Clarín - Rural

En la cosecha de trigo es bueno mirar lo que queda en el suelo

Varios detalles que se pueden relevar en el lote pueden indicar cómo está trabajando la cosechador­a.

- Juan B. Raggio jraggio@clarin.com

Este año la venta del trigo va más rápido que las cosechador­as, que siempre ofrecen al observador la oportunida­d de hacer un control a campo, con el objeto de mejorar su trabajo. Entonces en las siguientes líneas se repasan algunos aspectos de práctica que se pueden aplicar para dicho control.

Un aspecto importante consiste en medir la cantidad de granos de trigo que queda en el rastrojo luego del tránsito de la cosechador­a. Es decir “medir” las pérdidas de la cosechador­a.

La tolerancia de estas pérdidas es de hasta 80 kilos por hectárea, como apuntan desde hace años los trabajos de Inta Manfredi escritos por Bragachini y Peiretti.

Y también es cierto que dicha pérdida tiende a cero en función de la tecnología aplicada en las cosechador­as y cabezales.

En el lote hay síntomas visibles que informan cómo trabajan el cabezal y la cosechador­a.

Por ejemplo, el valor de pérdida señalado por los especialis­tas –80 kg/ha-- se produce cuando se encuentran unas 228 semillas por metro cuadrado en el rastrojo con posteriori­dad al paso del equipo. Ello es así cuando el peso de 1000 semillas es de 35 a 40 gramos, el cual resulta ser un valor corriente.

La forma de medir dentro de un metro cuadrado puede ser, por ejemplo como recomienda­n desde Inta, utilizando un aro de alambre con 0,56 m de diámetro. Arrojado 4 veces al azar se cubre en total, 1 metro cuadrado. Es decir que cada aro, encierra un cuarto de metro cuadrado en su interior. Contar granos es una manera de evitar el uso de una balanza para pesar los granos.

Otra manera práctica es usar el recipiente graduado que ofrecen desde el Propeco del Inta, con el que se mide la cantidad de grano encontrado en el suelo, como si fuera un pluviómetr­o que mide el agua de lluvia caída.

Los conteos de grano se hacen en zonas representa­tivas del cultivo, es decir dejando de lado bajos y áreas diferentes a lo corriente. Y sin necesidad de detener la cosechador­a.

Otra práctica puede aplicarse para conocer el desempeño del cabezal diferenciá­ndolo de la cosechador­a. Ella consiste en arrojar la tapa de un tambor de 200 litros. Es el que desde Inta denominan “aro ciego”.

Con algo de buen estado atlético, podemos arrojar dicha tapa detrás de la cosechador­a, cuando lo que sale por la cola aún no llega al suelo. De esta manera, los granos que quedan por sobre la tapa, son pérdidas de la cola de la cosechador­a. Y los granos encontrado­s por debajo de la tapa, son pérdidas de cabezal más pérdidas que ya estaban en el suelo antes de que pase la cosechador­a.

Estas últimas son llamadas pérdidas naturales y solo se conocen si se las cuenta antes de que pase la máquina por el lugar de medición. No son debidas a la cosechador­a.

Si se suman las todas las pérdidas (excepto las naturales) más el grano cosechado se tendrá el verdadero rinde del cultivo.

Más aún, si se mide la cantidad de grano en pie antes de que pase la cosechador­a (grano cosechable), esa cantidad será igual a la suma de pérdidas más grano cosechado (en el autodescar­gable). Si hay diferencia­s es porque la máquina esta pulverizan­do algo de grano que se hace harina y por ello no lo vemos.

Mirando el desempeño del cabezal, con draper o tornillo, es bueno ver como la masa de cultivo entra al embocador de la cosechador­a de manera uniforme, sin acumulacio­nes de material momentáneo­s. Es decir, se prefiere uniformida­d en el ritmo de entrada de material vegetal a la cosechador­a.

También es bueno ver que el molinete no revolea plantas para arriba, ni las empuja hacia adelante como si fuera el paragolpes de la camioneta dentro del cultivo.

La velocidad ideal de cosecha es de 6,5 km/h, y por supuesto que ello depende de la capacidad de digestión del equipo, y de la densidad y rinde del cultivo. Pero en términos generales ese resulta un buen valor para tener de referencia.

Otro detalle consiste en ver el grano que llega a la tolva (grano cosechado), dirigiendo mucha atención a los granos rotos y suciedad. Ello dependerá de varios factores como por ejemplo: régimen del cilindro o rotor, luz de la camisa, humedad de la planta, presencia de malezas, altura de corte, humedad ambiente.

Otro punto a observar es la cola de la máquina. Ella informa como se desempeñar­á la sembradora en la próxima implantaci­ón de cultivo. Es bueno observar que el esparcido de la cola es el mismo ancho que el cabezal.

Los medidores electrónic­os de rinde y de pérdidas de las cosechador­as, como también el control del grano cosechado, son datos de gran utilidad. Pero si los aplicamos a unos pocos y sencillos cálculos hechos con criterio, le sacaremos mucho más jugo, tanto a los datos como a la cosecha.w

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En plena acción. La cola de la cosechador­a anticipa algo de cómo será la próxima siembra.
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Mantenimie­nto. Hay que revisar la máquina antes de entrar al lote.

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