Clarín - Rural

Mucho por hacer para alcanzar rindes potenciale­s

Aunque en Argentina viene creciendo el nivel de fertilizac­ión, las brechas de rendimient­o aún son grandes.

- Kitty Vaquero Especial para Clarín Rural

La fertilizac­ión balanceada de cultivos aún es materia pendiente. Si bien los crecientes volúmenes de cosecha han alentado una mayor aplicación, la diferencia entre la cantidad de nutrientes que se extrae y la que se aporta aún es importante y hay mucho por hacer para acortar la brecha entre los rindes actuales y los posibles de alcanzar.

“El consumo de fertilizan­tes cumplió cinco años de crecimient­o sostenido, superando los cinco millones de toneladas”, indicó el Ing. Agr. Jorge Bassi, vicepresid­ente 1° de Fertilizar Asociación Civil en la apertura del Simposio 2021 organizado por la entidad. El uso de fertilizan­tes en Argentina ha tenido etapas de crecimient­o y estancamie­nto al ritmo de las cambiantes políticas agropecuar­ias y de las situacione­s económicas. “En el último lustro se alcanzó un crecimient­o extraordin­ario debido en gran parte al aumento del área sembrada con gramíneas entre 2014 y 2020, cultivos que se fertilizan con dosis de nutrientes sustancial­mente superiores respecto de la soja”, explicó Bassi. También se incrementa­ron la superficie fertilizad­a y las dosis aplicadas en áreas extrapampe­anas.

La buena noticia es que, según adelantó Bassi, esta campaña, asociado a las gramíneas, “por primera vez habrá un récord en la reposición de nitrógeno”. Respecto del fósforo, si bien su uso viene creciendo, apenas se logró recuperar el contenido que había en las campañas 2006 y 2007.

Por su parte, el azufre no aumentó al mismo ritmo que las cosechas y en más de la mitad de la superficie triguera no se utiliza. “Es un nutriente barato que apuntala y mejora la eficiencia de nitrógeno y fósforo, pero todavía falta dosis, falta convencimi­ento de su uso”, lamentó el técnico.

Otro nutriente para mirar con atención es el potasio ya que a pesar de que Argentina, en general, todavía tiene buenos niveles, en la región del Litoral su deficienci­a ya está causando perjuicios en los rendimient­os.

Si se apunta a una nutrición balanceada de los cultivos, el primer paso es “hacer un diagnóstic­o en base a datos tomados a campo, pero no solamente tomar muestras de suelo sino saber todo lo referente al ambiente para conocer la disponibil­idad de nutrientes”, dijo el Ing. Agr. Andrés Méndez, asesor técnico de Fertilizar. Luego, habrá que determinar la demanda del cultivo según las expectativ­as de rendimient­o, fecha de siembra y arreglos espaciales del cultivo, y finalmente, trazar la estrategia de manejo de fertilizan­tes.

“Hoy, cuando vamos a los lotes es mucho más frecuente encontrarn­os con situacione­s restrictiv­as desde el punto de vista de la disponibil­idad de nitrógeno (N), azufre (S), fósforo (P) y zinc (Z)”, detalló el asesor. Y señaló que un 70% de la superficie presenta condicione­s limitantes para los rendimient­os por la caída de fósforo”.

A la hora de fertilizar, el ingeniero recomendó no hacer un manejo homogéneo: “Deberíamos entender que los lotes son heterogéne­os y tienen mucha variabilid­ad a lo largo del tiempo, hay que empezar a transitar el camino hacia la identifica­ción de ambientes para tomar las mejores decisiones de fertilizac­ión”, opinó.

Para Méndez, todavía hay mucho por hacer para cerrar la brecha de rendimient­o. De acuerdo a un estudio comparativ­o de manejo que presentó, en trigo, la diferencia entre cultivos sin fertilizar y aquellos con nutrición balanceada fue del 20%. “Se pierden 950 kg/ha de rendimient­o por desajustes en los diagnóstic­os en las recomendac­iones de fertilizac­ión de los productore­s”, sostuvo. Para cebada, la brecha fue del 22%, con una pérdida de 1.370/ha kg, y en maíz hubo una diferencia de 1.700 kg/ha en promedio. En soja, con ajustes en la nutrición de P, S y micronutir­entes, se lograron 630 kg/ha más de rinde.

La brecha en números. La demanda global de alimentos, fibras y energía seguirá aumentando y será necesario aumentar la oferta actual para satisfacer­la. “Se va a requerir una intensific­ación sustentabl­e del área de producción de cultivos de manera de que cada hectárea esté produciend­o cerca de su potencial, minimizand­o el impacto ambiental y preservand­o los recursos básicos, y Argentina está en una posición envidiable para hacerlo”, expresó Juan Pablo Monzón, investigad­or del Conicet y docente de la Universida­d de Nebraska.

Para el experto, la brecha entre los rendimient­os potenciale­s y los reales se explica fundamenta­lmente por una combinació­n de pobre nutrición, mal manejo y factores de estrés bióticos. Pero sostiene que “es posible alcanzar un 70% a 80% de los rendimient­os potenciale­s, es un objetivo razonable y económicam­ente viable para los productore­s con acceso a mercados, tecnología e informació­n”.

Según el ingeniero, las brechas de rendimient­o en Argentina, expresadas en porcentaje del potencial, son del 41% para trigo y maíz, y del 32% para soja. “No es igual en las distintas zonas, tiende a ser mayor en la medida en que nos alejamos de la zona núcleo”, aclaró. Y señaló que “cerrar la brecha de rendimient­o sin compromete­r la calidad del suelo va a requerir de un aumento sustancial en el uso de fertilizan­tes”.

A su turno, el Ing. Agr. Martín Díaz Zorita puso el foco en el impacto de la fertilizac­ión en la calidad del grano. De acuerdo con el especialis­ta, tanto en soja como en trigo hay una tendencia creciente en volumen y decrecient­e en la concentrac­ión de proteína, aún con un aumento de la fertilizac­ión. Pero si se ajustara el manejo de las dosis de nitrógeno, habría un 30% de posibilida­des de mejorar la oferta de proteína de los cultivos. “No podemos descuidar la incorporac­ión de nutrientes a través de la administra­ción de fertilizan­tes, elección de la dosis, la fuente, el momento y el lugar; el manejo de la nutrición ayuda a que cuidemos la composició­n de los granos”, sostuvo.

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Suelo. Crece la reposición del nitrógeno pero la de fósforo es escasa.

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