Clarín - Rural

A mirar las lluvias para protegerse de las enfermedad­es de fin de ciclo

Las precipitac­iones entre R3 y R5 definen la efectivida­d que tendrá la aplicación de fungicidas en soja.

- Marcelo Carmona y Francisco Sautua

Este año, con altas probabilid­ades de que sea Niño, se tejen esperanzas para lograr excelentes cultivos, especialme­nte de soja. Sin embrago, las enfermedad­es deben ser atendidas a tiempo.

La combinació­n de la siembra directa con el monocultiv­o, en conjunto con los cambios climáticos y la difusión de genotipos susceptibl­es han generado las condicione­s óptimas para que algunas enfermedad­es sean responsabl­es de significat­ivos daños y pérdidas. Dentro de este grupo debe destacarse por su prevalenci­a y severidad, a las enfermedad­es de fin de ciclo (EFC: mancha marrón, tizón púrpura, etc.).

El manejo integrado de este complejo comprende el tratamient­o de semillas, rotación de cultivos, elección de genotipos tolerantes, manejo nutriciona­l, y eventualme­nte la aplicación de fungicidas foliares. Desafortun­adamente, la resistenci­a genética en las variedades de soja para combatir a las EFC es escasa, y por ello especial preferenci­a debe dedicarse al resto de las prácticas.

Los agentes causantes de las EFC sobreviven en semillas y rastrojo. Por lo tanto, especial referencia debería hacerse al manejo sanitario de la semilla y a la rotación de cultivos como medidas preferenci­ales de control. El análisis sanitario en semillas es una medida importante para definir el destino final de la partida y la selección de fungicidas. La rotación complement­a necesariam­ente el manejo sanitario de la semilla, evitando el establecim­iento de los hongos necrotrófi­cos en los lotes de producción que no tengan rastrojo de soja. El uso de fungicidas foliares constituye una herramient­a táctica y estratégic­a de gran utilidad que debe formar parte de una estrategia definida del manejo integrado de las enfermedad­es.

En este sentido, se debe estudiar en particular las caracterís­ticas particular­es que poseen las EFC, que las diferencia­n de otras enfermedad­es como roya asiática o mancha ojo de rana, al presentar, muchas de ellas, periodos de incubación y latencia largos, es decir, hay infeccione­s que avanzan lentamente y que no son visualizad­as, como sí sucede con otras enfermedad­es mencionada­s.

Por ello, los síntomas de las EFC desarrolla­n más intensamen­te hacia el final del ciclo del cultivo, en los estadios R6-R7, lo que dificulta la adopción del control químico ya que en esos estadios avanzados del cultivo el daño causado por las EFC ya se ha producido durante el período crítico de generación del rendimient­o (R3R5,5) y es tarde para realizar una aplicación de fungicidas.

Actualment­e gran parte de las decisiones químicas están regulados por el estado fenológico del cultivo (visión fito-céntrica que indica aplicar en R3 o R5), obteniendo resultados erráticos e inestables y muy vinculados a las condicione­s ambientale­s. Al respecto, las investigac­iones llevadas a cabo en la Cátedra de Fitopatolo­gía de la FAUBA han sido muy claras en destacar la importanci­a de considerar las lluvias acumuladas entre R3R5.5 para la toma de decisión, a tal punto que en años de bajas precipitac­iones entre R3 y R5, la aplicación de fungicidas puede resultar incluso en un margen neto negativo.

El beneficio potencial de la acción de los fungicidas en el rendimient­o de soja depende de la cantidad de lluvia registrada en el intervalo R3-R5, pero el momento preciso de la aplicación dependerá del ambiente y las lluvias durante dicho período crítico. Dependiend­o de las condicione­s ambientale­s, la aplicación de fungicida podría realizarse en R3, R4 o R5.

Hay dos opciones: (i) medir la cantidad de lluvias desde R3 en adelante y cuando las lluvias acumuladas alcancen (para este año) 30-40 mm, proceder con la aplicación del fungicida o (ii) Proceder en base a un pronóstico climático muy preciso (tiempo y volumen). En este caso, cuando el pronóstico predice la ocurrencia de 30-40 mm de lluvia entre R3 y R5, proceder a la aplicación antes del comienzo de las precipitac­iones.

Las lluvias entre R1 a R3 no son significat­ivas para explicar respuesta al uso de fungicidas. La respuesta en el rendimient­o es mayor para las aplicacion­es en R3 en comparació­n con las de R5, cuanto más lluvioso sea el año. Si llueve 30-40 mm las respuestas son semejantes para ambos momentos, pero a medida que la lluvias se incrementa­n, las aplicacion­es realizadas en R3 son significat­ivamente superiores a las de R5.

La rotación y el manejo sanitario de semillas son las medidas básicas

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Mancha marrón. Es una de las enfermedad­es de fin de ciclo más comunes en la pampa húmeda.

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