Cómo encaran la campaña 2018/19 los productores
El fracaso de la última cosecha por razones climáticas dejó situaciones desparejas en las empresas de todo el país. Cómo se acomodan y qué factores inciden en la toma de decisiones de los productores de cara a una nueva campaña que podría marcar la recuperación.
Clarín Rural Revista conversó con productores agrícolas y asesores de diversas zonas para saber cómo quedaron parados tras la accidentada campaña 2017/18, cómo encaran la que acaba de empezar y cuáles son las estrategias para avanzar a paso firme en el mediano y largo plazo.
Hace poco más de un año, con el regreso definitivo de los cultivos de invierno a las rotaciones y una alta intención de siembra de cultivos de verano, estaba todo dado para que el campo encarara una nueva campaña récord. Pero, se sabe, la agricultura está signada por los imponderables. Primero, las persistentes lluvias de fin de otoño aguaron la siembra de trigo obligando a un importante recorte del área, y más tarde una brutal sequía y luego la inundación golpearon a los cultivos estivales en la mayoría de las regiones para derribar el entusiasmo inicial y dar como resultado la peor cosecha de los últimos años. La soja tuvo una estrepitosa caída de 22 millones de toneladas respecto a la campaña anterior y llegó apenas a los 35 millones de toneladas, el menor volumen desde la campaña 2008/9. Por su parte el maíz frenó seis años consecutivos de crecimiento y cayó al nivel de producción de la campaña 2012/13: 32 millones de toneladas.
Por supuesto que el efecto fue desparejo, el clima golpeó más a algunas zonas que a otras. Además, los más prolijos con la gestión comercial lograron amortiguar el golpe sufrido en los rindes capturando precios atractivos, pero aun así la consecuencia actual es, en general, una situa- ción de estrechez financiera. Es que la devaluación que volvió más jugoso el valor de los granos en el mercado local también empujó hacia arriba los costos para la próxima apuesta. Y la espalda de las empresas e instituciones, de pronto, se hizo más angosta.
“Pensando en empresas cuya actividad principal es la agricultura, hubo mucha disparidad de rendimientos entre zonas, generando situaciones muy diferentes. Regiones como el sudeste de Buenos Aires, parte del oeste y la región del NEA tuvieron en general buena producción y rentabilidad positiva. Regiones como Entre Ríos o el centro norte y el sudoeste de la provincia de Buenos Aires, o el noreste de La Pampa, fueron afectadas por las lluvias -por exceso o por defecto según el momento- con lo cual los rindes fueron muy bajos y la renta negativa sobre campos arrendados”, detalla el consultor de empresas agropecuarias Teo Zorraquín. Y añade: “En función de esto, la principal limitante pareciera ser la financiera si se mira el promedio general, ya sea porque se perdió capital de trabajo o porque hubo un aumento de costos”.
Apenas superada la primera mitad del año y en pleno avance de la campaña 2018/19, parece ser buen momento para mirar hacia atrás, entender lo que sucede en el presente y
Algo que inquieta es la incertidumbre respecto a lo financiero y al costo del capital. Por supuesto que la volatilidad de la macroeconomía es un factor permanente de incertidumbre y a veces enojo, pero gran parte de los productores argentinos han pasado por situaciones similares en el pasado” Teo Zorraquín Consultor de empresas agropecuarias Tras la floja cosecha, muchos necesitan financiamiento, y el crédito se encareció En el norte, la diversificación de cultivos y actividades les da a las empresas una base de sustento más amplia. Los niveles de variabilidad son tan elevados que tener varias actividades les permite poder salir de algunas crisis mejor posicionadas” Diego Segura Asesor de empresas en Tucumán En las últimas campañas, el cultivo de soja viene arrojando los márgenes más bajos de todos los cultivos de la rotación. Por ello bajó en la zona el área y aumentó girasol y maíz, que con bajas densidades y siembras tardías está logrando muy buenos rindes y estabilidad” Lucas Santos Productor y asesor marplatense Los factores de incertidumbre a la toma de decisiones son el tipo de cambio y los elevados costos, entre ellos el precio del combustible. No haremos nuevas inversiones este año porque los créditos están elevados y las ganancias son mínimas” Aldo Ranni Productor del norte de Buenos Aires Sacamos las retenciones porque tenemos que exportar y generar trabajo. Las retenciones no son inteligentes y destruyen el futuro. El desafío es convertirnos en un país líder en exportación de alimentos y seguridad alimentaria” Mauricio Macri Presidente de la Nación La soja se perfila menos atractiva y se espera un aumento del área con maíz
aventurar un rumbo hacia el futuro. ¿Cuáles son las tendencias que se insinúan en los lotes del país? ¿Sigue siendo la soja el cultivo que salva la ecuación de las empresas? ¿O es el trigo el que aporta el plus de seguridad a las empresas?
