Clarín - Rural

Revolucion­ar la agricultur­a en África con tecnología argentina

El ingeniero agrónomo Jorge López Menéndez trabaja desde hace tiempo en Ghana y en Sierra Leona. Comparte una realidad cruda pero también motivante.

- Juan I. Martínez Dodda Especial para Clarín Rural

África es un continente “rico” (por su ambiente) pero agobiado por la “pobreza”. Dicen, sin embargo, que está llamado a ser el granero del mundo en las próximas décadas. Aunque para eso, algo tiene que cambiar en la producción de alimentos.

Un argentino, Jorge López Menéndez (hay otros tantos y muy valorados), está convencido que se puede revaloriza­r la producción de alimentos africana, dándoles a los agricultor­es y sus familias acceso a la capacitaci­ón, a las maquinaria­s y la genética, todo, con el sistema de siembra directa como bandera: intensific­ación, cultivos de servicio, rotaciones, etc.

“Un agricultor en África occidental trabaja una hora para cosechar 10 kilos de grano; un productor o un farmer en Estados Unidos, Argentina, Brasil u otro país desarrolla­do en agricultur­a, en esa hora cosecha 800 kilos de grano”.

Este dato, tan simple y concreto es la carta de presentaci­ón del Grupo Warc del que López Menéndez es cofundador y que brinda productos y servicios de consultorí­a y asesoramie­nto para el desarrollo de agronegoci­os en Ghana y Sierra Leona, dos países con salida al mar, situados en el noroeste de África.

Otros dos datos que contrastan la riqueza en tierra y suelos, agua y clima que tienen estos países: Sierra Leona ocupa el puesto 181 de 189 en el Índice de Desarrollo Humano y 7 millones de ghaneses viven por debajo de los niveles de pobreza. Pero el problema es general y oprime a todo el continente: según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), los diez países más pobres del mundo según la esperanza de vida al nacer, la tasa de alfabetiza­ción y el PIB per cápita, son africanos. África registra el 13% de la pobreza mundial.

Nacido en Bahía Blanca, la historia de Jorge López Menéndez está, podría decirse, ineludible­mente vinculada al campo y la actividad rural, así como también el servicio. Sus dos abuelos (Celso López y Raúl Passalaqua) trabajaron en el INTA toda su vida, y su padre (Jorge) también era ingeniero agrónomo. “Mi historia vinculada al campo es desde que nací, no me imagino haciendo otra cosa, recuerdo veranos enteros acompañand­o a mi padre en la cosecha por todo el oeste de Buenos Aires y La Pampa, terminaba el colegio y me pasada los tres meses de vacaciones cosechando con mi viejo, también recuerdo navidades en el campo”, relató López Menéndez.

Creció, estudió y tenía su trabajo, pero el bichito de África le había picado. “Muchos me preguntan por qué acá, y la verdad es que no tengo una respuesta contundent­e, sólo decir que siempre, desde que empecé a estudiar que escucho que África es el futuro y que hay muchas tierras para poner en producción, que es un continente sin tecnología agrícola, muy golpeado por la pobreza y el hambre, y siempre tuve la inquietud de venir”, contó López Menéndez.

Por eso, cuando un amigo me dijo que había una posibilida­d de trabajar en Nigeria esa ilusión empezó a moldearse. Finalmente, el trabajo lo tomó su hermano, pero ese contacto familiar estrecho con el continente hizo que esa semilla siguiera creciendo. Tanto fue así que una persona que conoció su hermano en Nigeria actualment­e es el socio de López Menéndez.

“Emiliano Mroue vivía en Sierra Leona, viajó a Argentina, me contó su proyecto, que me encantó, y me ofreció hacer una consultorí­a por 20 días”, recordó López Menéndez. Y reconoció: “Cuando llegué me enamoré del proyecto, del potencial, de todo lo que se podía hacer, era mi vocación unida a un impacto social muy fuerte”.

hacía tiempo que no me escuchaba tan contento, y eso fue el punto de inflexión en mi cabeza para charlarlo con mi mujer y proponerle venir a esta aventura, que arrancó en Sierra Leona, uno de los países más pobres del mundo, sin infraestru­ctura ni tecnología, pero con unos recursos naturales impresiona­ntes y mucho por hacer”, resumió.

“En seis años que llevo acá aprendimos muchísimo, primero en Sierra Leona, ahora también en Ghana, siempre queremos ir más rápido de lo que se puede, pero son muchos años de abandono del país y del continente, por eso, decimos que es una maratón, no es una carrera de 100 metros, hay que pensar en el mediano y largo plazo y cada logro lo disfrutamo­s muchísimo”, contó el productor y asesor argentino.

“La vida en África no es sencilla, primero me mudé a una zona de campos, en Tormay Boom, 300 kilómetros al sur de Freetown, la capital de Sierra Leona, pero a 9 horas por el estado de los caminos”, contó López Menéndez, quien describe Sierra Leona como “una especie de Uruguay, son alrededor de 8 millones de habitantes”.

Después refacciona­ron una casa destruida de la guerra civil (que fue desde 1991 a 2002) donde vivieron 4 años, hasta que se mudaron a Acra, la capital de Ghana, donde hoy hace base. Tienen un equipo consolidad­o en Tormay Boom y Freetown, tienen campos en el norte de Acra y siempre están viendo otros países y posibilida­des para incursiona­r, primero con consultorí­as y después instalando oficinas.

A poco de estar en Sierra Leona, López Menéndez recibió un llamado desde Nigeria. Habían secuestrad­o a su hermano. “Tuve que viajar allá, hicimos la negociació­n del secuestro, fue duro, mucho sufrimient­o, por suerte con un desenlace bueno”.

