LOS CULTIVOS, AL SERVICIO DEL RODEO
En el sur cordobés, ganaron productividad de carne dándoles más espacio a los cultivos.
Aveces se trata de animarse a dar un golpe de timón. A cambiar las cartas que parecen seguras para apostar a más. Una propuesta de este tipo se hizo la empresa del sur de Córdoba Tercera Cosecha Agronegocios, cuando decidió que la ganadería, el corazón del negocio hasta entonces, debía entregarle el mando a la agricultura pero pensando en repotenciar la producción de carne con intensificación y granos propios.
Todo empezó unos 60 años atrás, cuando Fausto Irisarri decidió mudarse desde su La Plata natal hasta el sur de Córdoba, zona de campos castigados por la sequía del año 50, en los que predominaban los médanos y la baja productividad. Después de comprar la estancia “El 24”, en Huinca Renancó, Irisarri se afincó y empezó a echar mano a las tecnologías de la época para recuperar el suelo y mejorar la productividad.
Tras la muerte de Fausto, sus hijos continuaron su legado y se mantuvieron en la actividad. “Hoy somos los nietos lo que continuamos sus pasos, tratando de hacer realidad el desafío de producir alimentos en forma sustentable”, relató José Ignacio Irisarri.
Tercera Cosecha administra alrededor de 3.000 hectáreas agrícolas y ganaderas. A la superficie en el sur cordobés se agregaron otras en la provincia de San Luis, campos ganaderos donde se llevaron las vacas de cría.
Básicamente son tres unidades de negocio: la agrícola, la de cría y la invernada. “La agricultura se propone en ambientes de alto potencial para producir granos tanto de Huinca Renancó como en Del Campillo (San Luis) donde proponemos un planteo con agricultura de precisión, rotación de cultivos, por supuesto siembra directa, fertilización, mapeos y manejo variable”, relató Irisarri.
La segunda unidad de negocios, la cría, cuenta con un plantel de vientres Angus en Buena Esperanza (San Luis) apuntalado con herramientas como la Inseminación Artificial a Tiempo Fijo (IATF) en todo el rodeo, selección genética por análisis de DEPs (Diferencias Esperadas de Progenie), entore precoz y búsqueda de facilidad de parto. Finalmente, la invernada, se propone con un feedlot de 2.000 cabezas en Huinca Renancó donde usan hacienda propia y servicio de capitalización.
“En 2013 propusimos un cambio de paradigma, apostamos a potenciar la agricultura en muy buenos campos del sur cordobés, donde se pueden obtener 4.300 kilos por hectárea de soja y 9.800 kilos por hectárea de maíz, y mantuvimos la ganadería como un valor agregado de la agricultura convirtiendo granos en carne”, resumió Irisarri.
Hasta hace cuatro años venían desarrollando un modelo de negocios tradicional para la zona donde el protagonismo era de la ganadería. “Nos dimos cuenta que estábamos haciendo una agricultura ineficiente desaprovechando potencial de rendimiento porque entregábamos tarde los lotes, por sobre- pastoreo y por baja adopción de tecnologías de precisión”, contó Irisarri. En ganadería también detectaban ineficiencias con dietas desbalanceadas, baja carga en relación al potencial posible y conversión y ganancias diarias de peso mediocres.
“Ese modelo que hicimos hasta 2013 colocaba la tierra como propiedad del planteo ganadero, la cría y la invernada se basaban en el pastoreo y la agricultura era un residual de la ganadería (30 por ciento), pero a partir de entonces, la agricultura tomó el mando de la tierra, se empezó a hacer invernada completa a corral y la ganadería pasó a ser valor agregado de la agricultura”, resumió Irisarri. Y destacó: “Logramos tener 300 por ciento más de hectáreas agrícolas 300 por ciento más de cabezas, incrementando también el margen de retorno sobre el capital invertido y la rentabilidad total”.
Así las cosas, se produce un variado y bien rotado portafolio de cultivos y se convierte una parte de la producción agrícola en recursos nutricionales (fibra, energía y proteína) para la hacienda que se alimenta a corral.
En cuanto al planteo agrícola, se apuntó a incrementar la producti- vidad mediante un modelo que pivotea sobre cuatro estrategias: planeamiento, calidad de insumos, proveedores exclusivos y fertilización. Rotaciones, monitoreos semanales de los cultivos, una nutrición de todos los cultivos evaluando las dosis de acuerdo al lote y la respuesta que buscan en términos de rendimiento a cosecha o de materia seca, son algunos de los temas que plantean. La rotación es dos años de soja y luego maíz con algún centeno de cobertura invernal antes del segundo año de soja.
