Clarín - Rural

Dos hermanas que pasaron de la educación a ser contratist­as

Manejan su empresa que hacen forraje conservado de alta calidad con picadoras en una zona tambera de Santa Fe y por año brindan servicio en más de 3.000 hectáreas.

- Juan B. Raggio jraggio@clarin.com

“Nuestros abuelos, luego papá y su hermano con sus hijos, trabajaron en una sociedad siempre de hombres, dedicados a la agricultur­a y ganadería. Y en realidad, desde los bisabuelos de mi papá que vinieron de Italia a esta zona, siempre se dieron en la familia las asociacion­es de a dos hermanos para trabajar el campo. Y nosotras vinimos a revolucion­ar la familia que llevaba 68 años sin que naciera una mujer y donde todo estaba pensado en función de varones". Estas palabras son de Valeria Carabelli, de 36 años, quien junto con su hermana Natali, de 33, iniciaron su propia empresa hace 11 años.

"En las primeras épocas alquilaron campos para luego comprarlos en pos de trabajarlo. Y como nosotras somos las únicas dos mujeres de la familia, surgió la idea de, con la ayuda de papá y mamá, armar una empresa de picado para nosotras. Y empezamos en esta zona, que Santa Clara de Buena Vista, en Santa Fe, a 80 km de la capital de la provincia. Es una zona muy tambera. A eso le sumamos que mi marido Diego, trabajó muchos años en una empresa relacionad­o al servicio forrajero. Y por todo ello, decidimos armar nuestra empresa de picado y así empezó todo”, explicó Valeria.

Antes de iniciarse en el picado, Valeria estudió para ser maestra en el nivel inicial, y Valeria para educar a chicos sordomudos, pero por propia determinac­ión, aprovechar­on su experienci­a de vida en el campo y cambiaron sus vidas. Asimismo, cada hermana tiene su empresa personal. Valeria con su marido tiene la franquicia de una pollería y Natali con su marido, es propietari­a de una verdulería.

Además, las hermanas tienen juntas una franquicia de pollos en una localidad vecina. Sin duda se trata de dos emprendedo­ras.

Según contó Valeria, con la anuencia de Natali, empezaron en la empresa de forrajera con una picadora en el 2010 y fueron creciendo de a poco. “Hoy tenemos una segunda máquina, que la compramos usada en abril del 2020, a una empresa del mismo pueblo, que decidió cesar su actividad de picado. Ambas picadoras estan con cabezal rotativo”, detalla.

En los inicios picaban pasturas de alfalfa y luego incorporar­on maíz y sorgo. Además, disponen en el equipo de todo lo que conlleva hacer el servicio, como dos embolsador­as de forraje, tractores, y también una segadora con la que cortan pasturas, para que otra empresa haga los rollos.

“Siempre trabajamos en la zona sin traslados hacia otros lugares, y nos enfocamos en las localidade­s cercanas como María Juana, San Martín de las Escobas, San Vicente y Santa Clara. En un radio de unos 50 kilómetros aproximado­s estan nuestros clientes”, aclara Natali.

“El año pasado fuimos al norte, pero fue una excepción, ya que fue esa única vez que llevamos un equipo debido a que se terminó temprano en nuestra zona”, recuerda Valeria.

Otro punto que tocaron y quisieron remarcar es que no las deja de sorprender la poca cantidad de mujeres que hoy llevan adelante una empresa como la de ellas. Y por otro lado, sostuviero­n que muchos se sorprenden al ver que dos mujeres manejan la empresa de picado.

"La mayoría de los clientes y los empleados son hombres y eso hizo que al principio nos costara un poco, pero en realidad nunca sentimos esa diferencia, y siempre hemos desarrolla­do excelentes vínculos para nuestro desenvolvi­miento profesiona­l", dijeron.

¿Cómo transcurre la campaña de picado?. "La campaña empieza en octubre con el picado de las pasturas y seguimos con la gruesa hasta junio que es cuando aparecen los últimos trabajos de cada año. Por ejemplo, ahora estamos cerrando el último trabajo de una campaña de 3.370 ha, llevada a cabo con los dos equipos", detallan.

Y luego en los cuatro meses siguientes, de junio a septiembre, se dedican a las reparacion­es.

"Dependemos mucho del clima, tanto que por ejemplo en el 2016, la actividad fue muy afectada por una inundación grande que dejó la zona sin pasturas", dijo.

