Clarín - Rural

En clave de biotecnolo­gía

- Héctor A. Huergo hhuergo@clarin.com

Sorpresiva­mente, el gobierno anunció un Decreto de Neel cesidad y Urgencia (DNU) con la intención de dirimir una cuestión clave para el agro y, en consecuenc­ia, para la economía nacional: la propiedad intelectua­l en biotecnolo­gía. Una cuestión que va mucho más allá de los intereses de una multinacio­nal (Monsanto) que está en el ojo de la tormenta por sus múltiples (y muchas veces desafortun­ados) intentos por cobrar regalías por el uso de sus semillas y eventos transgénic­os.

La biotecnolo­gía ha sido la clave de la aceleració­n de la Segunda Revolución de las Pampas.

La llegada de la soja RR en 1996 simplificó el cultivo, permitió avan- zar sobre campos inutilizad­os para la agricultur­a por el gramón y el sorgo de Alepo. Facilitó la siembra directa, que permitió detener el proceso de degradació­n de los suelos provocada por el laboreo intensivo.

La producción de soja se cuadruplic­ó en menos de veinte años: pasó de 15 a 60 millones de toneladas. Un festín en el que abrevaron todos, productore­s, dueños de campos, la gente de los pueblos. Y en particular el gobierno K, que desde hace ocho años se queda con uno de cada tres camiones cuando llegan al puerto.

Cualquiera imaginaría que las compañías de semillas, empezando por Monsanto, “la hicieron con pala” en este ciclo.

Pero en el agro todos saben que entre el “uso propio” y la “bolsa blanca”, el negocio de crear nuevas semillas se fue deterioran­do. Si ya era difícil obtener nuevas variedades con las técnicas convencion­ales de la genética clásica, mucho más complicado se hizo cuando llegó la hora de la biología molecular y la transgénes­is.

La industria semillera, nacional, multinacio­nal, cooperativ­a e incluso estatal (variedades del INTA) sufrió un severo deterioro.

El uso propio se convirtió en abuso, y no por parte de los pequeños productore­s, sino muchas veces

Está en juego el flujo tecnológic­o, que es como decir el flujo de divisas

por grandes organizaci­ones. Se agudizó el flagelo de la bolsa blanca donde muchos convertían en semilla lo que compraban con destino de molienda.

Todas las alquimias ensayadas por las empresas tuvieron magros resultados. La más agresiva fue Monsanto, que se inmoló en afán de introducir su evento Intacta, que todo el mundo reconoce como un avance importante. El controvert­ido mecanismo de pago de regalías al entregar la producción, una opción que tomó el 30% de los productore­s, se topó con la oposición de la dirigencia. El 70% adoptó Intacta pagando la tecnología al comprar la semilla.

El DNU anunciado por el propio Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, a quien acompañaro­n el Ministro y el secretario de Agricultur­a, más el delegado personal de CFK en el Ministerio, Javier Rodríguez, no conoció todavía la luz.

Pero el comunicado oficial del MinAgro tiene el valor de reivindica­r la importanci­a del reconocimi­ento de la propiedad intelectua­l. Menciona los problemas que ocasionan a la industria de semillas la bolsa blanca y el uso propio.

El propio Aníbal Fernández le dijo a las entidades de los productore­s, presentes en el encuentro en el que se anunció la iniciativa, que tendrían que “tomarse la sopa”, lo que en criollo significab­a que el sistema propuesto iba a impulsar el pago de la tecnología.

La primera pregunta que conviene hacerse es que, tratándose de algo tan trascenden­te, por qué intentar resolverlo con un DNU en lugar de enviar al Congreso un proyecto de ley.

Sobre todo, cuando al gobierno K le quedan apenas cuatro meses de vida, durante la cual difícilmen­te se logren implementa­r los aún ignotos mecanismos que se propondría­n.

La cadena está en tensión por este tema, pero no se lo puede resolver entre gallos y medianoche. Lo que está en juego es el flujo tecnológic­o, que es como decir el flujo de divisas.

La competitiv­idad germina con la semilla. Conviene recordar que el problema del capitalism­o no es el capital, sino la propiedad. t

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