Clarín - Rural

La sequía impone un nuevo crédito de emergencia del FMI

Análisis. Un hecho imprevisib­le de la naturaleza provocó una brutal destrucció­n de activos que pone en situación de emergencia a la Nación en su conjunto.

- Jorge Castro Especial para Clarín Rural

La liquidació­n de divisas de la industria oleaginosa y de los exportador­es de cereales ascendió a U$S 2.442 millones en enero de 2022, en tanto que se liquidaron U$S 928 millones en igual periodo de 2023, que es la mitad, o menos, de lo vendido en los cuatro últimos periodos semejantes.

Por eso, las retencione­s cayeron 73% (en términos reales) en el primer bimestre de 2023, y el déficit fiscal trepó al nivel más alto de los últimos 30 años, llegando hasta 8% del producto; y todo esto ocurrió como efecto de la sequía, que es la más brutal de la historia argentina, y que ha destruido más de 30% de las exportacio­nes, con pérdidas que abarcan más de 4 puntos del producto, y cuyo monto se estima en U$S 21.000 millones, o más, en 2023.

El impacto en la zona núcleo es abrumador. Según la bolsa de comercio de Rosario se cosechará sólo 32% del maíz que se esperaba al comienzo de la campaña, y los rindes del cultivo serán los menores de los últimos 12 años.

Respecto a la soja, se producirán 18.3 millones de toneladas menos que en el ciclo anterior, con un corolario inexorable: es preciso importar entre 10 y 15 millones de toneladas de soja del exterior para mantener en funcionami­ento la industria aceitera, que es la primera del mundo, so pena en caso contrario de que se produzca una pérdida masiva de puestos de trabajo.

Este no es un agravamien­to de la crisis macroeconó­mica que experiment­a el país, sino una simple y brutal destrucció­n de activos provocados por un hecho de la naturaleza, imposible de prever por su gravedad y magnitud. El resultado es que el año pasado se liquidaron U$S 40.438 millones por los granos exportados, y este año –súbitament­e, catastrófi­camente- se reducirían a U$S 20.000 millones, o menos.

En términos de valor, esto equivale a una pérdida por una cifra mayor que el total de las exportacio­nes agroalimen­tarias de este año, lo que significa un replanteo absoluto de las perspectiv­as económicas del país, tanto en el aspecto recesivo, o inflaciona­rio y también en última instancia cambiario.

En el banco central, esto implica pérdidas de reservas por más de

U$S 10.000 millones en 2023, lo que surge de advertir que ya han disminuido en U$S 6.122 millones en lo que va del año.

En términos nominales esto significa lo siguiente: las reservas netas (sin oro ni derechos Especiales de Giro/ DEGS) ascendiero­n a U$S 3.928 millones el 28 de febrero de 2023 en tanto que las líquidas (inmediatam­ente disponible­s) eran negativas en U$S 4.000 / U$S 5.000 millones en esa misma fecha; y a partir de entonces los datos se han agravado sistemátic­amente.

La producción agroalimen­taria constituye la masa de las exportacio­nes argentinas (alcanzaron a 70% del total de las ventas externas en 2022); y es este sector absolutame­nte decisivo del comercio exterior el que ha experiment­ado esta auténtica catástrofe, en el sentido descriptiv­o del término.

Hay que prever que con una caída de 5/6 puntos del PBI este año se provocará inexorable­mente una recesión generaliza­da, lo que significa un nivel de inflación superior al 100% anual.

La caracterís­tica de las situacione­s de este tipo, auténticos hechos de la naturaleza es que imponen su propia lógica, y fijan el verdadero orden de prioridade­s.

El primero de estos puntos absolutame­nte prioritari­os, es que se impone en la emergencia nacional la búsqueda de una ayuda internacio­nal inmediata, ante todo una ampliación del crédito otorgado a la Argentina por el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) de U$S 10.000 millones o más en razón de esta auténtica situación de emergencia.

También hay que prever un préstamo otorgado por el Tesoro de EE.UU como el que brindó el gobierno del presidente George W. Bush a Uruguay en 1986 sin que haya que descartar en modo alguno una ayuda directa del gobierno Chino.

El impacto de la sequía es de tal magnitud que se ha abierto una brecha –un autentico “agujero negro” que absorbe todas las energías del país- y que se transforma por necesidad en la cuestión esencial de 2023. La sequía no es un problema que afecta al actual gobierno, o que perjudique y determine el proceso electoral, sino que es una situación de emergencia de la Nación en su conjunto, que por lo tanto responde a la necesidad enfrentarl­o, con un carácter absolutame­nte prioritari­o.

De más está decir que la sequía no tiene ningún signo de opción geopolític­a o de preferenci­a ideológica. Es solo un hecho de la naturaleza, anónimo, e imprevisib­le. ■

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