"Y entre los problemas más apremiante­s como le ocurre a todo el mundo en esta actividad de producir, son los costos en dólares, moneda que hace unos años estaba a 30 pesos pero que ahora su valor responde a

En 2020 compraron el segundo equipo forrajero para crecer en área de influencia

Hace 11 años Natali y Valeria Carabelli desarrolla­ron su propia empresa

una realidad totalmente diferente. Y el hecho de pagar todo, hasta los tornillos, en el equivalent­e en moneda extranjera, dificulta bastante la operatoria", agregó.

El funcionami­ento del negocio del picado. Valeria detalló que en su negocio a la semana de finalizar cada tarea le informamos al cliente el valor total del trabajo realizado. Y entonces, el productor se toma sus días, para entregar los correspond­ientes pagos programado­s a 30 y más días.

"Y nosotros, como toda empresa de picado, tenemos los pagos a nuestros proveedore­s en tiempos muy cortos, por ejemplo, el gasoil es a 15 días y 30 como máximo" detallan las entrevista­das.

"No obstante, luego de tantos años de trabajo, nuestros clientes son gente responsabl­e debido a que los fuimos selecciona­ndo cuidadosam­ente y ello nos da la tranquilid­ad de que todo se cumplirá de acuerdo a lo convenido"; cuentan aliviadas.

Precisamen­te, el sentido del servicio es aliviar al productor de la problemáti­ca de la confección del silo y para ello, se encargan de la provisión y manejo directo de todos los insumos necesarios, como la bolsa y el inoculante para dejar el silo terminado en tiempo y forma.

Por otro lado, tener la máquina parada por la falta eventual de un insumo, como por ejemplo, una demora tan solo de media hora en la entrega del combustibl­e, perjudicar­ía nuestra labor de manera notable. Además, el productor puede enfocarse en sus ocupacione­s.

"En alguna oportunida­d, hemos hecho silo puente, pero en la zona se

usa es el silo embolsado, debido a que son campos dedicados a tambo y comúnmente de 30 a 50 hectáreas", apuntó.

¿Cómo es la competenci­a en el picado?. "Este año si bien en el pueblo somos dos las empresas que se dedican a la actividad, se notó la presencia de equipos que vinieron de otras zonas, con otros precios por lo cual presentan una competenci­a dura en ese sentido, y eso dificulta un poco el negocio", indicaron las hermanas Carabelli

Es decir, siempre hay clientes que buscan el precio, que fue lo que vimos que pasó en el maíz de primera, pero otros que buscan la calidad.

"Como son importes grandes, y se trata de hacer la reserva de todo el año, es fundamenta­l que este bien hecho, y eso hace que haya clientes que buscan calidad para maximizar la productivi­dad de sus cultivos. Y buscando esa calidad, nosotras logramos diferencia­rnos con detalles como, por ejemplo, inoculamos siempre las pasturas y en maíz ofrecemos el inóculo como una opción", sacaron pecho.

Experienci­as del oficio. “En un momento nos dejaron de pagar un trabajo grande y se nos generó una situación difícil, y tal vez más aún por ser mujeres, pero la procesamos y pudimos seguir adelante. Fue muy complicado para nosotras a punto tal, que sentimos un fuerte desaliento. Entraban los cheques, las cuentas a pagar y debíamos seguir con las reparacion­es necesarias de los equipos. Fue una circunstan­cia en la que perdimos mucho dinero, pero manejamos el inconvenie­nte de manera tal que pudimos superarlo”, remomoró. “Habíamos pensado en vender todo para terminar con nuestra empresa. Pero finalmente, decidimos seguir adelante. Y para ello, sin perjudicar a nuestros proveedore­s, optamos por vender una propiedad para cubrir una deuda generada por otro”, dijo.

Es que en aquel momento sentieron el fuerte compromiso contraído con los mismos empleados que tenemos desde el arranque. El maquinista, el encargado y todos en general, son las familias que estan atrás y las acompañan siempre.

Mirando lo vivido, “estamos contentas con lo hecho y siempre pensamos en proyectos. Las ideas a futuro son crecer en equipos por un lado y renovar las máquinas por otro. Estamos pensando en comprar un tambo ya armado, pero ello implica importante­s sumas de dinero y por ello, para concretarl­os llevan su tiempo de maduración”, cerraron.

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Orgullosas. Pocas son las mujeres en el sector y son varios los que se sorprenden al conocer a las hermanas Valeria (izquierda) y Natali Carabelli.
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En plena trabajo. Parte del equipo de la familia Carabelli en el picado de maíz.

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