Según el último informe de la Bolsa de Comercio de Rosario, el ciclo 2018/19 apunta a dejar un nuevo hito en la historia del trigo al superar por casi 2 millones de toneladas a su mayor marca de producción, la del 2016/17. La entidad afirma que los márgenes, la necesidad de rotar y combatir malezas y la necesidad más importante, la de volver a contar con fondos para financiar la próxima gruesa, expanden la frontera agrícola del cultivo. “El aumento de área sería del 14 por ciento respecto al ciclo pasado. Teniendo en cuenta los niveles productivos de los últimos años, la producción de esta campaña podría dejar un nuevo récord histórico, con 20 millones de toneladas”, indica el informe.
Hasta el momento de cierre de esta revista -y considerando los pronósticos-, el clima favorecía la siembra. “El inicio del invierno fue muy húmedo y se demoraron los trabajos de preparación de los lotes y la siembra. Por suerte, sobre fin de junio y julio se revirtió y el clima viene siendo favorable”, dice Lucas Santos, productor y asesor agrícola marplatense que trabaja en la zona que va desde la cuenca del Salado hasta Balcarce, un bas- tión triguero. Y agrega: “Los últimos días se avanzó mucho con los trabajos de siembra y en general se está sembrando en fecha. En la zona sudeste, en las últimas dos campañas aumentó la proporción de cultivos de invierno (mayormente trigo y luego cebada). Creo que esta campaña se va a mantener esta tendencia”,
La situación del sudeste bonaerense es similar a la de muchas zonas de Santa Fe, por ejemplo, donde este año se apostó fuerte por el trigo, pero no se parece a la que describe para Tucumán el productor y asesor Diego Segura. “Actualmente la superficie sembrada con trigo ronda en un 50 por ciento con respecto a los últimos años, y en el caso del garbanzo estamos en un 25 por ciento con respecto al último año. La principal causa se llama “humedad de suelo”. Tuvimos un verano muy complicado en cuanto a precipitaciones y entramos al otoño con los perfiles muy secos (40 por ciento de la capacidad del cam- po)”, describe.
Según explica Segura, en Tucumán -y seguramente en muchas zonas del NOA y NEA donde las lluvias se concentran en el verano- el riego se transformó en una herramiento fundamental, sobre todo para cultivos como el trigo que exigen una inversión inicial muy alta. “En la zona, cuando el lote sale de soja, mantenerlo limpio en barbecho químico cuesta unos 70 dólares por hectárea, un importe para nada despreciable. Actualmen- te, el costo directo del trigo es de 140 dólares por hectárea, por lo que solo algunos productores se animaron a sembrar asumiendo un riesgo alto de que no vuelva a llover nada”, dice el asesor.
Pero más allá de las particularidades de cada zona, lo cierto es que en la mayoría de las regiones agrícolas el año pinta bueno para los cereales de invierno. Como remarca Zorraquín, “la campaña 2018/19 presenta una mayor superficie dedicada a la cosecha fina (trigo y cebada) que se va sembrando en general sin restricciones climáticas”.
El productor y contratista Aldo Ranni, de Ascensión, en el norte de Buenos Aires, representa la foto actual de los productores medianos de esa zona. Él explica que los contratiempos de la última campaña fueron sobre todo climáticos, que el temporal dañó mucho tanto a la soja de primera como de segunda en rinde y calidad, pero que aun así la siembra de invierno creció un 30 por ciento respecto a otros años. “En invierno se están sembrando trigo y cebada, pero en el verano pensamos hacer un poco menos de soja de primera y algo más de maíz”, detalla.
Para el verano aún quedan meses en los que puede pasar cualquier cosa, pero los productores ya empiezan a armar sus estrategias. Para soja se esperan, según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, algo más de 18,5 millones de hectáreas sembradas, y
La diversificación de cultivos y actividades es una estrategia muy extendida La ganadería, a pesar de su ajustada renta actual, aporta solidez a las empresas
para maíz la superficie estaría en el orden de los 7 millones de hectáreas. Estas cifras, sumadas a las algo menos de 6 millones de hectáreas estimadas para el trigo y las dos millones de hectáreas de girasol, son una buena noticia que habla de una rotación más equilibrada que la de hace unos años, cuando el maíz no llegaba a ocupar un cuarto de lo que ocupaba la soja y el trigo era apenas una aventura de los conservacionistas.
“La gruesa presenta un escenario donde aumentaría la superficie sembrada en general, con superficies de soja y maíz algo superiores al año pasado y girasol en valores similares. La caída del precio de todos los granos todavía genera algunas dudas. Si se cumple este pronóstico crecería algo más la superficie de gramíneas que la de soja y girasol, pero todavía falta un poco para que se defina con mayor precisión”, resume Zorraquín.
Por su parte, el marplatense Santos comenta que en las últimas campañas el cultivo de soja viene arrojando los márgenes más bajos de todos los cultivos de la rotación. “Por eso bajó en la zona el área y aumentó girasol y maíz. En el caso del maíz, de la mano del manejo de bajas densidades y siembras tardías se están logrando muy buenos rindes, más estabilidad y baja en los costos de semilla, por ello se vio un aumento en el área. Creo que esta campaña se man- tendrá esta tendencia”, dice.
