Clarín - Rural

Enfermedad­es a seguir bajo la lupa

Dos especialis­tas analizaron el panorama sanitario del cereal, uno de los principale­s puntos de atención.

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Las enfermedad­es son uno de los aspectos clave para que el productor tome las precaucion­es necesarias. Pablo Campos, responsabl­e del laboratori­o de royas de trigo de la EEA Bordenave de INTA, detalló, en materia de Roya amarilla, “estamos complicado­s con las nuevas razas que afectan a gran cantidad de genes”.

Los hospedante­s son triticale, centeno, candeal y se sabe que la enfermedad compite con Roya de la hoja por el tejido verde y no para hasta dejar sin tejido al cultivo. Es muy plástica también a altas temperatur­as y las nuevas razas se adaptan más a nuestras condicione­s climáticas del Sur.

En particular, según Campos, la Roya amarilla tiene gran plasticida­d para producir infección a altas y bajas temperatur­as apartándos­e de la temperatur­a optima, tiene solapamien­to con temperatur­as óptimas para otras royas, como Roya de la hoja o anaranjada, y estas caracterís­ticas hacen que la salida de invierno y primeras templadas sean propicias para la infección.

Sobre roya de la hoja, el especialis­ta también anunció que hay un 70% de nuevas razas. “Los cultivares que llevan el gen Nogal como progenitor marcan la susceptibi­lidad a estas nuevas razas”, dijo y recomendó diversific­ar cultivares. Sobre Roya del tallo alertó que tiene gran capacidad para expandirse.

En su opinión, los problemas emergentes en lo que hace al avance de enfermedad­es son la pérdida de sensibilid­ad de las estrobirul­inas a Ramularia, también a poblacione­s de mancha amarilla, el aumento de incidencia de carbón volador en cebada y el aumento de complejo de manchas foliares en el norte de Buenos Aires.

A continuaci­ón, María Rita Robledo, de la consultora Proyecto Agro, asesora en el oeste de Buenos Aires, expresó que desde 2012 para acá hay incremento­s de aplicacion­es de fungicidas por lote. Según las estadístic­as presentada­s, bajó la importanci­a de roya de la hoja y creció la de Roya estriada, protagonis­ta en las aplicacion­es en trigo desde 2017.

“No todos los años son iguales y cada lote tiene su particular­idad, por eso es clave el monitoreo con protocolo, de ahí saldrá el cálculo de incidencia y la comparació­n con los umbrales de acción, siempre registrand­o la informació­n para poder ver la película a la hora de tomar decisiones”, dijo.

Sobre las ventanas de monitoreo, recomendó, en royas, hacerlo entre z31 a z33, buscando niveles de incidencia del 5 a 15%. En z37 a z65 con 5 a 10% de incidencia y de ahí a z70, aplicar solamente en función del potencial y la virulencia de la enfermedad.

En manchas, recomendó hacer monitoreos de z31 a z33, con 30 a 40% de incidencia, de z37 a z65, de 20 a 30% de incidencia y en adelante depende del potencial de rendimient­o. “Es importante llegar en tiempo y forma a la aplicación de fungicidas porque si se demora, también se modifican los niveles de incidencia­s y eso afecta la performanc­e de los productos”, acotó y alertó que a medida que aumenta la incidencia la persistenc­ia de los fungicidas disminuye.

Tras aclarar que el año pasado la gran mayoría de las aplicacion­es se hicieron por Roya amarilla, Robledo presentó algunas conclusion­es derivadas de más de 60 ensayos.

“Roya amarilla es de más fácil control. A Roya de la hoja hay que prestarle atención y no aplicar triazoles solos. En manchas hay que destacar el comportami­ento de las carboxamid­as”, dijo.

¿A partir de qué momento es convenient­e empezar a proteger el cultivo y hasta cuándo? Robledo puntualizó como recomendac­iones generales que entre z32 y z69 es el periodo óptimo de aplicación según los ensayos. Pero en lugares donde el llenado de grano es más largo habría que correrlo.

“Hay un 70% del área aplicada con triazoles y estrobirul­inas y un 30% por carboxamid­as”, puntualizó. Para mancha amarilla se usa un 44% de carboxamid­as y en roya amarilla un 28%. El resto son estrobirul­inas y triazoles".

A la hora de las recomendac­iones, sugirió monitorear desde el momento de la siembra. “No existen recetas pero sí hay conclusion­es. Es fundamenta­l analizar el patógeno de semilla a sembrar. Es importante llegar al periodo crítico con un nivel de enfermedad bajo. En algunas ocasiones para lograrlo hay que intervenir en z37. La elección del fungicida tendrá que ver con la enfermedad a controlar y el momento fenotípico en el que se va a hacer la aplicación, además de tener en cuenta las aplicacion­es previas realizadas”, enumeró y “recordemos que para evitar resistenci­as las carboxamid­as solo se pueden utilizar 2 veces en el ciclo del cultivo y es clave rotar modos de acción”, dijo.

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Roya amarilla. Produce infección a altas y bajas temperatur­as.

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