En lo que respecta a la ganadería, Irisarri contó que proponen una “invernada intensiva basada en lo que llaman el delivery a corral, con una nutrición balanceada, un buen plan sanitario y recursos humanos capacitados”.
Para la nutrición se usa un modelo predictivo sobre el comportamiento de nutrientes, buscando maximizar el desarrollo muscular o la deposición de grasa que permite optimizar tiempos de engorde y la cantidad de alimento evitando desequilibrios o lesiones ruminales. “Al no disponer de las pasturas para un pastoreo directo ad libitum (Nota de la redacción: a voluntad), el sistema nos permite mejorar la producción de raciones de materia seca por hectárea mejorando la eficiencia de los cortes y evitando pérdidas por pisoteo”, resaltó Irisarri. Y luego destacó: “Se logra hacer que el animal coma como lo que
CAMBIARON DE PARADIGMA TRAS DARSE CUENTA DE QUE ERAN INEFICIENTES EN LOS CULTIVOS Y EN LA HACIENDA
uno quiere”.
La invernada se hace en dos etapas. Primero una recría durante 200 días en la que los terneros se llevan de los 180 a 300 kilos. Después otros 100 días más en los corrales de terminación en los que se llevan de los 300 a los 430 kilos, listos para la venta.
La fórmula nutricional balanceada que le funciona a Irisarri, entonces, es energía a través de unos 950 kilos de maíz partido, proteína con unos 150 kilos de soja partida, proteína que aportan los 1.300 kilos de centeno, alfalfa o soja o sorgo. Y fibra, que llega de la mano de 1.800 kilos de silo de sorgo. “Así, un novillo terminado consume un cuarto de hectárea durante 10 meses y unos 1.800 kilos de materia seca y como resultado productivo te da que en una hectárea se pueden producir cuatro novillos, lo que redunda en 1.000 kilos de carne, esto es, 7,5 kilos de materia seca por kilo de carne”, resumió Irisarri.
La genética es fundamental para lograr las mejores conversiones de un rodeo que es cien por ciento Angus. “Trabajamos mucho la selección genética priorizando, con semen importando de Estados Unidos, líneas parentales que nos permitieran obtener mejores resultados cárnicos, a partir de toros con DEPs que muestren buena área ojo de bife, grasa dorsal y un frame moderado”, contó Irisarri. Lo del frame tiene dos razones: por un lado, un buen rinde del novillo terminado precozmente, y por otro lado, pensando en las vaquillonas entoradas a los 15-16 meses buscar una facilidad de parto.
Finalmente, en lo que respecta a la sanidad, el objetivo es minimizar el estrés y optimizar la capacidad de respuesta inmunológica. “Para nosotros es clave en los resultados y representa el 4 por ciento de los costos”, fue tajante Irisarri.
Al tratar de resumir los beneficios del modelo, Irisarri apunta a lo que ofrece la diversificación, “puesto que la ganadería permite disminuir los riesgos agrícolas, como ocurrió los últimos años, pe- ro también, como se presenta este 2017, con precios del novillo estancados, que no pagan la conversión de grano en carne, que sea la agricultura la que soporte el peso del sistema”.
Como dato, desde que se cambió el paradigma la renta bruta aumentó un 50 por ciento. En 2012 el margen bruto promedio por hectárea era de 150 dólares y hoy está en 250 dólares.
Consultado sobre el futuro, Irisarri consideró que imaginan cómo seguir generando valor agregado. “Por un lado, aguas atrás en la cadena de valor, apuntando a bajar los costos, innovando en producción, buscando ser más eficientes en la conversión con autoabastecimiento de pellet de soja o copos de maíz, recolectando parte de los rastrojos y convirtiendo materia seca en alimento, así como también manejando efluentes y produciendo abono”, explicó el productor del sur cordobés. Hacia el otro lado de la cadena, el desafío es buscar mejor precio para lo que venden con innovaciones comerciales. “Queremos llegar al consumidor final a partir de la asociación con frigoríficos creando identidad de marca y a partir de un fideicomiso ganadero incrementando escala con capital de riesgo”.
Se animaron al cambio y ahora ven los frutos, pero como todo innovador, no cantan victoria. Los Irisarri siguen oteando el horizonte en la búsqueda de eficiencia y rentabilidad.