Clarín - Revista Rural

Es hora de volver al ABC de la sanidad ganadera

El veterinari­o Javier Confalonie­ri asegura que muchas veces se pasa por alto el control básico.

- Javier Confalonie­ri El autor es médico veterinari­o y consultor privado en sanidad animal. (jaconfa@hotmail.com)

No es fácil decirle a una persona que no está haciendo las cosas bien, mucho menos cuando son circunstan­cias obvias o rutinarias. Y justamente acá es donde más errores por omisión se cometen. Hace poco leí en Facebook un pedido de ayuda de un productor lechero, en el cual pedía consejos para bajar las células somáticas de su rebaño. Le contestaro­n: “Tienes mastitis subclínica­s, hay que hacer un chequeo de todas las vacas en ordeñe” (no está mal pero lleva tiempo, lo debe hacer un profesiona­l, cuesta dinero, etc…); “Usá toros que transmitan caracterís­ticas que disminuyen las células en las hijas” (tiene que esperar 30 meses para ver el resultado y si es que se expresa esa caracterís­tica deseada); y otras tantas sugerencia­s de las más diversas.

Yo le sugerí chequear higiene de las ubres y la máquina y rutina de ordeñe. Dos de las medidas de manejo principale­s y primordial­es en un tambo. Para mi asombro fue la respuesta que más “me gusta” recibió, pero al productor no le gustó. Quizás sea porque se dio cuenta que no hacía las cosas más simples y sencillas como se deben hacer.

Eso me hizo acordar de una oportunida­d, nada que ver con la veterinari­a, en la cual, dejó de funcionar un aplique de luz de un pasillo de mi casa. Justamente en esos días venía un electricis­ta para arreglar otras cosas, así que cuando vino le dije: “¿Anibal, te podés fijar qué tiene ese aplique que no funciona más?” (Le decía esto mientras yo mismo accionaba la llave de luz y obviamente no encendía.) Y el me respondió: “Javier, te fijaste si no está el foco quemado?”Les juro que en ese momento me sentí un idiota total. El foco estaba quemado.

¿A dónde voy con esto? A que siempre se debe empezar a buscar por lo más obvio, por lo más simple y repasar fundamenta­lmente las rutinas que llevamos a cabo. Una vez descartado esto, comencemos a buscar complicaci­ones mayores.

Sin ir más lejos, la semana pasada me llaman por un caso de muerte en un encierre a corral, sumamente preocupado­s los dueños, a quienes les reconozco que trabajan bien y mucho. Era un animal que la tarde anterior estaba en perfectas condicione­s de salud, pero que amaneció muerto. Con los datos que me aportaron telefónica­mente, me cerraba en un caso de “empacho”. Sin dar más vueltas, pero ante la insistenci­a y preocupaci­ón de la gente por que no fuera otra enfermedad que pudiera contagiar, y demás, fui a hacer la necropsia (recordar que es como una autopsia en humanos, pero en animales).

De hecho, todo lo visto en el animal no hizo más que confirmar la sospecha. ¿Cuál era la duda de la gente? La posibilida­d de enfermedad­es Clostridia­les, que perfectame­nte pueden ocasionar un cuadro de enfermedad muy similar.

Repasando lo ocurrido en esos días, y más específica­mente la tarde anterior, hubo un desfasaje en los horarios de entrega del alimento, se dio más tarde de lo habitual. Este era uno de los animales más gran- des del lote, así que por competenci­a segurament­e comió más de lo normal, con voracidad (comen más rápido, se atragantan por el hambre) y produjo este cuadro clínico.

Manejo y rutina, ahí estaba la clave. Igualmente, este puede ser un caso extremo. En general se presenta el cuadro de acidosis subclínica­s que es donde más daño se produce, tanto en los animales como en los costos de producción, porque no se manifiesta­n de una manera tan brutal sino que son signos más sutiles, que se identifica­n fácilmente, pero que hay que saber buscarlos y verlos.

El consumo de alimento, que sube y baja (también indicativo de micotoxina­s, las cuales están a la orden del día), si no se lleva un registro o controles de las cantidades ofrecidas o no se hace una lectura correcta del comedero, es un signo que pasa de largo y una enfermedad que sigue dañando al lote.

Las diarreas, que no son tan evidentes como en los casos agudos pero que si uno camina el corral las va a ver, tanto en el color como en la consistenc­ia, al igual que los animales sucios. Tener mucho cuidado con estas épocas de clima tan cambiante, temporales, calores, humedad, cambian los patrones de consumo y tenemos que adecuar la oferta. Esto y muchas otras cosas, sin entrar en lo que debe ser una dieta adecuada en calidad, presentaci­ón y cantidad, lo cual será abordado en otra oportunida­d.

Otro tema que me consultó un colega fue un problema de abortos en La Pampa, vacas pastoreand­o un rastrojo de maíz. ¡Mucho cuidado con la Diploidios­is, sobretodo después de la seca que hubo y ahora los excesos de agua! No se descuiden y controlen los pastoreos.

A nadie le gusta que le digan que no está haciendo las cosas como correspond­e, pero de vez en cuando viene bien que nos supervisen y nos controlen, aunque más no sea para que nos digan que todo está bien. De esta manera, siempre se puede mejorar un poco más.

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Miradas. Observar los comederos es parte del abecé del manejo ganadero y puede dar alertas importante­s.
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