Un estudio que destaca el biodiésel argentino
Un estudio del INTA y de Carbio calculó que es sustentable casi el 100% del biocombustible exportado a Europa.
El INTA y Carbio aseguran que el biocombustible que se exporta a la U.E es sustentable.
Homologar una producción es uno de los mayores desafíos para las próximas décadas. Y la certificación de sustentabilidad ambiental es una de las principales exigencias impuestas para el comercio de los diferentes biocombustibles. Para eso, es necesario cuantificar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), que se expresa como unidad el dióxido de carbono (CO2).
En ese contexto, gracias a un estudio realizado por el INTA y la Cámara Argentina de Biocombustibles (Carbio), la Argentina puede certificar que casi el 100 % del biocombustible exportado a la Unión Europea es sustentable, debido a que emite un 70% menos de dióxido de carbono, comparado con los valores de referencia que establece la Directiva 2009/28/CE del Parlamento Europeo y el Consejo de la Unión Europea. Luego de analizar la producción de soja y los establecimientos que transforman los granos en biodiesel durante tres campañas consecutivas, determinaron que el biocombustible argentino emite 26 gramos de dióxido de carbono equivalente por megajoule (26 g CO2/MJ). Comparado con la normativa de la UE que establece de forma predeterminada 83,8 g CO2/MJ, la diferencia porcentual remarca las ven- tajas del sistema agroindustrial argentino.
Jorge Hilbert, referente en biocombustibles del INTA, dijo que “para obtener un valor único del biodiesel argentino se consideraron los paquetes tecnológicos utilizados en la producción de soja, sumado a la logística, el transporte y a los valores de la industria que transforma el grano”.
En este sentido Hilbert, director del estudio, señaló que uno de los principales insumos que se utilizaron para el cálculo de emisiones en la etapa de producción primaria fue la definición de los paquetes tecnológicos utilizados –adopción de la siembra directa, materiales genéticamente modificados e incorporación de herramientas de la agricultura de precisión– en las diferentes regiones agrícolas del país. La minuciosidad del estudio contempla el cálculo de todas las empresas que exportan, el origen de los insumos, el transporte y los valores de molienda.
“El sistema de Relevamiento de Tecnología Agrícola Aplicada (ReTAA) de la Bolsa de Cereales nos permitió contar con los insumos por región –insumo clave en el cálculo– para obtener con precisión las emisiones en soja por regiones tecnológicas homogéneas e identificar el perfil tecnológico del productor, con un alto nivel de detalle”, señaló Hilbert, y añadiò que “un convenio recientemente firmado con esta entidad nos permitirá expandir este tipo de estudios a otros cultivos extensivos”.
Una de las principales ventajas del sistema de producción argentino es la siembra directa, “un sistema que permite un ahorro de hasta el 40 % en el uso de combustible y reduce la cantidad de labores en el suelo. Además, la mayor concentración de producción de soja está en una zona de 300 kilómetros a la redonda, aproximadamente”, indicó Victor Castro, director ejecutivo de Carbio.
En relación a ello, las rotaciones de cultivos de las últimas campañas contribuyen a la sustentabilidad del sistema. “Este fuerte cambio de tendencia podría significar un gradual descenso de las emisiones del cultivo que mejorarían los valores finales del biodiesel. Y eso nos permite ser más optimistas con nuestros indicadores”, destacó Hillbert.
Con toda esa información, pudieron establecer que el valor promedio en la reducción total de las emisiones llega al 70%.“Con estos resultados podemos certificar y demostrar que los sistemas productivos de los biocombustibles argentinos cumplen con los criterios de sustentabilidad establecidos por la comunidad internacional”, expresó el referente del INTA. “El estudio nos permite comprobar que nuestro sistema de producción es eficiente en la reducción de emisiones. Demostramos que el biodiesel de origen argentino cumple con los requisitos más exigentes, los que impone la Unión Europea”, añadió Castro.
Las energías renovables constituyen la industria con mayor crecimiento del mundo, con una tasa media del 64% para los últimos cinco años. En Latinoamérica, asciende a 145% durante el mismo período. “Esto representa una oportunidad ineludible para el país. De hecho, la Argentina se encuentra entre los principales productores y exportadores de biocombustibles y pudo consolidarse como productor y exportador de biodiesel”, afirmó Hilbert.
La Argentina tiene el segundo complejo industrial oleaginoso más importante del mundo. A pesar de que China lidera la producción mundial, el gigante asiático tiene una gran parte de sus fábricas aceiteras inactivas.
De los tres grandes productores y exportadores de soja, la Argentina tiene un perfil claramente exportador. En el país, las ventas externas de los productos sojeros equivalen al 84% de la producción de la oleaginosa, mientras que en Brasil llegan al 69% y en los Estados Unidos al 59%.
La complejidad y el potencial de la cadena de valor de la oleaginosa encuentran en el actual escenario internacional una oportunidad incomparable. Y el tipo de agricultura que se fomenta en el país es, quizás, lo que marca la diferencia en el mercado mundial de biocombustibles. “Si bien, los principales países consumidores del rubro son Brasil, Estados Unidos y la Unión Europea, creemos que esto puede ser un disparador para acceder a otros mercados más chicos y que poseen otras características, como Canadá”, analizó Castro.