Un horizonte desafiante
Un panel de especialistas de diferentes áreas aportó una visión integral de lo que la Argentina y el sector agropecuario necesitan para hacer frente a los desafíos que vienen. La acción en conjunto y las nuevas tecnologías serán clave.
Frente a un mundo que demanda cada vez más alisi mentos, la producción agrícola enfrenta nuevos interrogantes. Ya no se trata solo de producir en cantidad y enfocarse en cómo alcanzar altos rindes, sino elaborar un profundo replanteo en un amplio abanico de temas. Así, ganan relevancia cuestiones que van desde la forma de hacer negocios a la política, pasando por el impacto de las nuevas tecnologías y la sustentabilidad de los procesos.
En el marco del Congreso Nacional CREA, un grupo de referentes en distintas disciplinas abordaron estas cuestiones, para atisbar hacia dónde se dirige el futuro de la producción agrícola.
Iván Ordoñez es un economista de la UBA especializado en agronegocios, y desde su perspectiva, bien el futuro de la producción reside en la biotecnología, hay un factor al que los productores deben prestar atención: el manejo del riesgo en su actividad, que siempre realizan de manera individual. Para el economista, esta situación llegó a su punto máximo. “Es el momento de disminuir el riesgo de manera colectiva, y para eso debe existir diálogo entre sectores”, remarcó.
En este punto, Ordoñez presentó un concepto superador del accionar individual, que denominó acuerdo colectivo, y citó como ejemplo la erradicación de la fiebre aftosa. Para el especialista, esta instancia constituye un acuerdo “intrasector”, que dió a la cadena de valor de la carne un mejor posicionamiento a nivel nacional y en mercados externos.
Ordoñez señaló que un segundo paso en este acuerdo colectivo sería abrir el juego hacia otros ámbitos. “Debemos dialogar con otros sectores que están en su
propia zona de confort, como el financiero, y explicarle quiénes son los productores”, sostuvo.
En esta dirección, Ordoñez evaluó que el sector financiero queda fuera de una gran porción del negocio. “Hay que explicarle que el mejor productor no necesariamente es aquel que presenta activos como garantías, sino el que asegura un flujo de ingresos estable que le permite repagar su crédito”, resumió.
La política también contó con un espacio destacado en este análisis, tanto desde el desempeño de sus protagonistas como en el papel que juegan las nuevas tecnologías. Rodrigo Zarazaga es un sacerdote jesuita, que a su formación religiosa agregó un doctorado en Ciencias Políticas. Y fue muy claro a la hora de demarcar el poder transformador que el accionar de la política tiene en el desarrollo de una comunidad: “Es la que más puede transformar el país y afecta el bien común, es necesaria la vocación por la política”.
Y para reforzar esta idea, señaló que si bien existen en nuestro país alrededor de 5.000 ONGs, ninguna de ellas cuenta con el poder de transformación que tiene el Estado nacional. Para el religioso, el punto de partida para pensar en un país moderno y desarrollado está compuesto por políticos honestos y atentos a las demandas de los sectores más vulnerables. “La desigualdad se ha incrementado mucho, y esta realidad exige una respuesta política, sin ignorar a los sectores más pobres”.
Otro factor en donde Zarazaga hizo foco es en la participación de la población, en un escenario socioeconómico en que la desigualdad entre clases sociales se vislumbra cada vez más aguda. “Hay que participar más, armar nuevos partidos políticos y alentar a que los jóvenes se sumen”, destacó.
Al momento de pensar en el vínculo entre políticas y nuevas tecnologías, el aporte de Santiago Siri fue fundamental. Este joven emprendedor es el creador del Partido de la Red, que fomenta participación democrática por me- dio del uso de las redes sociales.
Con el trabajo en red como ariete, Siri propone un cambio en los modos tradicionales de pensar y hacer política, una democracia on line impulsada por el uso cada vez mayor de las redes sociales, que permitan canalizar la inteligencia colectiva. “Hay una gran crisis de representación y el sistema político no está preparado para atender los reclamos de una clase media emergente”, sostuvo.
Para Siri, hay que canalizar la agitación que generan las redes sociales y emplearla como fuerza impulsora para pasar a una etapa de construcción. Y cambiar las actuales consignas populares que surgen al calor de la disconformidad: “Que no se vayan todos, sino que entren todos”, puntualizó.
Los productores deberán prestar atención a su manera de hacer negocios y pensar la política, en un mundo en donde la tecnología avanza a pasos agigantados.