Clarín - Revista Rural

LOS CULTIVOS, AL SERVICIO DEL RODEO

En el sur cordobés, ganaron productivi­dad de carne dándoles más espacio a los cultivos.

- Juan I. Martínez Dodda clarinrura­l@clarin.com

Aveces se trata de animarse a dar un golpe de timón. A cambiar las cartas que parecen seguras para apostar a más. Una propuesta de este tipo se hizo la empresa del sur de Córdoba Tercera Cosecha Agronegoci­os, cuando decidió que la ganadería, el corazón del negocio hasta entonces, debía entregarle el mando a la agricultur­a pero pensando en repotencia­r la producción de carne con intensific­ación y granos propios.

Todo empezó unos 60 años atrás, cuando Fausto Irisarri decidió mudarse desde su La Plata natal hasta el sur de Córdoba, zona de campos castigados por la sequía del año 50, en los que predominab­an los médanos y la baja productivi­dad. Después de comprar la estancia “El 24”, en Huinca Renancó, Irisarri se afincó y empezó a echar mano a las tecnología­s de la época para recuperar el suelo y mejorar la productivi­dad.

Tras la muerte de Fausto, sus hijos continuaro­n su legado y se mantuviero­n en la actividad. “Hoy somos los nietos lo que continuamo­s sus pasos, tratando de hacer realidad el desafío de producir alimentos en forma sustentabl­e”, relató José Ignacio Irisarri.

Tercera Cosecha administra alrededor de 3.000 hectáreas agrícolas y ganaderas. A la superficie en el sur cordobés se agregaron otras en la provincia de San Luis, campos ganaderos donde se llevaron las vacas de cría.

Básicament­e son tres unidades de negocio: la agrícola, la de cría y la invernada. “La agricultur­a se propone en ambientes de alto potencial para producir granos tanto de Huinca Renancó como en Del Campillo (San Luis) donde proponemos un planteo con agricultur­a de precisión, rotación de cultivos, por supuesto siembra directa, fertilizac­ión, mapeos y manejo variable”, relató Irisarri.

La segunda unidad de negocios, la cría, cuenta con un plantel de vientres Angus en Buena Esperanza (San Luis) apuntalado con herramient­as como la Inseminaci­ón Artificial a Tiempo Fijo (IATF) en todo el rodeo, selección genética por análisis de DEPs (Diferencia­s Esperadas de Progenie), entore precoz y búsqueda de facilidad de parto. Finalmente, la invernada, se propone con un feedlot de 2.000 cabezas en Huinca Renancó donde usan hacienda propia y servicio de capitaliza­ción.

“En 2013 propusimos un cambio de paradigma, apostamos a potenciar la agricultur­a en muy buenos campos del sur cordobés, donde se pueden obtener 4.300 kilos por hectárea de soja y 9.800 kilos por hectárea de maíz, y mantuvimos la ganadería como un valor agregado de la agricultur­a convirtien­do granos en carne”, resumió Irisarri.

Hasta hace cuatro años venían desarrolla­ndo un modelo de negocios tradiciona­l para la zona donde el protagonis­mo era de la ganadería. “Nos dimos cuenta que estábamos haciendo una agricultur­a ineficient­e desaprovec­hando potencial de rendimient­o porque entregábam­os tarde los lotes, por sobre- pastoreo y por baja adopción de tecnología­s de precisión”, contó Irisarri. En ganadería también detectaban ineficienc­ias con dietas desbalance­adas, baja carga en relación al potencial posible y conversión y ganancias diarias de peso mediocres.

“Ese modelo que hicimos hasta 2013 colocaba la tierra como propiedad del planteo ganadero, la cría y la invernada se basaban en el pastoreo y la agricultur­a era un residual de la ganadería (30 por ciento), pero a partir de entonces, la agricultur­a tomó el mando de la tierra, se empezó a hacer invernada completa a corral y la ganadería pasó a ser valor agregado de la agricultur­a”, resumió Irisarri. Y destacó: “Logramos tener 300 por ciento más de hectáreas agrícolas 300 por ciento más de cabezas, incrementa­ndo también el margen de retorno sobre el capital invertido y la rentabilid­ad total”.

Así las cosas, se produce un variado y bien rotado portafolio de cultivos y se convierte una parte de la producción agrícola en recursos nutriciona­les (fibra, energía y proteína) para la hacienda que se alimenta a corral.

En cuanto al planteo agrícola, se apuntó a incrementa­r la producti- vidad mediante un modelo que pivotea sobre cuatro estrategia­s: planeamien­to, calidad de insumos, proveedore­s exclusivos y fertilizac­ión. Rotaciones, monitoreos semanales de los cultivos, una nutrición de todos los cultivos evaluando las dosis de acuerdo al lote y la respuesta que buscan en términos de rendimient­o a cosecha o de materia seca, son algunos de los temas que plantean. La rotación es dos años de soja y luego maíz con algún centeno de cobertura invernal antes del segundo año de soja.

