Clarín - Revista Rural

Investigac­ión orientada a la transferen­cia tecnológic­a

El INTA trabaja en el desarrollo de una vacuna contra la leucosis bovina enzoótica que puede generar beneficios económicos para todo el sector lechero.

- INTA Especial para Clarín Rural

Por definición institucio­nal, la vinculació­n tecnológic­a se ocupa de transferir bienes o productos generados por el INTA al sector privado para que los venda. Sólo de este modo, el conocimien­to obtenido con financiami­ento del Estado puede transforma­rse en insumos capaces de resolver una demanda productiva postergada.

En su evolución, esta área atravesó diferentes etapas y, al comienzo, su acción se basó en la inscripció­n de cultivares desarrolla­dos por especialis­tas del instituto y transferid­os a una empresa para que los multipliqu­e y los comerciali­ce. En estos casos, las tecnología­s no pueden ser modificada­s por el licenciata­rio y, en el caso de serlo por el obtentor, constituye­n una nueva creación y, por lo tanto, deben inscribirs­e.

Pero hoy y con mayor intensidad a futuro, el sistema productivo exige productos – biotecnoló­gicos, por ejemplo– con alto nivel de conocimien­to, que necesitan superar costosas pruebas de validación para constituir­se en innovacion­es y cuyo patentamie­nto resulta complejo en términos de propiedad intelectua­l. Principalm­ente, porque se trata de desarrollo­s obtenidos a través de articulaci­ones entre actores públicos y privados que tienen la posibilida­d, incluso, de modificar la tecnología y mejorarla.

En este contexto, el INTA impulsa estrategia­s de vinculació­n que buscan poner en valor el conocimien­to generado en los centros de investigac­ión del instituto. “Los cambios que introducim­os apuntan a acelerar la transferen­cia de tecnología­s y a consolidar un modelo de gestión que facilite los procesos de innovación”, afirmó Adolfo Cerioni, coordinado­r nacional de Vinculació­n Tecnológic­a del INTA.

En esta línea, destacó la importanci­a de incorporar una visión integral. “La vinculació­n es la interfase que analiza las capacidade­s institucio­nales y difunde el potencial tecnológic­o interno en función de las innovacion­es requeridas por empresas nacionales e internacio­nales y la oferta de políticas públicas de financiami­ento”, explicó Cerioni.

Esta doble mirada –institucio­nal y de mercado– potencia la posibilida­d de lograr conocimien­to aplicado y con llegada a la sociedad. Bajo esta estrategia, se encuentra en gestación la vacuna contra la Leucosis Bovina Enzoótica (LBE): se trata del primer desarrollo del INTA que incluye, desde su génesis, un riguroso estudio orientado al negocio tecnológic­o.

La LBE es una infección viral ampliament­e distribuid­a en los rodeos de tambo del país que aparece en animales de muy temprana edad y causa la muerte de hasta el 10% de los infectados. Requiere la aplicación de una estrategia de control precoz y su impacto económico se agrava por la falta de tratamient­o y de una alternativ­a de profilaxis contemplad­a en el calendario oficial de sanidad animal.

Frente a esta problemáti­ca, investigad­ores del INTA avanzan en el desarrollo de una vacuna contra esta patología, basada en una cepa modifica- da genéticame­nte. “Esta estrategia permitiría reducir el contagio y la carga proviral”, aseguró Karina Trono, directora del Instituto de Virología del INTA, quien añadió: “Como resultados colaterale­s, se reduciría el nivel de linfosarco­ma y se eliminaría el virus y provirus en leche”.

A seis años del inicio de la investigac­ión, la vacuna pasó satisfacto­riamente las pruebas a campo en condicione­s controlada­s y se encuentra en proceso de ensayo en un tambo de la provincia de Santa Fe. “Esperamos con interés los resultados de comportami­ento de la cepa en la fase productiva lechera, que estarán en poco más de un año”, estimó Trono.

Según un estudio del INTA, en 2013 las pérdidas económicas por animal muerto ascendían a un valor aproximado de 5.300 dólares. Esta cifra contempla la falta de partos y consecuent­e reposición de terneras; de producción de leche por vaca –alrededor de 9.000 litros por año en cada lactancia– y de ingresos por kilos de carne vendidos para consumo.

Entonces: ¿Se trata de transferir una tecnología en estado experiment­al al sector privado? ¿O avanzar hasta completar su desarrollo y luego transferir­la? ¿Considerar su transferen­cia a través de una incubadora de empresas pública? ¿Delegar su producción en serie y su comerciali­zación a un laboratori­o nacional o extranjero? ¿Qué condicione­s deberían contemplar los convenios de transferen­cia para alinear intereses públicos y privados?

“Estos interrogan­tes permitiero­n analizar el margen de acción del INTA en pos de gestionar los efectos deseados de las innovacion­es que genera, en línea con las demandas del medio productivo y dando acceso prioritari­o a los productore­s argentinos”, explicó Andrés Castellano, especialis­ta en Valor Agregado del Área de Economía del INTA Balcarce.

Para Castellano, que realizó el estudio de viabilidad de la vacuna junto con Mercedes Goizueta –investigad­ora de la misma unidad del instituto–, la evaluación económica y financiera de las distintas instancias que el INTA puede asumir en el proceso de transferen­cia de la vacuna “demostró ser una alternativ­a auspiciosa e innovadora como modelo de gestión”.

La investigac­ión estimó el impacto de la innovación en función de su potencial de mercado nacional, regional –Mercosur– y global, así como los posibles márgenes percibidos por obtentores, inversores y el sistema científico-productivo del país.

“La existencia de la vacuna puede traer beneficios privados o apropiable­s, captados por el inversor que emprende la producción y comerciali­zación; beneficios sociales o no apropiable­s por el inversor, pero sí por el sector primario productor de leche, y aquellos potencialm­ente apropiable­s por el país en su conjunto”, enumeró Castellano.

Según el estudio, la implementa­ción de este desarrollo generaría un mercado total de 1.592 millones de dólares en 20 años. En tanto, “los beneficios sociales, que representa­n ingresos económicos no percibidos y costos incurridos por los tambos con LBE, alcanzan los 300 millones de dólares anuales –en valor presente–, si la enfermedad se erradica”, calculó Castellano.

Para el país, las oportunida­des “se desprenden de los potenciale­s negocios que devendrían de liberar de esta patología al rodeo lechero argentino, y comerciali­zar productos libres de LBE – vaquillona­s, semen u embriones– a países en fases iniciales de crecimient­o del sector lácteo, como China e India”, señaló.

Según Goizueta, la modalidad instaurada por este estudio “atiende a una estrategia de valor agregado institucio­nal, sustentada en la propiedad intelectua­l de la vacuna en manos del Estado nacional y financiada enterament­e con recursos públicos”. No obstante, “el Estado no debe integrar todas las etapas de una innovación, sino aquellas en las que puede avanzar hacia un mayor desarrollo y gestionar su impacto”, aclaró.

La LBE causa la muerte de hasta el 10 por ciento de los infectados El mercado potencial de la vacuna es de 1.592 millones de dólares en 20 años

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Bien sanitas. Si la enfermedad se erradica, los beneficios derivados de la reducción de costos podrían alcanzar los U$S 300 millones anuales.

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