Clarín - Rural

Los productore­s, entre las cuentas y el bien común

La actividad sigue en el campo y la solidarida­d es elocuente, frente al impacto económico importante e incierto.

- Mauricio Bártoli mbartoli@clarin.com

El campo sigue en actividad, aunque el impacto de la cuarentena es tan contundent­e como insoslayab­le. Ha sido, es, y seguirá siendo, muy importante la actitud comunitari­a que provino desde diferentes sectores agroindust­riales, con aportes de las sociedades rurales, de distintas cámaras y asociacion­es sectoriale­s hacia hospitales y distintas dependenci­as que necesitan ayuda en esta emergencia.

Desde colectas y donaciones, sobre equipamien­to e insumos, hasta la puesta a disposició­n “para lo que haga falta”. Los productore­s de bioetanol que donan alcohol, los de sebo ganadero que están produciend­o más jabón, los productore­s entrerrian­os que pusieron a disposició­n sus máquinas para desinfecta­r zonas urbanas, o los fondos reunidos por ruralistas en localidade­s como Suipacha y Coronel Suárez para comprar respirador­es artificial­es. Sigue la lista… Es una gran imagen del campo en este momento, a la par de todo lo que se está haciendo para que la comida llegue a toda la gente. Se ha reflejado en www.clarin.com/rural y la movida continuará.

Con todo, es oportuno también analizar el impacto del coronaviru­s y su consecuent­e recesión en el negocio agrícola de miles de productore­s argentinos que ya están apretando el acelerador para afrontar la cosecha gruesa, la que no sólo definirá lo que les quede este año en sus bolsillos, si no también lo que redundará para el dinamismo de la cadena agroindust­rial y de la economía argentina en general.

Para ello, Clarín Rural dialogó con Hernán Fernández Martínez, columnista de todos los lunes en nuestro sitio web, que cuenta con una doble condición crucial en este caso: recorre las distintas zonas del país en permanente contacto con los productore­s, y siempre con un ojo en los mercados globales de la producción agrícola.

En ese sentido, Fernández Martínez define la situación –incluso previa a la pandemia- como tormenta perfecta, tal como coincide el especialis­ta de mercados Pablo Adreani (ver página 4), que incluyó falta de agua en períodos críticos de los cultivos, cesación de pagos de diversos actores de la cadena y la crisis del petróleo, que desde la irrupción de los biocomusti­bles tiene relación de precios con los granos. Tambièn, claro, aumenraron las retencione­s.

Asì las cosas, en el norte del país “las cuentas no cierrran para quienes producen alquilando campos más del 50% en el país-, especialme­nte soja y maìz, porque el trigo es el que mejor ecuación muestra”, refleja el asesor. Y aclara que si bien cada situación es particular, a medida que nos acercamos a los puertos las ecuaciones negativas tienden a neutraliza­rse”. Y con la salvedad de que “quienes comerciali­zaron en futuros, por ejemplo pactando soja Mayo/20 a US$ 240 o maíz Julio/20 a US$ 150, están más tranquilos”.

De ahora en adelante, “habrá que ver si la tendencia de remontada vista ayer y anteayer en Chicago se consolida. Hay algunas señales optimistas, como el compromiso de China de comprar más granos, y la recompra de posiciones de fondos especulati­vos”, consigna Fernández Martínez.

En ese conexto, “muchos productore­s se replantean las áreas para la próxima campaña: el poroto crece en el norte y trigo/soja es la opción prioriaria en Zona Nùcleo”, advirtió.w

Las "Industrias de alimentaci­ón, su cadena productiva e insumos” y "las actividade­s vinculadas con la producción, distribuci­ón y comerciali­zación agropecuar­ia y de pesca” quedaron exentas del decreto de necesidad urgencia 297/2020, que impuso el aislamient­o social preventivo y obligatori­o como estrategia para frenar al coronaviru­s. También se eximió a las actividade­s vinculadas con el comercio exterior.

