz o colza/maíz de segunda-soja de primera. Este año se propusieron hacer 25% de trigo/ soja, 25% de maíz y agregar un 15% de colza que va a soja de segunda y maíz de segunda. “Mucho mejor panorama que el año pasado, que la soja se llevaba casi todo. Ni hablar en clientes nuestros que no sembraban ni trigo ni maíz y este año sembraron mitad y mitad”, reconoció.
Volviendo a la colza, Longo con- tó que fueron aprendiendo y ajustando mucho en estas ocho campañas que hace que la siembran. Un primer dato interesante es que libera los lotes los primeros días de noviembre y permite capturar más rendimiento en los cultivos de segunda, sea soja o maíz. “Le fuimos encontrando la vuelta por ejemplo en el manejo de herbicidas, que era complicado para rama negra al principio, sobre todo para llegar con un lote limpio a la siembra de los cultivos de segunda”, explicó.
Entre los beneficios directos en el lote, por su sistema radicular perfora el suelo y puede extraer agua y nutrientes de estratos más profundos. Longo encontró el beneficio en lotes que “en directa y con soja en monocultivo se encharcaban” porque “después de un par de años de colza ya no se encharcan”. Es cierto que no aporta mucha materia orgánica y la cantidad de rastrojo que deja es escuálida, pero para Longo se compensa bien con un maíz tardío, sembrado un mes después, “cuando el perfil está recargado”. Lo que no te aporta la colza lo deja el maíz.
Consultado sobre los aspectos centrales, aquellos en donde no se puede “pifiar” si se pretende tener
EL CULTIVO NO DEJA MUCHA MATERIA ORGANICA PERO SE COMPENSA BIEN CON UN MAIZ TARDIO SEMBRADO DESPUES
un desarrollo y cosecha exitosos de la colza, Longo advirtió sobre la siembra: “La clave es hacer una buena implantación, con 4-5 kilos, muy finito porque si tirás muchos kilos después hacen competencia y si ponés poco quedan claros sin cubrir donde después se vienen las malezas”. También hay que elegir bien el herbicida. La otra clave está en la cosecha, porque antes se disecaba pero ahora, por cuestiones de contrato (porque venden a consumo) no se pueden aplicar pro- ductos después de floración y hay que dejar que madure en la planta y cosechar en el momento justo.
Para la trilla cuenta con dos cosechadoras John Deere 9650 axiales. “Hay que ir con el molinete muy lento porque puede haber pérdidas por desgrane importantes, dado que es un grano muy chiquito que se vuela, o ni bien lo toca el molinete se desgrana y también puede desgranar el sinfín”. De 2.000 kilos de rendimiento, pueden quedar tranquilamente 50 kilos por hectárea en el lote.
Por su ciclo inverno–primaveral, la colza accede al mercado en una época del año diferente a la soja y el girasol, permitiendo reducir la ociosidad de la industria. “Vendemos a consumo en San Antonio de Areco y Carmen de Areco y hasta el año pasado vendimos directo a exportación”, dijo Longo. Quien reconoció que desde el consumo les pidieron si podrían aumentar la superficie de 600 a 1000 hectáreas entre lo que siembran ellos y los vecinos a los que los Longo les cosechan. El destino es biodiésel y consumo.
En lo que respecta al trigo, cambiaron diametralmente el esquema. “Antes buscábamos rendimiento pero la campaña 2015/16 nos fue muy mal, por eso decidimos cambiar para esta campaña hacia variedades más panaderas y logramos arriba de 4.500 kilos con Don Mario Ceibo y logramos un buen peso hectolítrico en los análisis previos”, contó Longo.
Para maíz apuntan a 8000-9000 kilos/hectárea porque “no es la mejor zona pero sí se lo hace como rotación y el flete no pesa tanto porque el puerto está cerca”. Longo confiesa que le están dando buen resultado los materiales tardíos. “A los sembrados temprano los complica el faltante de agua en enero en espiga, incluso algunas campañas el maíz tardío dio el doble que el sembrado temprano”, reconoció. Se lo “alimenta” con una doble fertili- zación de fósforo y urea al principio y en cuatro hojas con UAN para reforzar después de un análisis.
En soja se buscan los 3500 kilos/ hectárea. Entre las particularidades, Longo contó que en los campos propios o los que tienen contratos de mediano plazo, están fertilizando con guano, camas de pollos. “Es un trabajo muy de hor- miga, porque se hacen pocas hectáreas pero da buenos resultados con aporte de materia orgánica y mucho fósforo”, reconoció. Esparcen 8 a 10 toneladas por hectárea 20 días antes de la siembra (por la acidez del guano). Este año, un ensayo en trigo permitió obtener 500 kilos/hectárea más que el testigo donde no se usó guano. Típica empresa familiar bien de campo, continuadores de un legado que empezó algunas generaciones atrás, los Longo, padre, madre e hijos construyen un negocio basado en el trabajo y la preocupación por las buenas prácticas. En el horizonte, como desafíos, Fabián Longo destacó: “Crecer en superficie, ser más eficientes, capacitar al equipo y aumentar la participación del maíz en las rotaciones, así como también empezar a usar cabezal draper para mejorar la calidad de cosecha”.