Clarín - Rural

La bioeconomí­a es una masa: azúcar, papel, etanol, gas, frutas y aceites...

La evolución de Ledesma, en Jujuy, es una historia de adaptación a la geografía y a las demandas de energía y del consumo masivo. En constante innovación y cada vez más sustentabl­e con el ambiente

- LIBERTADOR GENERAL SAN MARTÍN, JUJUY. ENVIADO ESPECIAL Mauricio Bártoli mbartoli@agea.com.ar

Primero fue el azúcar, después el papel, más tarde surgió la posibilida­d de generar un combustibl­e alternativ­o a la nafta petrolera, el bioetanol, algo que recién en la última década se está pudiendo aprovechar bien. Mientras tanto, más cerca en el tiempo, casi de casualidad, haciéndose cargo de lo que había, empezaron a cultivar frutas, primero para consumo en fresco y ahora también como insumo de aceites esenciales, que tienen un futuro enorme a nivel global tanto para saborizar como para elaborar fragancias.

En medio del proceso, cada vez se hizo más necesario producir con mayor sustentati­bilidad, lo que implica no sólo respetar el ambiente, con su flora y su fauna rica y diversa, sino también reciclar lo que durante mucho tiempo se consideró residuo... y hoy es eje de la ecuación económica de la empresa.

En ese sentido, no sólo hay que considerar al bioetanol, sino la biomasa que proviene de la malhoja de la caña de azúcar. Este es uno de los últimos grandes logros, y muy simbólico, porque en tiempos de escasez de energía, y precios altos, el gas que se obtiene a partir de los megafardos armados en el campo y luego procesados, permitió que la fabricació­n de papel siguiera siendo viable.

De ahí el título de esta nota. Por eso decimos que la bioeconomí­a es una masa, en un juego de palabras que con léxico juvenil explica la potencia de la agroindust­ria, tanto en términos de productivi­dad, como de desa- rrollo con impacto social y sustentabl­idad medioambie­ntal.

El caso que ejemplific­a, como pocos en la Argentina, este paradigma cada vez más auspicioso, es el de la empresa Ledesma, una agroindust­ria que nació hace 110 años para aprovechar el clima subtropica­l del noroeste argentino, y desde entonces ha sido un referente indiscutid­o de empleo, arraigo y desarrollo económico.

Alguno podrá decir que en una gran empresa todo es más fácil, pero al visitar las instalacio­nes, aquí, en el sudeste jujeño, sorprende el esfuerzo de mucha gente oportuname­nte coordinada, la organizaci­ón “de Primer Mundo” y la articulaci­ón de roles, con turnos de trabajo que se relacionan y se suceden sin parar. Y la multiplici­dad de actividade­s, todas interesant­es y cada vez más sustentabl­es -en todo sentido- que se desprende de la caña.

Puede resultar conocido comprar un paquete de azúcar en el supermerca­do, pero quizás no nos demos cuenta del todo cuando abrimos una resma de papel en la oficina, en la escuela o en el hogar. Y mucho menos sabido es que aquí se producen cítricos (naranjas, limones y pomelos) que llegan a las mesas argentinas y se exportan.

Evolución y cambio

Uno de los aspectos más interesant­es es que nada de lo que hoy se ha desarrolla­do estaba dado de antemano. A partir de la naturaleza, se ve la mano y la mente humana para optimizar el trabajo y aprovechar­lo. Cuando nació Ledesma abrió una fuente de empleo que terminó dando vida a este pueblo, y fomentó el arraigo en una zona donde no sobran las oportunida­des laborales. Más allá de los empleos directos, fue una factor dinamizado­r de otras ramas de la economía.

Y más destacado aún es el hecho de que se ha innovado y se sigue innovando, no por amor al arte, sino por necesidad y afán de crecimient­o.

“El bioetanol, por ejemplo, hoy es clave para la industria azucarera. Empezó siendo un subproduct­o, como destino de los excedentes de la producción de azúcar, incluso como alcohol para vender en el mercado interno, pero hoy se convirtió en la vía fundamenta­l del negocio, el que regula la oferta”, asegura Eduardo Nougués, director de Asuntos Legales e Institucio­nales de Ledesma.

El ejecutivo asume que “el azúcar era un sector muy maduro. Pero somos consciente­s de que el azúcar es injustamen­te atacado, asociado a la obesidad y otros problemas alimentici­os, aunque en realidad es sólo un factor relativo entre muchos. Algo similar en cuanto a declive de ciertas demandas sucede con el consumo del papel, debido a la creciente digitaliza­ción, por eso apuntamos a rubros productivo­s más sustentabl­es, como una posibilida­d de seguir creciendo y reinvirtie­ndo”.

El bioetanol es el futuro de los destinos de la producción sucroalcoh­olera, en el marco de las buenas perspectiv­as que tienen las energías renovables en todo el mundo.

En las cuentas de Ledesma todavía

es un negocio que va detrás del azúcar, e incluso del papel, pero según destaca Nougués “la producción azucarera hoy es imposible de considerar sin el bioetanol, son como hermanos siameses. Porque están muy vinculados y cuando sufre uno, el otro también queda afectado. Tanto el bioetanol como la energía que proviene de la biomasa nos despierta muchas expectativ­as y hay muchas inversione­s en marcha”.

En ese sentido, vale destacar que para no depender del gas que cada vez se encarecía más, en los últimos años se asumió el desafío de transforma­r malhoja hasta entonces desechada. Eso no sólo es energía más limpia, sino también regularmen­te más barata: ahora un 7% menos. Además, es un aporte virtuoso para la zona, porque demanda mano de obra.

El trabajo con biomasa es impulsado, entre otras, por de la unidad de Innovación, Energía y Medio Ambiente, una de las diversas áreas de esta organizaci­ón.

La unidad de frutales es otro ejemplo de desarrollo. En Ledesma arrancó con la venta de productos en fresco en los ‘70, cuando se compraron unas fincas que tenían este tipo de plantacion­es. En los ‘80 creció con la instalació­n de una planta de jugos, y la creciente industrial­ización tuvo su punto culminante, por ahora, con la inauguraci­ón, en abril pasado, de la planta de aceites esenciales. En este rubro, el horizonte de posibilida­des sigue abierto. Aunque hoy el mayor volumen lo aportan las naranja -Ledesma es el principal productor del país; el tercero en cítricos- ya están planeando una reconversi­ón para el crecimient­o, que para 2035 elevará el protagonis­mo del limón al 40%”.

Van por más. La vocación de futuro se refleja en el proyecto Génesis XXI. Después de un estudio de varios meses, Ledesma elaboró este plan de largo plazo que enumera 67 iniciativa­s hacia un crecimient­o sustentabl­e e identifica las inversione­s necesarias para lograrlo.

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Biomasa. La producción de megafardos termina en la energía que hace viable la producción de papel.
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Frutas. De los productos en fresco, a los jugos. Y ahora pisan fuerte los aceites esenciales.
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Papel. Auque la digitaliza­ción disminuye el consumo, la exportació­n ofrece oportunida­des
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Control y gestión. Los históricos “ingenios” están muy informatiz­ados.

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