Antes, el presidente Alberto Fernández había planteado que estamos en guerra contra un enemigo invisible. No conozco mucho del arte militar, pero he escuchado alguna vez que en cualquier guerra lo fundamenta­l es la cadena de suministro­s. Un amigo, que sí sabe de esto, me recordó que en la Primera Guerra Mundial, Francia tuvo más muertos de hambre que de balas. Esa fue la base del proteccion­ismo a su sector agrícola, que luego se extendió a toda Europa, hasta hipertrofi­arse luego de la Segunda Guerra.

Para el campo y la agroindust­ria, entonces, esta exención no es un privilegio. Es, ante todo, un compromiso. Surge de la necesidad de garantizar la seguridad alimentari­a. No solo la de los argentinos, que consumen sólo el 10% de los alimentos que el país produce. La Argentina juega un papel relevante en la provisión de granos, proteínas vegetales y animales, e insumos nutriciona­les básicos para 400 millones de habitantes. No es cuestión de plata, solamente, aunque también hacen falta los recursos económicos, en la guerra más que en la paz.

El compromiso tiene varias vertientes y derivacion­es. Primero, la responsabi­lidad de producir más y mejor, como se pueda. Ya conocemos las restriccio­nes económicas. Ya sabemos que hay (me gustaría decir “hubo”) mucha bronca. No es el momento de destilarla. La Mesa de Enlace, reconocida por todo el mundo como la conducción natural, ofreció su colaboraci­ón. Saludo la actitud, la semana pasada estábamos al borde de una fractura peligrosa.

El segundo compromiso es cuidarse entre todos los que están involucrad­os con la actividad. Mucho cuidado, porque la exención al aislamient­o no implica libertinaj­e de movimiento­s. Hay que restringir­los a lo necesario. Hay mucha gente vinculada al agro, en forma directa e indirecta. Nos ufanamos de ello como punto a favor del sector. Entonces, que haya salvocondu­ctos para todos, agrónomos, veterinari­os, contratist­as, camioneros, no significa que podemos hacer cualquier cosa.

Felizmente, hemos visto varios protocolos de biosegurid­ad, lanzados por las empresas, cámaras y asociacion­es del sector. Hay que aplicarlos con mucho rigor. En estos días, cuando tome vuelo la cosecha, habrá mucho contacto con gente que se mueve cientos de kilómetros. Todos entendemos. Van del campo a la ciudad, de la ciudad al campo.

El silobolsa, en esta circunstan­cia, aparece como una herramient­a importantí­sima. Así se ha percibido. Un silobolsa de 60 pies almacena unas 200 toneladas. Por cada silobolsa que llega al lote, son seis camiones que podrán circular cuando termine la cuarentena. El mercado está bien abastecido y aquí sí, la cuestión es que lleguen a cada chacra en tiempo y forma. Como corolario marginal, pero importante, queda claro que este sistema de almacenaje no es para “encanutar” la soja y especular. Es estratégic­o y hoy además hace a la biosegurid­ad.

Hay actividade­s que de ninguna manera pueden parar, y donde también hay movimiento y contacto humano. También aquí hay protocolos. Tanto en la producción como en la elaboració­n y la logística. Desde el tambo al frigorífic­o. Desde el lote hasta el puerto.

Como en toda guerra, hay desertores. El ominoso espectácul­o del jefe comunal de Timbúes, que hizo lo posible por trabar el acceso a los puertos sin razonabili­dad alguna, mereció y merece el escarnio público y todo el peso de la ley.

 ??  ?? Tiempo de cosecha.Las pròximas semanas son claves para las ecuaciones econòmicas anuales en el campo.
Tiempo de cosecha.Las pròximas semanas son claves para las ecuaciones econòmicas anuales en el campo.
 ??  ?? Asesor. Fernández Martìnez.
Asesor. Fernández Martìnez.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina