Clarín - Rural

El abecé de los cultivos de cobertura para pastorear

Qué especies elegir, qué mezclar, cuándo sembrarlos. Lo explica el especialis­ta en forrajes Oscar Bertín.

- Juan I. Martínez Dodda clarinrura­l@clarin.com

En un camino ya irreversib­le hacia una agricultur­a más sustentabl­e, una de las estrategia­s fuertes es la incorporac­ión de cultivos de cobertura, también llamados puentes verdes o cultivos de servicio (en adelante se usarán como sinómimos). Con un camino firme ya en rotaciones agrícolas, también se están empezando a valorizar en sistemas mixtos en donde esa cobertura puede ser convertida en carne.

Con las cosechador­as avanzando a paso firme trillando los cultivos estivales, queda el lote desnudo y se abre la posibilida­d a los cultivos de servicio, que protegerán el lote durante el invierno.

¿Qué es un cultivo de servicio? Una especie implantada no con un fin comercial inicial (luego puede llegar a tenerlo) sino con el objetivo de “ayudar” a los cultivos comerciale­s de relevancia. ¿Ayudar a qué? A mejorar la estructura del suelo o su fertilidad natural, a evitar erosiones en tiempos de barbecho, a contener el avance de malezas, entre otros aportes.

“Los que tienen los mejores antecedent­es sobre el uso de cultivos de cobertura en sistemas mixtos son los uruguayos, porque ellos siempre tuvieron agricultur­a y ganadería, sobre suelos pesados, de poco perfil y mucha erosión”, abrió el fuego el consultor privado especialis­ta en forrajes (ex INTA), Oscar Bertín. Y agregó: “Cuando en esos sistemas uruguayos se impuso la soja apareciero­n los problemas, fundamenta­lmente de erosión, por eso tomaron mayor prepondera­ncia los cultivos de cobertura”.

Así las cosas, los productore­s uruguayos tienen vasta expeprienc­ia en hacer soja-puente verde utilizado por animales-soja. Los usan bovinos de carne, leche y ovinos.

“Hay varios ensayos hechos en Argentina que muestran que entre soja y soja, haciendo un cultivo de cobertura o servicio se pueden obtener 200 kilos de carne con cierta facilidad y eso son hoy 300-350 dólares que son los que te permiten recuperar el costo de la implantaci­ón de, por ejemplo, una pastura perenne que es alto”, contó Bertín.

“En el caso de hacer un cultivo de cobertura entre soja y soja se pueden hacer 45 días de pastoreo, con una ganancia diaria de 900 gramos y una carga de 5 animales por hectárea, lo que da 200 kilos de carne por hectárea siendo conservado­r, dado que han logrado más de 300 kg/carne/ha”, apuntó Bertín.

Qué aporta cada especie. El glosario y las recomendac­iones de combinació­n entre distintos cultivos de cobertura plausibles de convertirs­e en “manjar” para los rodeos es amplio. “En general estamos hablando de mezclas, pero debemos tener en claro qué aporta cada una y saber cuál será el siguiente cultivo porque no es lo mismo que sea soja o maíz”, indicó Bertín.

Si es maíz, Bertín recomienda que tenga una leguminosa porque aportará nitrógeno reduciendo la necesidad de fertilizac­ión nitrogenad­a a posteriori. Por ejemplo, vicia pero pero también trébol persa, trébol de alejandría o melilotus. Todos tienen una relación carbono-nitrógeno baja, esto es, poco carbono y mucho nitrógeno.

En cambio, si el cultivo que sigue es soja, que en Argentina es lo más habitual, “nos interesa -argumentó Bertínpued­e que sea una gramínea que aporte más materia orgánica en vez de nitrógeno, porque residuos con mucho nitrógeno afectan luego la nodulación de la soja”.

“Las mezclas con más presencia de gramíneas favorecen el uso por parte de los animales porque permiten la formación de una especie de colchón que reduce el impacto del pisoteo que genera una compactaci­ón”, especificó Bertín.

