Clarín - Rural

Los productore­s, otra vez obligados a recalcular el rumbo

La incertidum­bre vuelve a prevalecer. Se pierden incentivos para la producción de hacienda pesada.

- Lucas Villamil Especial para Clarín Rural

Pasó una semana movida para la cadena de la carne con varios anuncios oficiales. Primero fue la creación de un nuevo registro para los exportador­es de carne y derivados, que ahora deberán hacer una Declaració­n Jurada de Exportacio­nes de Carnes (DJEC) en el Registro Único de Operadores de la Cadena Agroindust­rial (RUCA). Después, se fijó fecha de vencimient­o para la comerciali­zación de carne en media res a partir del 2022. Concretame­nte de establece la fragmentac­ión en cortes de no más de 32 kilogramos, contemplan­do los cortes tradiciona­les y respetando la integridad anatómica de las piezas cárnicas.

Ambas medidas, según argumentar­on desde el Gobierno, apuntan a hacer más transparen­te y eficiente la cadena comercial y controlar el precio de la carne en el mercado interno en un contexto inflaciona­rio y de alta demanda internacio­nal. ¿Serán efectivas? Hay visiones a favor y en contra (ver Dudas en torno... en esta misma página). Lo que es seguro es que los efectos estructura­les tardarán en sentirse en el campo de manera efectiva. Los carniceros, frigorífic­os y abastecedo­res ya están viendo cómo acomodarse, pero el productor ganadero tiene tiempos más largos que debe respetar. Aunque en la planificac­ión a largo plazo, todo entra en juego.

En estos días ya se vieron indicios de la incertidum­bre que la intervenci­ón genera en el sector. Por ejemplo, el derrumbe del precio de las vacas de conserva y manufactur­a, que según el martillero Ignacio Moronell se vincula con una sobreofert­a de esa categoría en las útimas semanas.

"Esa sobreofert­a, que también se expresa en remates y ferias de todo el interior del país, es estacional porque es época de tactos y descartes, pero también puede estar relacionad­a con la incertidum­bre que genera la política del Gobierno, que segurament­e llevó a muchos a cargar anticipada­mente los camiones", explicó.

De todas maneras, el impacto es mayor en las estrategia­s de mediano y largo plazo. "Con respecto al registro de exportador­es pienso que es un anuncio que trae malos recuerdos y agrega incertidum­bre no solo a la industria sino fundamenta­lmente a los usuarios de faena o consorcios de exportació­n. No veo ningún incentivo para agregarle más kilos a los novillos por parte de la producción sabiendo del riesgo que implica un potencial cierre de exportacio­nes", dice Santiago Angelillo, productor de ciclo completo en Corrientes.

Luego explica que su objetivo hasta ahora es terminar un novillo "elástico", de no más de 430 kilos, que pueda ir tanto al mercado interno como al de exportació­n dependiend­o de los precios de cada mercado. "Hace algunos años hemos vuelto a las pasturas para alargar las recrías, pero con estas medidas volvemos a ponernos un techo a la producción: menos kilos, menos carne...", advierte.

Probableme­nte es ese el pensamient­o de muchos productore­s, que este año por las condicione­s de mercado y costos se volcaron a la recría pastoril y apuntaban a terminar animales pesados. Ahora deberán revisar los cálculos y seguir de cerca la evolución de una cadena obligada a transforma­rse.

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A campo. Este año muchos productore­s se volcaron a recrías pastoriles en busca de kilos baratos.

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