Conociendo las intenciones de siembra, cabe preguntarse cuáles son las variables que pueden modificar el escenario. Concretamente, ¿cuáles son, en este momento, los principales factores de incertidumbre en la toma de decisiones?
Para Ranni, son “el tipo de cambio y los elevados costos, entre ellos el precio del combustible”. Santos agrega el valor de los arrendamientos. “En el caso de trabajar en campos alquilados es siempre la principal variante del riesgo. Y la incertidumbre en el valor del dólar, que hará que se retengan los granos hasta posicionarse en insumos o arrendamientos”, dice.
Y a estos, sin duda en las últimas semanas se agregó el fantasma de las retenciones, aunque el miedo parece estar asentado en rumores sin demasiado sustento. Zorraquín lo resume de esta manera: “Algo que inquieta es la incertidumbre respecto a lo financiero y al costo del capital. Por supuesto que la volatilidad de la macroeconomía es un factor permanente de incertidumbre y a veces enojo, pero gran parte de los productores argentinos han pasado por situaciones similares en el pasado. Sí generan incertidumbre ciertas declaraciones de los opositores al gobierno actual proponiendo aumento de retenciones, límites a la exportación o medidas similares que fueron probadas hace poco tiempo y que sin duda fracasaron como herramienta para solucionar problemas del agro o del país”.
Las palabras del Presidente Mau- ricio Macri respecto a las retenciones fueron claras: “Sacamos las retenciones, porque tenemos que exportar y generar trabajo. Las retenciones no son inteligentes y destruyen el futuro”, dijo hace pocos días en una conferencia de prensa. Y agregó: “El desafío es convertirnos en un país líder en exportación de alimentos y seguridad alimentaria”.
El rumbo político parece ser claro pero la desconfianza tarda en irse. Por eso, muchas empresas mantienen en la heladera las intenciones innovadoras, pero también están los que levantan la vista hacia el mediano y largo plazo y se apoyan en esa visión para diseñar sus estrategias.
Ranni, por ejemplo, dice que en este momento no tiene en mente ninguna inversión importante “porque los créditos están elevados y las ganancias son mínimas”, y para el futuro afirma que su estrategia consiste en “seguir diversificando, sembrar todos los cultivos -ya que trigo y maíz están sin retenciones- y mantener la ganadería para el mejoramiento de las tierras y diversificación”.
Zorraquín pone énfasis en aclarar que las decisiones sobre el rumbo dependen de cada empresa y de cuál sea su actividad. “No es la mismo si hace agricultura que ganadería, tambo o algunas actividades de economía regional, pero la innovación suele ser permanente en los procesos y en la capacidad de adaptación”, dice el consultor. Y añade: “Respecto a las inversiones, pareciera que seguirá siendo alta la aplicación de tecnología y qui-
Para quienes trabajan en campo arrendado, ese siempre es un factor de riesgo Zorraquín: “Los que hacen agricultura de escala buscan ’hacer mejor lo que hacen’”
zás se frenen temporalmente algunas inversiones esperando un menor costo del dinero”.
Por su parte, Segura también menciona a la la diversificación de cultivos y actividades y explica que en el norte, a las empresas eso les da una base de sustento más amplia. “Los niveles de variabilidad son tan elevados que tener varias actividades les permite poder salir de algunas crisis mejor posicionadas. En general, las empresas están tendiendo a tener una amplia gama de cultivos y acti- vidades relacionadas al campo que no solo son hacer soja/trigo y maíz”, dice. Respecto a las inversiones factibles, el asesor del NOA agrega que en el último tiempo las empresas vienen invirtiendo en maquinarias nuevas y de mayor tecnología.
Muchos kilómetros más al sur, Santos dice que en su zona está viendo cada vez un mayor interés en el uso de cultivos de servicios. “En el caso de esta zona, lo pensamos como estrategia para ayudar al control de malezas resistentes y la disminución en el uso de agroquímicos”, afirma.
Luego , el productor marplatense agrega que la ganadería también está despertando cada vez mayor interés para aportar estabilidad a las empresas, sumado a que se está viendo en el mediano plazo una mejora en el negocio. “Creo que en los planteos mixtos hay mucha sinergia entre actividades”, resume.
Y Zorraquín aporta su visión global de las empresas agropecuarias. “La diversificación entre cultivos es habitual como factor de distribución de riesgos, y en algunos casos hay un aumento de la ganadería aprovechando suelos de menor potencial. Esta actividad aún presenta algunas relaciones de precios que complican su renta actual, aunque con expectativa de mejora. La integración se da en menor cantidad de empresas, aunque para algunas sea una línea de acción posible. La mayor parte de las empresas que hacen agricultura de escala parece que buscan “hacer mejor lo que hacen”, ajustando tecnología, sembrando por ambientes, capacitando a sus equipos y tratando de no perder escala”, concluye.