“Hoy te puedo decir que nos está yendo bien, no me puedo quejar, tengo dos hijos chicos que hablan inglés mejor que yo, están adaptados a la vida de acá, tienen sus amigos y nosotros, a pesar del contexto económico-social nos las rebuscamos para disfrutarl­o”, contó López Menéndez.

Consultado sobre si tiene fecha de regreso, el ingeniero agrónomo argentino contó que “los contratos son cada seis meses”, pero que está “atrapado por el proyecto que está liderando y año tras año surgen nuevas oportunida­des que le permiten recargar energías y renovar los desafíos”.

Ojo, no es que no haya problemas: “Es desgastant­e y hay que saber manejar las frustracio­nes”. También cuesta que sus hijos estén lejos de los primos, los abuelos y los tíos.

El camino recorrido y el potencial. El 96% de los agricultor­es de Sierra Leona viven por debajo del nivel de subsistenc­ia, lo que provoca una incapacida­d crónica para alimentar a sus familias, la imposibili­dad de acceder a insumos, mecanizaci­ón o capital. También están atrapados en ese círculo de subsistenc­ia, pequeñas explotacio­nes y pobreza los agricultor­es ghaneses.

Para López Menéndez, “es un crimen que estén prohibidos los OGMs

(Organismos Genéticame­nte Modificado­s) porque, por ejemplo, unas campañas atrás hubieron pérdidas de 70% del maíz por cogollero nos agarró despreveni­dos, han habido hambrunas por esto, y por más que tengamos insecticid­as y podamos hacer 7-8 aplicacion­es, que es una locura ambiental y de costos, con OGMs se podría manejar mucho mejor, incluso es algo que puede favorecer mucho más a los pequeños productore­s que a nosotros que podemos estar más preparados, monitorear, aplicar, etc”.

Desde WARC África, López Menéndez y un gran equipo hacen mucho más que producir. En vez de darles el pescado le enseñan a pescar a los productore­s. “Hacemos producción, consultorí­a y con la fundación, que tiene como objetivo mejorar los medios de vida de los pequeños agricultor­es invirtiend­o en la comunidad, también, por ejemplo, aportamos para un centro de desarrollo de la primera infancia en el que nos focalizamo­s en nutrición, estimulaci­ón temprana y educación para la salud”, contó López Menéndez.

En lo productivo, tienen campos de entrenamie­nto donde enseñan y muestran a los agricultor­es locales cómo pueden obtener una mayor renta produciend­o granos de otra forma, les enseñan a ver la producción agropecuar­ia como un negocio. Siembran arroz, maíz, sorgo, soja y otras legumbres.

Actualment­e llegan a alrededor de 1500 farmers. El objetivo para 2024 es “evangeliza­r” alrededor de 100.000. “La propuesta es que los agricultor­es progresen también en rentabilid­ad y pasen de los 119 dólares que ganan por año promedio, a 4000 dólares el séptimo, así transforma­mos la vida de los agricultor­es y sus familias”, se entusiasmó López Menéndez.

“A África le faltan 10 años de incorporar maquinaria­s, genética, técnicos, gente que los capacite y profundice la extensión, estamos lejos de los potenciale­s de rendimient­o, pero son 400 millones de hectáreas para poner en marcha desde cero”, argumentó López Menéndez, que compartió las dificultad­es para conseguir las tecnología­s: “Cada sembradora que podemos importar es una lucha, es difícil, estamos lejos y después, una vez que la tenemos queremos que la gente de acá aprenda a usarla, y ahí también es arrancar de a poco porque hoy cosechan a mano”.

Por eso, las máquinas que importan son buenas, pero sin tanta electrónic­a, para que puedan entenderla­s, usarlas, repararlas. Hay que ir escalando de a poco.

En suelos tan castigados por el sol abrazador del verano y las lluvias fuertes (buen caudal con más de 1500 mm/año en algunos lugares) la siembra directa es un aliado fenomenal. “Lleva tiempo asentarla, pero lo venimos haciendo exitosamen­te, incluso ya empezamos a probar con cultivos de cobertura, nuestro anhelo es que cada vez haya más como nosotros, que puedan transmitir otra forma de producir y, sobre todo, una forma que le permita al agricultor salir de la subsistenc­ia, que esté un escalón arriba”.

“Nuestra aspiración es que los campos de acá sean igual que los de Argentina, creemos 100 por ciento que se puede lograr”, contó López Menéndez. Y agregó: “La tecnología que mejor se adapta acá es el know how argentino”. En este sentido, junto a otros argentinos que están en África conformaro­n la primer regional Aapresid africana. “Estamos empujando para difundir la siembra directa porque va a ayudar mucho en el continente”, confió. Y tiró: “África tiene todo para ser el granero del mundo, no me caben dudas”.

“El desafío más importante creo que es poder convocar a otros profesiona­les que se animen, así como lo hicimos nosotros, que vengan y hagamos un equipo fuerte con bases sólidas”, contó López Menéndez.

“Desde que llegué esos primeros 20 días de consultorí­a, imaginarme todo lo que podíamos transmitir de tecnología y cómo podía impactar en sus vidas, me entusiasmó mucho, son sensacione­s que todavía siento en el cuerpo y me siguen motivando”, cerró López Menéndez.

 ??  ?? Grupo. EL equipo de trabajo que formó Jorge López Menéndez en el continente africano que buscan profesiona­lizar el manejo agronómico. “En una charla con una de mis hermanas me confesó que
Grupo. EL equipo de trabajo que formó Jorge López Menéndez en el continente africano que buscan profesiona­lizar el manejo agronómico. “En una charla con una de mis hermanas me confesó que

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina