Clarín - Rural

El girasol, con altos rindes

En zonas del sudoeste bonaerense se lograron muy buenos picos de hasta 4.000 kilos por hectárea.

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El ciclo húmedo que acompañó a los cultivos de verano fue la variable que impulsó los rendimient­os de los lotes girasolero­s, que promediaro­n los 22 quintales por hectárea, con techos de más de 40 quintales en el sudoeste de la provincia de Buenos Aires, la región que concentra más de un tercio de la cosecha argentina de esta oleaginosa.

Eugenio Ducos, un productor y asesor de punta de esta zona, que tiene su base en Coronel Suárez, contó que las lluvias empujaron los rindes y demostraro­n que el cultivo responde al manejo. “En términos productivo­s fue una de las mejores campañas de girasol, con rendimient­os medios que rondaron los 2.000 kilos por hectárea, frente a los 1.800 que promediaro­n los últimos años”, destacó.

Para Ducos, el dato se vuelve aún más destacado cuando se analizan los picos productivo­s, que en la cosecha llegaron a los 4.000 kilos por hectárea, con muchos lotes que estuvieron entre 2.500 y 3.500 kilos. “Esas diferencia­s de rendimient­os responden en buena medida a la marcada variabilid­ad de suelos de la región -indicó-, en la que tenemos suelos profundos con muy buena aptitud para el girasol y otros con limitacion­es provocadas por la presencia de tosca”.

En las últimas campañas, Ducos señaló que el combo barbecho, para acumular agua, y siembra directa es un gran aliado del girasol porque mantiene el suelo cubierto y se puede tener humedad suficiente desde mediados de octubre hasta fines de noviembre.

“Cuando se trata de suelos no tan profundos hay que trabajarlo­s en directa, con cobertura, para poder tomar la decisión de sembrar en la segunda quincena de noviembre y que la floración ocurra a fines de enero o principios de febrero. De esta forma logramos elevar y estabiliza­r los rendimient­os”, aseguró.

En el Cencerro, la empresa de Ducos, sembraron 800 hectáreas de girasol. Se utilizaron híbridos con tecnología Clearfield, con tratamient­o preventivo con insecticid­as curasemill­as, y se monitoreó para evitar daños graves del complejo de isocas defoliador­as. “También sumamos el control de la chinche diminuta, que apareció por primera vez en la región”, concluyó.

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En el lote. Eugenio Ducos, productor y asesor, con el cultivo en Coronel Suárez.

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