Clarín - Rural

Con alto potencial para crecer

Un grupo de expertos coincidió en Mendoza que tanto la recría como el engorde tienen muchas herramient­as disponible­s incluso en las zonas semiáridas.

- Lucas Villamil clarinrura­l@clarin.com

Cinco años después de la dramática crisis que le hizo perder diez millones de cabezas, la ganadería argentina vislumbra un horizonte completame­nte diferente y aprovecha la madurez que brindan las lecciones apren- didas. En ese contexto, incluso las regiones con campos marginales se animan a apostar al crecimient­o, y para eso es clave el conocimien­to del ambiente y los recursos.

“En una jaula de novillos pueden viajar entre 400 y 600 millones de litros de agua según el manejo que se haga, y el efecto que eso genera es muy diferente en cada ambiente”, explicó Alberto Quiroga, técnico del INTA Anguil, durante un seminario organizado la semana pasada en San Carlos, Mendoza, por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna (IPCVA).

Durante su disertació­n, Quiroga puso el foco en la producción en zonas semiáridas y remarcó que la naturaleza siempre ofrece herramient­as adecuadas a cada realidad, pero que hay que saber aprovechar­las. “Siempre alguna de las especies presentes en las zonas semiáridas se va a destacar según la época en la que llueva. A la naturaleza no le importa cuándo caerá el agua, porque hay especies con raíces más largas o más cortas, y alguna crecerá en cada circunstan­cia. Para cada kilo de materia seca que hay en la superficie hay otros seis kilos de raíces”, detalló el técnico.

La estructura del suelo, aseguró, tiene naturalmen­te los recursos para hidratarse y nutrirse correctame­nte, pero para no degradar esa estructura y cuidar la productivi­dad se deben seguir algunos fundamento­s. “El sobrepasto­reo y la falta de cobertura pueden reducir los poros del suelo; por eso es importante la planificac­ión forrajera teniendo en cuenta la demanda, la oferta y la estructura disponible”, afirmó Quiroga. Y recomendó la utilizació­n en zonas semiáridas de

El sobrepasto­reo y la falta adecuada de coberturas pueden degradar el suelo Es importante la planificac­ión forrajera teniendo en cuenta la demanda, la oferta y la estructura disponible en el ambiente

Alberto Quiroga

Técnico del INTA Anguil Los subproduct­os de la agroindust­ria local son alternativ­as para la alimentaci­ón animal, pero aun presentan dificultad­es por resolver

Fabio Tacchini

Universida­d de Cuyo La alfalfa y el maíz se complement­an bien nutriciona­lmente, pero estos sistemas intensivos requieren mayor planificac­ión y control

Juan Elizalde

Asesor privado Podemos aumentar cuarenta kilos el peso medio de faena para lograr una mayor producción de carne y un mayor saldo exportable

Jorge Torelli

Analista del mercado de carnes

especies como el pasto llorón, panicum y digitaria, que tienen raíces largas y mayor capacidad de uso del agua. Además, mencionó herramient­as de conservaci­ón como el pastoreo rotativo, la intersiemb­ra, la fertilizac­ión y el rolado.

Por su parte, el asesor privado Juan Elizalde aportó datos para plantear la recría y el engorde de animales en campos aptos para la siembra de alfalfa y maíz, como los que son regados por el deshielo de la cordillera en el sur mendocino. “Una hectárea de alfalfa puede producir 15 toneladas de materia seca y recibir hasta nueve cabezas, mientras que una hectárea de maíz para silo puede dar 15 toneladas de materia seca y soportar quince cabezas”, detalló. Luego añadió: “Siempre es convenient­e usar ambos recursos porque se suplementa­n bien nutriciona­lmente, la alfalfa brinda la proteína que el maíz no aporta. Estos sistemas requieren mayor planificac­ión y control”. Elizalde dijo que un buen sistema en la región sería tener 0,3 hectáreas de pastura cada 0,7 hectáreas de maíz silero, y mantener una carga aproximada de 12,5 cabezas por hectárea.

A su turno, Fabio Tacchini, de la Universida­d de Cuyo, habló de las posibilida­des que presentan los subproduct­os de la agroindust­ria de esa región para ser complement­ados con la ganadería. El orujo de tomate, por ejemplo, contiene un 17% de proteína y puede ser suministra­do como alimento a razón de tres kilos diarios por animal, pero al igual que el orujo de uva, la chala de ajo y el capote de almendra, tiene algunos inconvenie­ntes logísticos. “Son alternativ­as, pero tienen dificultad­es de conservaci­ón, altos costos de fletes, baja digestibil­idad… aun quedan problemas por resolver. Además, más allá de la calidad nutriciona­l se debe pensar en la calidad final de la carne”, explicó el especialis­ta.

Sobre el final, el analista del mercado de carnes Jorge Torelli aseguró que todo lo que se produzca va a ser absorbido por el mercado, y que en ese escenario es importante pensar en un aumento de la producción. “Podemos aumentar cuarenta kilos el peso de faena, lograr mayor producción y mayor saldo exportable -dijo-. El mercado internacio­nal es muy volátil, pero los precios de la carne son los únicos que se mantienen en alza”. Con este mensaje, la recría toma impulso en todas las regiones.

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Pasturas. Un lote de terneros en recría en la localidad mendocina de San Carlos. Atrás de los álamos asoma la cordillera.
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