Pensar el trabajo rural
El trabajo rural no es sencillo, nunca lo fue. A todas las situaciones que se quieran buscar para compararlo o asimilarlo a una actividad industrial, les faltará siempre la contingencia que genera el propio ambiente natural.
Y en ello va el clima, el suelo con sus relieves, topografías y conformaciones variadas, la disponibilidad de agua y su calidad, las distancias a cubrir con caminos que no siempre están en buen estado, las comunicaciones y sus inconvenientes, el aislamiento de la familia, las dificultades para la educación de los hijos y, como si fuera poco, las vicisitudes y peripecias cotidianas como roturas de maquinarias, de aguadas, o de instalaciones; la vaca que se cae y que rápidamente hay que medicar, el ternero con diarrea que o se lo cura o se muere, las dificultades para pedir ayuda, aún con la existencia de celulares e internet, por la falta de señal o su funcionamiento deficiente. El hombre que trabaja en el campo tiene que responder a todas y cada una de esas circunstancias, para lo cual despliega sus conocimientos, habilidades, experiencias, y anhelos.
Las transformaciones recientes están caracterizadas por una aceleración de los tiempos en los profundos cambios que se venían manifestando desde las últimas décadas del siglo XX. Especialmente en la región pampeana, los territorios rurales se urbanizan, la gente que la habita se traslada a los pueblos y ciudades, la producción agropecuaria se concentra, la mecanización incorpora la automatización, la robótica y aparece la georreferenciación. El uso del GPS no se limita a un aparatito que con amable “voz galaica” nos dice y muestra qué camino tomar; por el contrario, ha sido incorporado a prácticamente toda la actividad rural. Los drones ya se utilizan para múltiples tareas.
Pero atención: siempre en cada novedad tecnológica hay un hombre que la hace funcionar para hacerla utilizable.
En el espacio rural la clave de su transformación sustentable está en comprender la interdependencia que cada individuo tiene del otro, sea cual fuere el lugar que ocupe. Interdependencia que al ser reconocida y asumida debiera acortar diferencias entre las personas, para lo cual generar ámbitos de debate e intercambio que den lugar a procesos de aprendizaje constante entre todos los involucrados es una de las acciones que no hay que soslayar.
Con la idea de acompañar esas transformaciones, en la Escuela MC y LM Inchausti, de la Universidad Nacional de La Plata, surgió el Centro de Capacitación Integral para el Trabajo Rural (CCITR), que toma como ejes de sus propuestas la educación y capacitación en el mismo lugar de trabajo, las buenas prácticas y los procesos de calidad como orientadores de la producción en la mejora continua, la acreditación de saberes por parte de la UNLP y los acuerdos interinstitucionales, que permiten integrar a la estructura del Centro a organizaciones rurales, instituciones públicas y empresas.
El método de aprendizaje propuesto por el CCITR parte de la puesta en juego de los conocimientos y las habilidades que poseen todos los que interactúan, en un ámbito donde las experiencias de vida y de trabajo de cada persona se van enriqueciendo con la práctica y la reflexión conjunta de trabajadores, docentes, productores y contratistas.
Por todo esto, el CCITR organiza el Primer Encuentro Regional “para repensar el trabajo rural”, que se hará el 19 de junio en la Escuela Inchausti de 25 de Mayo, provincia de Buenos Aires. Será un buen momento para pensar estos desafíos. t