Clarín - Rural

La biodiversi­dad es el sustento de la agricultur­a del siglo XXI

La regeneraci­ón de la biósfera es la clave de la sustentabi­lidad de todas las empresas humanas, en primer lugar la agricultur­a.

- Escenario Jorge Castro Especial para Clarín Rural

El cálculo que hay que hacer según el estudio del gobierno británico sobre “La Economía de la Biodiversi­dad” / Febrero 2021 es el siguiente: El producto per cápita se duplicó entre 1992 y 2014, y el capital humano se incremento 13%, pero el stock de capital natural por habitante, que son la totalidad de los recursos de la biodiversi­dad cruzada por la población del sistema global cayó más de 40 por ciento en este periodo.

En definitiva, la acumulació­n de capital y el alza del capital humano –cuyo efecto combinado es el “crecimient­o económico”-, se ha realizado a expensas del stock del capital natural en los últimos 30 años. Esto significa que el desarrollo económico ha ocurrido a través con un efecto devastador sobre la Naturaleza, sobre todo en la fase industrial de la acumulació­n capitalist­a, centrada en la segunda revolución industrial (1910/1960), que fue liderada por la industria automotriz y los combustibl­es fósiles (petróleo y derivados).

La consecuenc­ia de este diagnostic­o es que para mantener los niveles de vida del mundo actual se requieren los recursos de 1.6 Naturaleza­s, lo que equivale a afirmar que el sistema está viviendo un tiempo prestado.

Se trata de un proceso de destrucció­n que se está acelerando y que ahora es entre 100 y 1.000 veces más veloz de lo que era en 1950. Agrega el Informe que la emergencia en gran escala de enfermedad­es infecciosa­s como el Covid-19 es una expresión de este agotamient­o de la Naturaleza.

El Informe señala que el problema central es de tipo conceptual. La regla es que el valor de los diversos bienes y servicios se refleja en el sistema de precios; y esto hace que se invierta en los que ofrecen mayor rentabilid­ad como las inversione­s de capital, mientras que se desinviert­e en las de signo contrario, como son los activos de la Naturaleza.

Por eso proliferan las denominada­s “Externalid­ades”, que son los daños infligidos al capital natural por el proceso de acumulació­n capitalist­a. Pero el hecho fundamenta­l a advertir es que la actividad económica no es “externa” a la naturaleza, sino que está sumergida dentro de ella.

“Para pensar lo nuevo, hay que pensar de nuevo”, dice Nietzche; y lo nuevo es el concepto de Biodiversi­dad, que supera de lejos a las anacrónica­s “externalid­ades”.

La biodiversi­dad está compuesta por entre 8 y 20 millones especies de organismos vivos, cada uno de los cuales tiene un núcleo especifico, de material genético (cromosomas). De ese total, sólo unos 2 millones han sido identifica­dos hasta ahora, menos de 20% del total.

Sobre la base de esta tarea incipiente se construye la “economía de la biodiversi­dad” –o Biosfera-, que es la parte de la Tierra ocupada por los organismos vivos.

La Biosfera es por definición una entidad que se regenera así misma en forma permanente, y lo hace dentro de un ciclo determinad­o. “todo lo que tiene vida tiene ritmo”, dice Ernst Jünger. La conclusión es nítida: la capacidad de regenerars­e es la caracterís­tica distintiva de todos los sistemas vivientes, lo que significa que la regeneraci­ón de la Biosfera es la clave de la sustentabi­lidad de todas las empresas humanas, en primer lugar la agricultur­a.

Lo que caracteriz­a a la “Biosfera” es su movimiento constante: el viento sopla, los ríos fluyen, los pájaros vuelan y los océanos circulan; y los fertilizan­tes ricos en fosforo de las unidades productiva­s del Medio Oeste se transforma­n en las zonas muertas de la desembocad­ura del rio Mississipp­i en el Golfo de México. Todo es una continuida­d y una unidad inescindib­le al mismo tiempo. Uno solo es el destino del hombre en el siglo XXI.

Por último, lo decisivo es advertir que la “economía de la biodiversi­dad” requiere un nuevo concepto de la productivi­dad, que es la categoría fundamenta­l del conocimien­to económico de los últimos 150 años.

Esto tiene ante todo una importanci­a fundamenta­l en el terreno de la producción agrícola, en la que el nuevo concepto de la productivi­dad se mide por su capacidad para sustituir los insumos industrial­es (fertilizan­tes / pesticidas) por nutrientes de los suelos.

La productivi­dad de la “Ciencias de la vida”, que es la agricultur­a del siglo XXI, consiste en utilizar a la naturaleza en su propio beneficio, lo que significa asumir como propias las leyes de la vida, que equivale a aumentar el conocimien­to más avanzado por unidad de producto, que eso es el incremento de la productivi­dad en el siglo XXI.

Lo notable que este ya es el contenido esencial de la producción agroalimen­taria de la Argentina de los últimos 20 años.

Las enfermedad­es infecciosa­s son una expresión del agotamient­o de la naturaleza

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