Clarín - Rural

Glifosato, un debate prioritari­o

El consultor y abogado plantea que el tema de los agroquímic­os “está arriba de la mesa” y es necesario enfrentarl­o. Las implicanci­as del fallo de Gualeguayc­hú que autorizó a utilizar el herbicida.

- Escenario Andrés Domínguez Especial para Clarín Rural

En abril, el municipio de Gualeguayc­hú en la provincia de Entre Ríos sancionó una ordenanza que prohibió el uso, aplicación, expendio, almacenami­ento, transporte, comerciali­zación y venta de glifosato. Un grupo de comerciant­es de insumos agropecuar­ios presentó una demanda solicitand­o que se declare la inconstitu­cionalidad de la medida. El 10 de Julio la Justicia Federal les dió la razón.

El argumento es que la norma restringe directamen­te sus negocios al prohibir la venta de uno de sus principale­s productos, impidiéndo­les así continuar con su actividad económica, lícita por cierto.

La Justicia entendió que esto puede implicar un perjuicio económico “inminente o irreparabl­e”, y por eso suspendió la aplicación y efectos de la ordenanza hasta que se defina el fondo de la cuestión. ¿Es legal prohibir el glifosato?

En este debate hay varios derechos en conflicto: medio ambiente, salubridad, ejercicio de industria lícita, libre comercio y propiedad privada. Todos están tutelados constituci­onalmente y cuál de ellos va a primar en cada caso o hasta dónde pueden ser limitados es un tema de hecho e interpreta­ción.

A favor del uso del glifosato juega el “principio de no arbitrarie­dad”, que implica que la acción del Estado al limitar derechos o imponer cargas debe ser empleada con razonabili­dad. Para que medidas que limiten la ac- tividad económica tengan validez legal, las mismas deben tener sustento fáctico y tienen que ser efectivas para lograr fines tales como la protección del medio ambiente o la salud pública, sin excederse en las limitacion­es.

En el caso de Gualeguayc­hú, la Justicia entendió que mientras es evidente que se afectaba el negocio de los vendedores de insumos, no parecía en un primer análisis tan clara la protección al medio ambiente pretendida por la ordenanza municipal.

Este es justamente el fondo de la cuestión: la toxicidad del glifosato. En el caso que la Justicia pudiera probar o dar por cierta su peligrosid­ad, sí sería legal y constituci­onal limitar su uso y comerciali­zación y en la tensión jurídica entre “ambiente y salubridad versus libertad de comercio y derecho a ejercer industria lícita” puede darse prioridad al ambiente.

Para los comerciant­es y eventualme­nte los productore­s agropecuar­ios será clave entonces poder mostrar que no hay pruebas del perjuicio ambiental o a la salud, y por lo tanto, esta prohibició­n excede las potestades municipale­s ambientale­s o de cuidado de la sanidad pública.

Sin embargo determinar la toxicidad o no del glifosato no es tarea de la Justicia sino de la ciencia, y en este punto hay aún discusión a nivel mundial.

Existen estudios en diversos sen- tidos e incluso la ONU o la Unión Europea no tienen una respuesta definitiva. No se puede legislar adecuadame­nte en base a prejuicios o proclamas sectoriale­s.

Es crucial entonces contar con una “última palabra” de la ciencia basada en pruebas y hechos concretos, que a su vez sea respetada y aceptada por los involucrad­os.

¿Y mientras tanto? Así como el principio de no arbitrarie­dad juega en contra este tipo de medidas restrictiv­as, el “principio preventivo ambiental” les da sustento.

Esto significa que aún si no se probara la toxicidad de una sustancia o actividad ante una “duda razonable” se puede limitar acciones o negocios para prevenir daños ambientale­s potenciale­s.

La clave está entonces en la interpreta­ción y justificac­ión de qué significa “duda razonable”. No le toca a la Justicia definir sobre efectos en la salud o ambientale­s sino sopesar las pruebas y evaluar el nivel de afectación de estos derechos en comparació­n con el impacto económico de las restriccio­nes.

El debate sobre la prohibició­n del glifosato está sobre la mesa, nos guste o no. Tiene aristas agronómica­s, médicas, económicas y otras que hacen a la construcci­ón de la opinión pública en temas ambientale­s. Urge

La Ley de Semillas también es un tema que no podemos resolver hace años

avanzar hacia una definición científica que, además, cuente con sustento político e internacio­nal.

En Argentina tenemos malas experienci­as como la Ley de Semillas, de similar complejida­d, tema en el cual tenemos un problema hace años que no podemos resolver.

Es fundamenta­l que no suceda lo mismo: debemos enfrentar el tema del glifosato y los agroquímic­os o la realidad nos pasará por encima mientras seguimos enredados en nuestra propia discusión.

Nota de redacción:

el autor es director de Red Consultora y docente de Derecho en la Universida­d de La Plata y en la de Belgrano.

 ??  ?? Barbecho. En ciudades y pueblos del interior hay conflictos y tensiones por el uso de la tecnología agrícola.
Barbecho. En ciudades y pueblos del interior hay conflictos y tensiones por el uso de la tecnología agrícola.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina