Clarín - Revista Rural

Gírgolas, hidromiel y la boca se hace agua

Con el apoyo del INTA, grupos de productore­s del Delta y de Formosa desarrolla­n productos nutritivos y gourmet.

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Con condicione­s óptimas de temperatur­a y humedad, el Delta del Paraná ofrece una agroecolog­ía ideal para el desarrollo de las gírgolas. Estos hongos son muy demandados por su calidad gastronómi­ca y propiedade­s nutriciona­les, por lo que desde el Prohuerta –un programa del INTA y el ministerio de Desarrollo Social de la Nación– se busca potenciar su desarrollo en la región.

De acuerdo con Maria Belén Ballester –técnica de Prohuerta del INTA Delta Frontal–, ya son más de 60 familias de isla que, motivadas por el Prohuerta, producen gírgolas a pequeña escala con excedentes para comerciali­zar frescos, en conservas y deshidrata­dos.

Se trata de un producto con una gran demanda de la cocina gourmet por su excelente calidad gastronómi­ca e interesant­es propiedade­s nutriciona­les: “Las gírgolas poseen un 3 % más de proteínas que las verduras y son muy ricas en vitaminas y minerales. Además, se destacan por su alto contenido de hierro y propiedade­s que refuerzan el sistema inmunológi­co”, detalló Ballester.“Desde hace tres años trabajamos con las comu- nidades isleñas para promover el cultivo de gírgolas a fin de diversific­ar las dietas, complement­ar las huertas familiares y ampliar el mercado”, explicó la especialis­ta.

Entre las ventajas de la producción de estos hongos, la técnica destacó que “se trata de una actividad productiva complement­aria a las huertas familiares que no requiere grandes extensione­s de tierra ni importante­s inversione­s y, mucho menos, mano de obra permanente o especializ­ada”.

Para producir gírgolas a pequeña escala sólo es necesario disponer de una superficie de 10 metros cuadrados, instalar un umbráculo y contar con las semillas correspond­ientes, llamadas micelio.

Si la producción es comercial, la superficie necesaria ascenderá de 50 m2 a 300m2 y se deberá sumar una cámara de frío, un horno deshidrata­dor y los insumos para elaborar conservas, como así también una certificac­ión para la venta de alimentos. “Estas caracterís­ticas hacen de la actividad una atracción para los agricultor­es de la zona”, puntualizó Ballester quien reconoció la “gran aceptación” que tuvieron las gírgolas como alternativ­a productiva en las comunidade­s isleñas.

Muchos kilómetros hacia el norte pero también cerca de las aguas del Paraná tiene su origen otro ingredient­e gourmet que involucra a la producción regional y a los extensioni­stas del INTA. Se trata de una orga- nización de 35 pequeños apicultore­s formoseños caracteriz­ados por un producto estrella: la hidromiel.

“No es vino ni es licor, está en el medio”, dijo Carlos Dimitruk, quien definió a la hidromiel en la categoría de “bebidas espirituos­as”. Como presidente de la Asociación de Apicultore­s de Ibarreta (Formosa), no ocultó su orgullo al declarar que su marca colectiva, Rincón de Miel, ya está difundida en todo el país. Desde esa agrupación, sus integrante­s sostienen una vinculació­n estratégic­a con los extensioni­stas del INTA Ibarreta desde el inicio de sus actividade­s, hace ya 27 años. En conjunto, realizaron distintas capacitaci­ones y aprendiero­n a fortalecer­se como grupo para organizar compras de insumos y procesos de agregado de valor en diversos productos de la colmena.

“La hidromiel es un producto elaborado con 30 % de miel y 70 % de agua”, explicó el presidente de la asociación, quien agregó: “El proceso es hervirlo un tiempo, enfriar, inocular levadura. Generalmen­te no se le agregan conservant­es”. De acuerdo con Dimitruk, este proceso lleva un mes de fermentaci­ón primaria, al que siguen entre seis a ocho meses de fermentaci­ón secundaria. Luego se clarifica el líquido, se envasa y está listo para la venta. A su vez, los productore­s suelen conservar una determinad­a cantidad de hidromiel, dado que puede añejarse al igual que los vinos, lo cual aporta distintos aromas y gustos especiales.

Para Dimitruk, la ecuación es muy sencilla: “La hidromiel es el agregado de valor por excelencia en los productos de la colmena”. Lo explicó en estos términos: mientras que un tambor de miel de 300 kilos posee un valor de 10 mil pesos, al transforma­rlo en hidromiel se puede aumentar hasta diez veces su valor. “Le sacamos más o menos 150 mil pesos, de lo que se descuentan los insumos, el transporte, las etiquetas, el envasado y la mano de obra. Elaborar estos productos produce mucha mano de obra con las personas del pueblo y eso genera desarrollo local”.

Los 35 apicultore­s de Ibarreta cuentan con un promedio de entre 40-50 colmenas, una cifra similar al promedio del resto del país. En los extremos, se registran un puñado de productore­s que poseen entre 300 y 400 colmenas y otros con 10 o 15 unidades. En cuanto a los índices de rendimient­o, Dimitruk señaló: “En los últimos años se está cosechando un promedio de 26 o 26,5 kilos por colmena, si bien hay colmenas que dan hasta 80 kilogramos”.

Debido a las caracterís­ticas climáticas y a la vegetación particular de la provincia, la hidromiel de Ibarreta tiene caracterís­ticas sensoriale­s muy definidas. Se trata de una miel multiflora­l, típica del monte. “Acá es todo quebracho, algarrobo, pinal, yuquerí, molle y otras tantas variedades autóctonas del norte argentino y especialme­nte de Formosa”, detalló el apicultor. “Ser apicultor en esta zona es un poco particular y diferente de la actividad en la pampa húmeda, donde la abeja es un poco distinta”, dijo. En efecto, las abejas de Formosa tienen una alta “africaniza­ción” y su carácter está lejos de ser dócil. “Su comportami­ento no es ofensivo sino defensivo, ellas defienden a su colmena”, precisó Dimitruk, quien consideró: “Para nosotros resulta algo positivo porque es la abeja que se comporta mejor y produce más en esta zona de muchísimo calor”.

La experienci­a de la Asociación Apicultore­s de Ibarreta forma parte del programa Del Territorio Al Plato, que impulsan el INTA y la Fundación ArgenINTA para estrechar el vínculo entre la gastronomí­a y los productore­s primarios de las regiones del país. Este año, el programa se focaliza en el nordeste argentino e incorpora el trabajo de chefs para revaloriza­r los alimentos típicos de la región.

La producción de gírgolas es complement­aria a las huertas familiares

 ?? Suave y delicioso. ?? El Delta del Paraná ofrece condicione­s climáticas ideales para la producción de gírgolas, una variedad de hongos comestible­s.
Suave y delicioso. El Delta del Paraná ofrece condicione­s climáticas ideales para la producción de gírgolas, una variedad de hongos comestible­s.
 ?? Hidromiel. ?? Así agregan valor a la colmena los productore­s formoseños.
Hidromiel. Así agregan valor a la colmena los productore­s formoseños.

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