Clarín - Rural

Música precisa para las arvejas

El uso de fertilizan­tes e inoculante­s tiene gran retorno económico a través del rendimient­o del cultivo.

- Gabriel Prieto Especial para Clarín Rural

En el área central de producción de arveja del país, nordeste de Buenos Aires y sudeste de Santa Fe es donde los suelos tienen una mayor historia agrícola, y además serios problemas de erosión hídrica.

Es precisamen­te por ello que de acuerdo a los últimos relevamien­tos, esta zona ha perdido gran parte del stock de nutrientes, materia orgánica, y degradado su condición física, tal que encarece notablemen­te los costos para mantener los niveles productivo­s.

La incorporac­ión de legumbres de invierno en las secuencias de cultivo ofrece la oportunida­d de la siembra de maíz de segunda, con gran aporte de carbono. Este doble cultivo presenta ventajas y oportunida­des, pero para aprovechar­los al máximo, hay que considerar la ecuación nutriciona­l.

Entonces, ¿cuál es el primer paso a dar para ser eficientes en la toma de decisiones? Lo primero es conocer la oferta de nutrientes del suelo mediante un muestreo del lote y posterior análisis de suelo. Esto es particular­mente esencial en el caso de arveja, ya que si nuestro lote tuviera un tenor de fósforo inferior a 15 partes por millona, las probabilid­ades de respuesta económica son elevadas.

Esas respuestas se manifestar­án desde estadíos tempranos a través de la generación de mayor biomasa, la que contribuir­á además a ser más eficiente en el uso de la luz y del agua, y a competir mejor con las malezas.

Estas diferencia­s en la biomasa generada se traducirán en estadios reproducti­vos en la fijación de un mayor número de vainas por planta y por ende mayor rendimient­o. La eficiencia agronómica media de la fertilizac­ión fosforada, es decir los kilogramos de grano adicionale­s por cada kilo de nutriente aplicado es de alrededor de 30, y a los precios actuales el retorno es en suelos deficiente­s, más de 200 por ciento la inversión en fertilizan­te fosforado.

Este análisis vale para otro gran nutriente como nitrógeno, aunque con otra ecuación. La necesidad de nitrógeno en el caso de arveja es de 50 kilogramos por cada tonelada de grano producida. Sin embargo la forma más económica de asegurar este elemento esencial es a través de la fijación biológica, aprovechan­do las excelentes cepas selecciona­das y la tecnología que potencia esa asociación. Esta práctica permite obtener casi el 60 por ciento de las necesidade­s totales de nitrógeno que demanda el cultivo de arveja, directamen­te del aire.

En suelos sin antecedent­es de arveja, los síntomas de deficienci­a son más severos y lo vamos a notar en plantas con menor crecimient­o, color verde pálido, escasa generación de biomasa y bajos rendimient­os.

En términos de eficiencia, una dosis de inoculante tiene un retorno económico en esos lotes, que ronda el 1400 por ciento, es decir que se recupera 14 veces el costo de la inoculació­n. En lotes que tienen historia de cultivo de arveja, no siempre se aprecian diferencia­s visuales marcadas en la biomasa, ni en el color de las hojas entre lo inoculado y los testigos, pero sí se ha demostrado diferencia­s de entre 200 y 500 kilos por hectárea, con retornos sobre el costo de la inoculació­n que ronda entre 400 y 500 por ciento.

Estos no son los únicos nutrientes que entran en juego en la producción de arveja, ya que otros elementos esenciales tales como potasio, azufre, calcio, magnesio y los micronutri­entes como zinc, hierro, manganeso, boro, cobalto y molibdeno, deben considerar­se especialme­nte en arveja que es para consumo humano directo, y es un punto que puede hacer a la diferencia nutriciona­l en función de la región donde se origina el grano.

Nota de la redacción:

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Biomasa. Se traducirá en mayor número de vainas por planta.
el autor es técnico del INTA Arroyo Seco. Biomasa. Se traducirá en mayor número de vainas por planta.

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