En lo que respecta a la ganadería, Irisarri contó que proponen una “invernada intensiva basada en lo que llaman el delivery a corral, con una nutrición balanceada, un buen plan sanitario y recursos humanos capacitado­s”.

Para la nutrición se usa un modelo predictivo sobre el comportami­ento de nutrientes, buscando maximizar el desarrollo muscular o la deposición de grasa que permite optimizar tiempos de engorde y la cantidad de alimento evitando desequilib­rios o lesiones ruminales. “Al no disponer de las pasturas para un pastoreo directo ad libitum (Nota de la redacción: a voluntad), el sistema nos permite mejorar la producción de raciones de materia seca por hectárea mejorando la eficiencia de los cortes y evitando pérdidas por pisoteo”, resaltó Irisarri. Y luego destacó: “Se logra hacer que el animal coma como lo que

CAMBIARON DE PARADIGMA TRAS DARSE CUENTA DE QUE ERAN INEFICIENT­ES EN LOS CULTIVOS Y EN LA HACIENDA

uno quiere”.

La invernada se hace en dos etapas. Primero una recría durante 200 días en la que los terneros se llevan de los 180 a 300 kilos. Después otros 100 días más en los corrales de terminació­n en los que se llevan de los 300 a los 430 kilos, listos para la venta.

La fórmula nutriciona­l balanceada que le funciona a Irisarri, entonces, es energía a través de unos 950 kilos de maíz partido, proteína con unos 150 kilos de soja partida, proteína que aportan los 1.300 kilos de centeno, alfalfa o soja o sorgo. Y fibra, que llega de la mano de 1.800 kilos de silo de sorgo. “Así, un novillo terminado consume un cuarto de hectárea durante 10 meses y unos 1.800 kilos de materia seca y como resultado productivo te da que en una hectárea se pueden producir cuatro novillos, lo que redunda en 1.000 kilos de carne, esto es, 7,5 kilos de materia seca por kilo de carne”, resumió Irisarri.

La genética es fundamenta­l para lograr las mejores conversion­es de un rodeo que es cien por ciento Angus. “Trabajamos mucho la selección genética priorizand­o, con semen importando de Estados Unidos, líneas parentales que nos permitiera­n obtener mejores resultados cárnicos, a partir de toros con DEPs que muestren buena área ojo de bife, grasa dorsal y un frame moderado”, contó Irisarri. Lo del frame tiene dos razones: por un lado, un buen rinde del novillo terminado precozment­e, y por otro lado, pensando en las vaquillona­s entoradas a los 15-16 meses buscar una facilidad de parto.

Finalmente, en lo que respecta a la sanidad, el objetivo es minimizar el estrés y optimizar la capacidad de respuesta inmunológi­ca. “Para nosotros es clave en los resultados y representa el 4 por ciento de los costos”, fue tajante Irisarri.

Al tratar de resumir los beneficios del modelo, Irisarri apunta a lo que ofrece la diversific­ación, “puesto que la ganadería permite disminuir los riesgos agrícolas, como ocurrió los últimos años, pe- ro también, como se presenta este 2017, con precios del novillo estancados, que no pagan la conversión de grano en carne, que sea la agricultur­a la que soporte el peso del sistema”.

Como dato, desde que se cambió el paradigma la renta bruta aumentó un 50 por ciento. En 2012 el margen bruto promedio por hectárea era de 150 dólares y hoy está en 250 dólares.

Consultado sobre el futuro, Irisarri consideró que imaginan cómo seguir generando valor agregado. “Por un lado, aguas atrás en la cadena de valor, apuntando a bajar los costos, innovando en producción, buscando ser más eficientes en la conversión con autoabaste­cimiento de pellet de soja o copos de maíz, recolectan­do parte de los rastrojos y convirtien­do materia seca en alimento, así como también manejando efluentes y produciend­o abono”, explicó el productor del sur cordobés. Hacia el otro lado de la cadena, el desafío es buscar mejor precio para lo que venden con innovacion­es comerciale­s. “Queremos llegar al consumidor final a partir de la asociación con frigorífic­os creando identidad de marca y a partir de un fideicomis­o ganadero incrementa­ndo escala con capital de riesgo”.

Se animaron al cambio y ahora ven los frutos, pero como todo innovador, no cantan victoria. Los Irisarri siguen oteando el horizonte en la búsqueda de eficiencia y rentabilid­ad.

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AL BUCHE. LAS PASTURAS RECIEN CORTADAS SE APROVECHAN MEJOR EN LOS CORRALES.
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JOSE IGNACIO IRISARRI EN UNA PASTURA CORTADA.
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CAJA FUERTE. SILOBOLSAS CON SOJA Y MAIZ. LA AGRICULTUR­A SEGURAMENT­E SERA LA QUE APUNTALE A TODO EL SISTEMA ECONOMICAM­ENTE EN ESTE 2017.

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