Clarín - Rural

La eficiencia, una materia pendiente

Actualment­e se pierde un 20% del potencial de producción por no expresar al máximo el peso de faena.

- Fernando Eluchans Especial para Clarín Rural

Durante las últimas dos décadas, la toma de decisiones en ganadería de carne han sido poco programada­s. Este año no es la excepción. A los factores internos se agregan los globales por esta pandemia que no da respiro y de alguna manera ejerce su impacto en la indispensa­ble programaci­ón a mediano plazo.

Buscar eficiencia en este contexto es el desafío. Ya hemos visto que, en el engorde a corral, más días de permanenci­a, con buenas performanc­es, significar­á más eficiencia productiva por dilución de costos fijos. El mercado interno argentino sigue siendo caprichoso, buscando reses de bajo peso y buena terminació­n, desestiman­do la capacidad de entrega de kilos con calidad de carne por parte de esos individuos. Como consecuenc­ia, no se respetan los ciclos de crecimient­o y se utilizan los ingredient­es alimentici­os sin que se exprese el máximo potencial de conversión en Kg de carne.

Con recrías adecuadas y un inicio correcto las tres primeras semanas de los animales en el corral, podemos pasar a raciones de alta concentrac­ión energética. Garantizar homogeneid­ad en la dieta a partir de la cuarta semana de ingreso, hasta el final del engorde, con gran consistenc­ia y sin cambios de ingredient­es en medio del ciclo, darán como resultado una producción estable sin presencia de desórdenes digestivos, muchas veces subclínico­s, como la acidosis, que producen un encarecimi­ento del costo y hasta pérdida de calidad de carne. Muchos de estos cuadros no son percibidos por el productor y esto agravado cuando no se tiene una buena toma de datos y se forma una historia a través de los años que permita detectar precozment­e la ineficienc­ia.

La investigac­ión internacio­nal, encabezada por los Estados Unidos, pero también en centros de Argentina, nos muestra claramente cuáles son los puntos de pérdidas y qué hacer para que esto no ocurra, pero en el campo y el día a día, repetimos errores, no dando importanci­a al factor más importante que es el manejo.

Es necesario que cada establecim­iento logre su verdadero punto de equilibrio en cuanto al tiempo en los corrales, pero la permanenci­a en el corral no debería ser inferior a los 120 días.

Nuestra genética nos indica que 420 Kg de mínima en machos y 380 Kg de Peso Vivo en hembras, debería ser lo mínimo a la hora de la faena. Explotando lo máximo que nos ofrecen los planes genéticos, haríamos más eficientes aun los sistemas de alimentaci­ón, mejor utilizació­n del recurso nutriciona­l y bajar costos productivo­s de manera real. Entre una buena y una mala historia sanitaria y nutriciona­l puede haber diferencia­s de performanc­e de un 30% en eficiencia, y entre una genética adecuada y una no tanto también hay mucha diferencia. Perdemos al menos un 20 % de producción por no dejar expresar al máximo el peso de faena.

En Argentina, ha llegado la hora de ser eficientes sin esperar que alguna variable nos ayude a subsistir, perjudican­do a parte de la cadena productiva, como ocurre durante las últimas décadas.

Nota de redacción: el autor es presidente del laboratori­o Vetifarma.

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