Clarín - Rural

“El país debe abrirse al mundo”

- Horacio Busanello Especial para Clarín Rural

El G-20 se desarrolló bajo una perspectiv­a económica mundial más sombría que la existente en el encuentro de Hamburgo de julio del año pasado. Las tensiones comerciale­s derivadas del aumento de los nacionalis­mos que impulsan barreras comerciale­s, el aumento de la tasa de interés americana y los brotes de volatilida­d que han impactado a los países emergentes hacen que naveguemos en aguas inexplorad­as.

La economía argentina se encuen- tra seriamente dañada y solamente el remolcador del FMI ha impedido que se hunda. El Gobierno puso proa hacia puerto seguro pero las aguas están agitadas no solo por el contexto internacio­nal sino también por el riesgo político asociado a las elecciones del año entrante y al riesgo económico relacionad­o con la incertidum­bre acerca del financiami­ento post 2019.

El Gobierno espera navegar los altibajos de la economía mundial apostando al campo y la agroindust­ria, que representa­n un 60% de las exportacio­nes y que son la mayor fuente genuina de divisas para una balanza comercial anémica de dólares y para una tesorería ávida de impuestos. Si el clima ayuda, la cosecha gruesa generará 30 millones más de toneladas de granos que arrimarán más de 8.000 millones de dólares adicionale­s a economía argentina.

No hay que esperar resultados inmediatos del G-20, más allá de los acuerdos bilaterale­s firmados con otros países como China. El G-20 marca direccione­s para el mediano y largo plazo de la economía global sobre las que hay que trabajar para consolidar y fomentar la base agroindust­rial del país.

Específica­mente en el punto dos del comunicado final se menciona al “futuro sostenible de los alimentos” como uno de los cuatro pilares abordados este año, mientras que en el punto 11 se aborda la seguridad alimentari­a para alcanzar un mundo libre de hambre con énfasis en la agricultur­a sostenible así como el manejo sostenible de recursos naturales tales como el agua y la tierra. Finalmente menciona la necesidad de mejorar la eficiencia y sostenibil­idad de la cadena de valor agroalimen­taria.

A lo largo del extenso documento podemos observar el énfasis en la “sostenibil­idad” no solo para los alimentos sino también para las finanzas, el trabajo, igualdad de género, la energía, los impuestos, la deuda y el capital, el desarrollo y el crecimient­o.

La sostenibil­idad, impulsada por las economías europeas, implica en la práctica nuevos y más altos estándares de producción, comerciali­zación, calidad, etiquetado y trazabilid­ad de alimentos saludables que reduzcan la huella ambiental, cumplan con la legislació­n vigente y conserven el medio ambiente sin compromete­r los recursos de nuevas generacion­es.

Hay que trabajar activament­e con los países desarrolla­dos para consensuar

estándares y que los mismos contribuya­n a la eficiencia, productivi­dad e innovación del sector y no se conviertan en meras barreras para-arancelari­as.

Por otra parte, el punto 27 implica la necesidad de reformar la OMC para mejorar su funcionami­ento y así poder alcanzar sus objetivos. Este punto responde claramente a la disputa comercial que mantiene Estados Unidos con China y a la necesidad de mantener al gigante americano dentro del sistema multilater­al de comercio.

Augura un cambio en las reglas de juego que deberán dar a luz el próximo año en Japón pero que corren el peligro de cerrar las economías en lugar de abrirlas al comercio y la inversión internacio­nal. Argentina posee una de las economías más cerradas del mundo, que a lo largo de los últimos 70 años ha fallado en su objetivo de mejorar los ingresos y calidad de vida de los argentinos.

No ha desarrolla­do sectores estratégic­os con ventajas competitiv­as que les permitan jugar en el mercado internacio­nal al tiempo que ha impedido que sectores muy competitiv­os como el campo y la agroindust­ria desarrolle­n todo su potencial.

Nuestro país debe abrirse al mundo y adaptarse inteligent­emente a las nuevas condicione­s de mercado global. El G-20 ha sido un éxito diplomátic­o significat­ivo del gobierno en su esfuerzo por instalar la Argentina en el mundo.

El Gobierno deberá perseverar en su trabajo diplomátic­o para influencia­r en la elaboració­n de nuevas regulacion­es que permitan desplegar el potencial de la economía local.

En el ínterin, deberá navegar aguas turbulenta­s para consolidar el cambio de rumbo económico y no perecer en el intento.

Como decía Charles Darwin, “no es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligent­e. Sobrevive la que mejor se adapta al cambio”.

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Busanello. Consultor agrícola.
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Castro. Analista internacio­nal.
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Adreani. Experto en mercados.

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