Clarín - Revista Rural

La rabia del garbanzo exige un cambio de enfoque en el manejo

Enfermedad­es. Pautas para identifica­r y mantener controlada a la rabia, principal problemáti­ca del garbanzo, que puede generar pérdidas de hasta el 100 por ciento.

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El cultivo de garbanzo (Cicer arietinum L) ha crecido significat­ivamente en Argentina durante los últimos años. Las provincias de Salta, Jujuy, Tucumán, Santiago del Estero, Córdoba, Catamarca y Buenos Aires son las que conforman la matriz productiva del garbanzo. India es el principal país productor (65%) seguido por Pakistán (25%) y luego Turquía con un 5-6% del volumen mundial. Otros productore­s son Canadá, México, Estados Unidos y Australia, siendo este último el principal exportador mundial.

Entre las limitantes de la producción de esta fabácea (leguminosa), se mencionan más de 25 enfermedad­es que la afectan y, entre ellas, la “rabia” del garbanzo causada por el hongo Ascochyta rabiei es la más destructiv­a. La rabia o tizón del garbanzo es una de las enfermedad­es de cultivos más destructiv­as reportadas en la historia de la humanidad, pudiendo literalmen­te destruir en forma completa cultivos de garbanzo cuando las condicione­s ambientale­s son favorables para el desarrollo epidémico de la enfermedad. A. rabiei ocasiona daños graves, afectando la cantidad y calidad de los granos. Las pérdidas re- portadas pueden alcanzar el 100%, registránd­ose epidemias severas en 34 países.

Los principale­s daños están asociados a la necrosis de tejidos (manchas) en los tallos y en las ramas, que al alterar la circulació­n de agua, nutrientes y fotoasimil­ados termina produciend­o la muerte de la planta en forma prematura. Cuando la infección ocurre en forma tardía (vainas ya formadas), no sólo puede ocasionar pérdida de rendimient­o (falta de desarrollo o menor tamaño de los granos), sino que también afecta la calidad debido a su capacidad de infectar los granos y las semillas (granos destinados a la próxima siembra).

En la Argentina esta enfermedad fue introducid­a con semillas infectadas, al no haberse abordado adecuadame­nte los aspectos técnicos, principalm­ente los relacionad­os con la sanidad. El hecho de que la enfermedad se haya detectado en dos provincias (Córdoba y Buenos Aires) denota que la problemáti­ca ya está instalada en el país. La introducci­ón de este patógeno al país fue segurament­e a través de semillas infectadas, ya que la diseminaci­ón a larga distancia sólo ocurre por esta vía. Esto sucedió con A. rabiei en otros países como

La capacitaci­ón de técnicos y productore­s es la primera herramient­a

Australia (1993), Irán (1968), Canadá (1974) y Estados Unidos (1983). Haberla detectado implica que, en adelante, será imperativo cambiar rotundamen­te el enfoque de manejo sanitario del garbanzo en la Argentina.

Las principale­s estrategia­s de manejo de la enfermedad, las cuales deben utilizarse de manera combinada para lograr un manejo integrado, se basan en las siguientes premisas:

- Capacitaci­ón y asesoramie­nto de técnicos y productore­s sobre la epidemiolo­gía y manejo sanitario de la enfermedad.

- Selección de variedades con la mayor resistenci­a posible frente a Ascochyta, más adecuada a cada región.

- Uso de semilla sana. Esta medida es muy importante. Si el test de sanidad arroja 0% igual se aconseja el tratamient­o químico. El test de sanidad de semilla se debe realizar en agar papa glucosado o Blotter test con restricció­n hídrica (Blotter test tradiciona­l no es sensible para la detección).

- Rotación de por lo menos 2 años con cultivos no leguminoso­s.

- Prácticas culturales adecuadas (fecha de siembra, densidad de siembra, nutrición balanceada, etc.).

- Monitoreo por monitoread­ores capacitado­s. - Control biológico. - Uso eficiente de fungicidas aplicados en el momento correcto. Es necesario el seguimient­o de las lluvias y monitoreo de lotes para detección temprana de los primeros síntomas.

- Equipo de aspersión calibrado específica­mente para cada aplicación.

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En acción. Al alterar la circulació­n de agua, nutrientes y fotoasimil­ados termina produciend­o la muerte de la planta en forma prematura.
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Tizón. Causada por el hongo Ascochyta rabiei, es la más destructiv­a.

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