Dudas en torno al fin de la media res
Los frigoríficos y analistas del sector ven ventajas en la medida, pero los carniceros son más críticos .
El fin de la media res de carne vacuna, que el Gobierno fechó para el próximo 1° de enero, es visto como un paso necesario por la salubridad del producto y el cuidado de los trabajadores que cargan al hombro más de 100 kilos. Pero varios conocedores de la cadena de comercialización dudan sobre una de las principales motivaciones: no creen que en el corto plazo propicie una baja de precios a los consumidores. Consideran que es probable que suceda lo contrario.
El argumento del Gobierno y de los frigoríficos es que "la media res es más ineficiente en la lucha contra la inflación". Indican que el carnicero de un barrio con bajo poder adquisitivo, para vender toda la media res, reduce el valor de los cortes más caros: el lomo, el cuadril, los bifes. Como no puede hacerlo sin perder plata, sube los precios de cortes de menor calidad, como el asado, la falda, la aguja, etcétera.
Eso, explican, hace que los sectores más pudientes no paguen la carne todo lo que pueden y los más carenciados no puedan acceder a los “cortes populares”, porque tienen precios elevados para compensar los otros trozos de la vaca.
Ese criterio no es compartido por los carniceros. Hernán Méndez, con local en Dorrego y Niceto Vega de CABA, le dijo a Clarín que “para cuando se implemente el nuevo sistema seguramente pagaré más por el kilo de carne en promedio, porque el trabajo que hoy hacen mis empleados despostadores lo hará otro. No sólo me cobrará por eso sino que quizás me obligue a reducir el personal”.
Juan Manuel Garzón, economista de la Fundación Mediterránea, tampoco cree que los precios bajen, al menos en el corto plazo, porque habrá que adecuarse con inversiones en toda la cadena. Aunque el Gobierno prevé una línea de financiación específica para ello.
Diego Ponti, analista de ganados y carnes de la consultora AZ Group, también es escéptico sobre una baja de precios. Cree que “el carnicero venderá con mayor precisión los cortes que le demande su clientela, pero probablemente cuando requiera carne al proveedor le resultará más cara por kilo que lo que paga hoy en promedio por la media res”.
Garzón y Ponti coincidieron en que el troceo es un buen avance hacia la comercialización por cortes, porque propone una distribución más eficiente, valoraron el cuidado de los trabajadores y las mejores condiciones de salubridad y abrieron una posibilidad optimista a mediano y largo plazo sobre los precios, en tanto la mayor rentabilidad por el aumento de eficiencia se distribuya a cada parte de la cadena, desde el productor a los consumidores, en articulación con la demanda exportadora.
Otro escéptico sobre la baja de precios es Segundo Acuña, un ex funcionario de la Junta Nacional de Carnes,
Los dueños de carnicerías temen que les aumente el precio promedio
considerado un referente en la materia, quien destaca que “la carne no es cara, el problema es que el poder adquisitivo bajó. Entonces se busca optimizar la rentabilidad del carnicero, pero de esta manera este oficio perderá manejo de su negocio”.
Con todo, tras estudiar casi medio siglo los bemoles de la carne argentina, Acuña concede que de alguna manera esta iniciativa "es volver a los orígenes, porque en la época colonial la carne se distribuía por cuartos, como se pretende para el año que viene, y la media res recién se instaló a fines del siglo XIX".