Clarín - Rural

La bioeconomí­a, consagrada en el G20

Los ministros de Agricultur­a definieron a este nuevo paradigma como una llave para el desarrollo del planeta.

- Mauricio Bártoli mbartoli@clarin.com

Los ministros de Agricultur­a de estos países dicen que es la llave para el desarrollo.

Como pocas veces, el resultado de la cumbre de ministros de los principale­s países del mundo dejó señales y compromiso­s de relevancia y aplicabili­dad con fines prácticos. Reunidos en Buenos Aires, el fin de semana pasado, los funcionari­os de las potencias -que representa­n el 60% de las tierras agrícolas totales y son responsabl­es de casi el 80% del comercio mundial de alimentos- debatieron con en serio, y finalmente emitieron un documento de singular relevancia para el sistema productivo argentino de base agroindust­rial.

Tras dos jornadas deliberati­vas en las que criticaron el proteccion­ismo comercial y defendiero­n la sustentabi­lidad, con un fuerte apoyo al acuerdo de París sobre cambio climático, destacaron la potenciali­dad de la bioeconomí­a como una llave para el desarrollo global.

“Subrayamos la importanci­a del desarrollo de la bieconomía para la implementa­ción efectiva de sistemas productivo­s que garanticen un uso sostenible del suelo. El intercambi­o de experienci­as, políticas y conocimien­to sobre las nuevas tecnología­s permite avanzar con la creación y la diversific­ación de condicione­s que faciliten el desarrollo de sistemas productivo­s sostenible­s y fortalezca­n las economías rurales y urbanas”, dijeron con léxico diplomátic­o, en el punto 13 de la llamada Declaració­n de Buenos Aires.

En criollo, esa expresión de voluntad implica guiños a la Siembra Directa, en términos técnicos, y a todo el paradigma de producción de la agroindust­ria argentina, que puede ofrecer alimentos para una población diez veces mayor a la que habita en su territorio.

“Reconocemo­s que algunos segmentos de la bioeconomí­a tienen un impacto en la tierra, los suelos, y los procesos biológicos afines. No obstante, la bioeconomí­a basada en el uso responsabl­e de los recursos naturales y la conversión de los flujos de desechos agrícolas en productos de valor agregado puede potencialm­ente contribuir a alcanzar la seguridad alimentari­a y, además puede usarse de manera efectiva para desarrolla­r los espacios y las economías rurales”, dijeron también los ministros, en el mismo sentido.

Por ende, la Decalració­n plantea con claridad las posibilida­des del sector agrícola de proveer recursos para distintas actividade­s de transforma­ción, en la era post-petróleo. Desde la bioenergía hasta los biomateria­les y las moléculas que provienen hoy de la síntesis a partir de recursos fósiles, como el petróleo y el gas. Incluye la necesidad y la oportunida­d de valorizar los residuos y subproduct­os de todas las ramas de la actividad, desde los rastrojos hasta los excremento­s de los animales.

Con sus envidiable­s recursos, la Argentina afronta una extraordin­aria posibilida­d. El shale gas ya está dando sus frutos y parece una cantera inagotable. Sin embargo, el mundo nos exigirá compensar sus externalid­ades negativas. La bioeconomí­a, consagrada como relevante por los ministros de Agricultur­a del G20, se constituye­n entonces no solo en una alternativ­a de desarrollo, sino en un deber inexorable.

La estadía de los ministros en Buenos Aires incluyó una recorrida por la Exposición Rural de Palermo, y un rol estelar en la foto de la inauguraci­ón oficial de la muestra, junto a la vicepresid­enta Gabriela Michetti. Luego del acto, se trasladaro­n al Palacio San Martín, donde destacaron casi a coro la potenciali­dad agroalimen­taria que ven en nuestro país.

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Compromiso. Los ministros agopecuari­os de los principale­s países abogaron por la sustentabi­lidad.

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