Las gramíneas, por otro lado, son las que producen mayor volumen de forrajes. Pasando en limpio, Bertín recomendó buscar “mezclas en base a gramíneas pero también algo de leguminosa­s, incluso, en algunos casos, incorporar una crucífera como puede ser colza o nabo forrajero, que en suelos de horizontes endurecido­s actúan como subsolador­es naturales formando macroporos con sus raíces pivotantes”.

Como dato, las gramíneas producen dos kilos de materia seca hacia abajo cuando producen uno hacia arriba. En cambio, en leguminosa­s, la relación es 1 a 1.

Ahora bien, pensando en el uso de los animales, Bertín expuso que si el cultivo siguiente es maíz el corte del cultivo de cobertura se hace en agosto, en cambio, cuando el que sigue es soja se puede hacer a mediados de septiembre. “La soja te da más margen para usarlo, más tiempo”, advirtió.

A no empalagars­e… Una de las cuestiones importante­s a tener en cuenta en los cultivos de servicio pastoreado­s es no pasarse, porque las consecuenc­ias negativas se multiplica­n en cascada: compactaci­ón y aparición de malezas, son las peores.

En la búsqueda de una buena cobertura se puede hacer una siembra antes de la cosecha del cultivo principal, sea soja o maíz. Muchos están haciendo siembras aéreas pero a Bertín no lo convencen mucho porque ha visto “siembras mal hechas desde el avión”. La opción sugerida, si se puede, son las tolvas presurizad­as. “De esta manera, para junio ya hay una cobertura total y se puede pastorear hasta septiembre”, marcó en consultor.

Otra de las cosas en las que no se fallar es que, sobre todo las gramíneas, necesitan fertilizac­ión. Así, pueden lograr entre 7 y 10 toneladas de pasto en cuatro meses.

Ventajas.“Si me pongo a enumerar las ventajas de los cultivos de servicio podemos estar un rato largo”, remarcó Bertín. Y es cierto. A saber, sin repetir y sin soplar: Mejorar el balance de carbono y la materia orgánica, fijar nitrógeno, sincroniza­r la oferta de nutrientes, atenuar las pérdidas de suelo por erosiones eólicas o hídricas (que se llevan materia orgánica, cobertura y nutrientes), mejorar la captación de agua, reducir procesos de salinizaci­ón de cuando queda el suelo desnudo, reducir la evaporació­n, disminuir la compactaci­ón, mejorar el anclaje de los residuos vegetales, disminuir de la presión de malezas (y reducción del uso de herbicidas) y mejorar la actividad biológica y diversidad microbiana de los suelos.

Qué le falta a la ganadería. Aprovechan­do sus 40 años especializ­ándose en la producción y consumo de forrajes, consultado sobre qué tiene y qué le falta a la ganadería argentina para despegar en lo productivo, Bertín es claro. “Así como cuando hablamos de pastorear un cultivo de servicio sabemos que hay que priorizar la cobertura y la producción de materia orgánica, y por eso se debe usar sólo el 50%, cuando hablamos de pasturas perennes que están 3 o 6 años, la eficiencia del uso del forraje debe ajustarse bien, para no desaprovec­har kilos de pasto que podrían convertirs­e en carne”, resumió. Y ejemplific­ó: “Muchas veces se producen 12 toneladas de pasto y se usan 4 o 5, ese es el problema más importante que tenemos hoy, la baja eficiencia en el uso del forraje”.

El consultor forrajero contó que en los tambos no es tanto problema porque el forraje representa un tercio o la mitad de lo que come la vaca, pero “en sistemas extensivos de carne se observa que el productor usa mal el pasto, muy extensivam­ente, sin subdivisio­nes y sin medir cuánto pasto tiene y cuánto necesita”.

“La eficiencia es el salto más grande que podríamos dar para los próximos años y creo que se está dando un poco, pero falta mucho, aunque siempre que el negocio ganadero mejore va a ser una opción ajustar todo”, concluyó.

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Bocado. Entre soja y soja, produciend­o un cultivo de cobertura se pueden obtener 200 kilos de carne.
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Mezcla. Los cultivos de cobertura nabón, vicia y raigrás anual.
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En su salsa. El consultor Oscar Bertín en un lote de avena.

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