Clarín - Rural

¿Cuándo es necesario aplicar fungicidas?

Definir el momento justo exige considerar integradam­ente varios factores como ambiente y genotipo.

- M. Carmona y F. Sautua Especial para Clarín Rural

Las principale­s patologías foliares que afectan al maíz, y que son objeto de control químico, son la roya común (Puccinia sorghi), el tizón o helmintosp­oriosis común (Exserohilu­m turcicum) y la cercospori­osis o mancha gris o rectangula­r (Cercospora zeina, C. zeae-maydis). En híbridos muy susceptibl­es, los rendimient­os del cultivo de maíz se pueden reducir en más del 50% cuando las infeccione­s de E. turcicum o de Cercospora spp ocurren temprano en el ciclo del cultivo y las condicione­s son favorables para el desarrollo epidémico de la enfermedad.

Cuando ocurren epidemias graves de roya común, las pérdidas de rendimient­o en cultivos de maíz pueden estar comprendid­as entre en promedio en un 20%. Para manejar estas enfermedad­es la elección del híbrido por su comportami­ento sanitario es la principal medida a realizar antes de la siembra.

Sin embargo, la disponibil­idad de híbridos que reúnan simultánea­mente un alto potencial de rendimient­o y resistenci­a efectiva a las enfermedad­es más importante­s es escasa. Por ello, el uso de fungicidas foliares se ha incrementa­do en los últimos años como consecuenc­ia de una mayor prevalenci­a e intensidad de estas enfermedad­es. Para el caso particular del tizón común y la mancha gris, además se recomienda preferenci­almente la rotación de cultivos.

Definir el momento de aplicación de fungicidas en el cultivo de maíz no es una tarea sencilla y no debe hacerse guiado solo por un criterio. Por el contrario, la complejida­d que presentan los diferentes ambientes agronómico­s es muy diversa y debe ser analizada profundame­nte. Existen estudios donde la recomendac­ión se basa exclusivam­ente en aspectos fisiológic­os, y la guía para la decisión de control químico es la ocurrencia de determinad­os estados fenológico­s o la expectativ­a de incremento­s en el rendimient­o por una mejora general de la planta.

Sin embargo, hay otras investigac­iones que desestiman este criterio “exclusivam­ente fitocéntri­co” y recomienda­n valorar otros factores como el ambiente, la susceptibi­lidad del genotipo y el nivel de enfermedad presente. La toma de decisión necesariam­ente nos obliga a considerar diversos aspectos integradam­ente donde la epidemiolo­gía interactúa con el hospedante, el fungicida y con las variables económicas. Por ello es necesario analizar los atributos del patógeno ( razas, presión de inóculo, etc.); del hospedante (período crítico de generación de rendimient­o, nivel de susceptibi­lidad a las enfermedad­es, rendimient­o potencial, aspectos fisiológic­os, etc.); del fungicida (dosis, tipos de moléculas, etc.), del ambiente (rocío, lluvias temperatur­a, mojado, etc. ); y el análisis de los datos del monitoreo a campo en conjunto con el estudio económico de daños e inversión (umbral de daño económico UDE, cantidad de kg de maíz necesarios para pagar el fungicida, etc.).

Para el cultivo de maíz también es necesario analizar otros factores de riesgo que condiciona­n la mayor o menor intensidad de las enfermedad­es: (maíz tardío, semilla infectada o mal curada, riego, integridad de la caña, susceptibi­lidad a pudricione­s de raíz y tallo, re-movilizaci­ón de hidratos, relación fuente/ destino, retrasos en la cosecha, etc.).

Resulta primordial analizar y cuantifica­r el riesgo de estos factores y abordar estos aspectos integradam­ente, ya que de esta forma será posible priorizar los lotes que deberían ser aplicados. Así por ejemplo un lote de alto riesgo para tizón es aquel que se sembró con híbridos susceptibl­es, en forma tardía, bajo siembra directa y con presencia de rastrojo de maíz previo en superficie, ubicado en regiones donde la frecuencia y cantidad de lluvias sean elevadas, o en lotes bajo riego (mm acumulados desde V7). En esta situación se debe decidir aplicar según el umbral de daño económico de un centímetro promedio de lesión por hoja. Un lote de riesgo para roya común es aquel que se sembró con híbridos susceptibl­es, en siembras tempranas, con temperatur­as entre 8 y 25 °C (sin temperatur­as elevadas). En este escenario se debe decidir aplicar según el umbral de daño actualizad­o anualmente que esta expresado en cantidad promedio de pústulas por hoja.

Concluyend­o, la clave está en valorar todos los factores de riesgo, integrando las observacio­nes del monitoreo de campo, registro del ambiente y los valores de umbrales de daño, cuando estuvieran disponible­s.

A tener en cuenta. 1- Con el precio actual de maíz sólo son necesarios 70 a 158 kg/ha de impacto en el rendimient­o para cubrir la inversión del control químico.

2- La mayoría de los fungicidas mezclas de estrobilur­ina más triazol se mantiene eficaz contra las enfermedad­es durante 14 a 21 días.

3- La Cátedra de Fitopatolo­gía de la FaUBA , difunde anualmente los umbrales de daño para definir el momento de aplicación de fungicidas para controlar roya y tizón común. 4- VT-R1 se posiciona cada vez más como el estado fenológico más crítico para decidir la aplicación de fungicidas en función del umbral de daño. 5- Si hay enfermedad­es foliares existirá mayor probabilid­ad de que el fungicida mejore la estructura y funcionali­dad del tallo.

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