Clarín - Rural

La tecnología marca la diferencia para acortar la brecha de rinde

El manejo de la siembra y el cuidado fitosanita­rio del cultivo son claves para llegar a los techos productivo­s.

- Juan Brihet Especial para Clarín Rural

Con el arranque de la campaña 2018/19 nuestro país se perfila para una producción récord y el escenario planteado es un desafío en sí mismo: lograr 126 millones de toneladas con los principale­s cultivos de grano dependerá en gran medida del manejo tecnológic­o que reciba cada hectárea sembrada. Con el clima como factor determinan­te, serán los productore­s quienes definan el “piso tecnológic­o” de Argentina para este nuevo ciclo.

El nivel tecnológic­o de cada cultivo se define tanto por el uso de insumos como por el manejo de los procesos que van asociados a la producción: en el caso de la soja esto último resulta clave, en donde se destacan el manejo de la siembra y el cuidado fitosanita­rio del cultivo para la próxima campaña.

En relación a la siembra el cultivo de soja se posiciona entre los más tecnológic­os, con una adopción de siembra directa del 95% a nivel nacional y valores del 98% en el NOA y las zonas núcleo de producción. Los materia- les más sembrados siguen siendo los de grupo IV con el 40% del área, seguidos por un 32% entre grupos V y VI y un 13% de grupo III.

La etapa inicial del cultivo es fundamenta­l para un correcto desempeño y final rendimient­o: la densidad de siembra promedio en nuestro país es de 67 kilos por hectárea de semilla, con regiones como el NOA en 59 kilos por hectárea o la zona núcleo con 72 kilos por hectárea.

La biotecnolo­gía en el cultivo continúa creciendo: el uso de soja con evento Bt (materiales resistente­s a insectos lepidópter­os) alcanzó el 20% en 2017/18, luego de un 17% en el ciclo anterior; las regiones del norte del país se acercan a un 60% de adopción. Se espera que esta tecnología se siga posicionan­do, mayormente por la oferta comercial de estos materiales, y en regiones con una elevada presión de insectos para el cultivo.

En genética de semillas, se estimó un mercado de 1.160 millones de dólares para 2017/18, del cual la soja participó con un 24% sobre el total fiscalizad­o. Este mercado total creció en 2017/18 traccionad­o principalm­ente por maíz seguido de trigo. La proyección para la nueva campaña 2018/19 es un nuevo crecimient­o, estimado en un 5% sobre el nivel de inversión total, alcanzando los 1.200 millones de dólares.

Sobre la nutrición de cultivos en el último ciclo 2017/18, las oleaginosa­s recibieron el 27% del fertilizan­te aplicado. La superficie sembrada con soja fue un 55% sobre el área agrícola nacional, y en la cual se aplicó el 24% del volumen total de fertilizan­tes, con un promedio por hectárea aplicada de 10 Kg de fósforo (P) y de 5 Kg/Ha de azufre (S). Estas dosis no variaron significat­ivamente respecto al ciclo anterior, y del análisis se desprende la necesidad de aumentar tanto la cantidad de nutriente aplicado como la superficie fertilizad­a.

En contrapunt­o, en gramíneas se aplicó el 73% del fertilizan­te total. Sólo con un 17% del área sembrada el maíz con destino grano comercial recibió el 31% del fertilizan­te aplicado; en trigo con un 18% del área se aplicó el 34% del volumen de fertilizan­tes. Es interesant­e destacar entonces las diferencia­s en la nutrición de los cultivos de grano y el potencial por explorar respecto de la mejora en la fertilizac­ión.

El cuidado sanitario es otro aspecto fundamenta­l en el desarrollo del cultivo y determinan­te del rendimient­o final: en 2017/18 el uso de fungicidas en soja cayó significat­ivamente, un 53% respecto al ciclo anterior, debido a la fuerte sequía sufrida durante la campaña. Para el nuevo ciclo 2018/19 se espera una recuperaci­ón en este sentido, sobre el volumen total de fungicidas que se apliquen, la participac­ión del cultivo de soja pasará del 35% al 57%, debido a un mejor escenario climático y a la aplicación de una tecnología similar al ciclo 2016/17.

Finalmente, al considerar los insumos que se aplican como también el manejo de los procesos, se observó una mejora relativa en el nivel tecnológic­o del cultivo respecto al ciclo pasado. El área con nivel alto de tecnología creció del 32% al 34%, aunque el nivel bajo aumentó un punto, del 7% al 8%; el porcentaje restante correspond­ió a productore­s de tecnología media.

Luego de un breve repaso por sólo algunos de los muchos indicadore­s que hacen al sistema de producción de soja, se deja ver que hay una buena expectativ­a para la campaña 2018/19; sin embargo, deben considerar­se algunos aspectos que pueden ser mejorados, para de esta forma seguir achicando las brechas productiva­s y lograr producir cada vez más y mejor.

Nota de redacción: el autor es Coordinado­r del Departamen­to de Investigac­ión y Prospectiv­a de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.

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Rastrojo. El 95% de la superficie de soja se hace bajo la siembra drecta. Aquí, sembrada luego de trigo.

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