Clarín - Rural

Ante la sequía se impone reducir drásticame­nte las retencione­s

Análisis. El Secretario de Agricultur­a Juan José Bahillo calificó como "razonable" una reducción inmediata de la alícuota ante la situación de emergencia.

- Escenario Jorge Castro Especial para Clarín Rural

La sequía de este año ha significad­o una verdadera catástrofe para la economía argentina, utilizando el término no en un sentido metafórico, sino estrictame­nte descriptiv­o; y ha afectado ante todo al sector fundamenta­l, absolutame­nte decisivo del sistema, que es la producción agroalimen­taria.

En este sentido la clave de su extraordin­ario impacto destructiv­o es la excepciona­l caída que ha provocado en las exportacio­nes de alimentos. “La sequía mermó la producción de trigo a 11.5 millones de toneladas, la mitad de lo que se había cosechado en el ciclo 2021 –dice Esteban Fuentes en Clarín Rural del 4 de mayo-; y también impactó en la producción de soja, donde se estiman 23 millones de toneladas, una caída de 45% respecto a la temporada anterior; y en la de maíz con 32 millones de tns, y una disminució­n de 37% respecto al año anterior”.

De esta manera, la producción de granos suma 66.5 millones de toneladas, una caída de 45% en el año, lo que representa 50 millones de toneladas que no estarán. Las exportacio­nes agroalimen­tarias fueron

70% del total de las ventas externas en 2022; y ese segmento absolutame­nte crucial del comercio exterior ha experiment­ado un derrumbe de 50% promedio en su producción 2023, lo que implica una pérdida de U$S 21.000 millones o más, en los ingresos provenient­es de la exportacio­nes genuinas.

A partir de ahí, y exacerbada por la agudizació­n de la crisis política, la inflación ha comenzado a crecer un promedio de 7% / 8% mensual, con el precio de los alimentos un punto y medio por encima de la inflación nominal.

Todo esto sucede cuando el saldo de las reservas netas del Banco Central es ya ampliament­e negativo; y el Operativo Soja III con un dólar a $300 obviamente se ha frustrado.

Curiosamen­te, esto abre la posibilida­d de discutir de manera práctica y efectiva la rebaja inmediata de las retencione­s, debido a la imperiosa necesidad de conseguir dólares para el Banco Central, en una situación de emergencia nacional, y ante el agotamient­o evidente del método de las sucesivas “Sojas”.

Así, por ejemplo, el poder ejecutivo podría establecer por Decreto de Necesidad y urgencia, y debido a la situación absolutame­nte anormal, fuera de toda pauta y antecedent­es, provocada por la sequía más grave de la historia argentina, una disminució­n inmediata y a la mitad de las retencione­s por un periodo –en principio- de 6 meses.

Hay que señalar que el Secretario de Agricultur­a Juan José Bahillo ha señalado que esta reducción drástica inmediata de las retencione­s a las exportacio­nes agroalimen­tarias le parece “razonable” en respuesta a la situación de emergencia.

Sequía/emergencia nacional/destrucció­n de activos agroalimen­tarios/recorte inmediato de las retencione­s. Todo esto es la secuencia que implica una ayuda efectiva al agro en este momento de crisis extrema. Sería una medida cargada de sentido y de razonabili­dad, con una conclusión evidente: ha llegado el momento de comenzar a desmantela­r el nefasto, antiproduc­tivo, y antiexport­ador sistema de las retencione­s y de esa ma-* nera apostar a la inmensa actividad y capacidad creativa de los productore­s argentinos. Esta situación de catástrofe inducida por la sequía se contrapone con las perspectiv­as extraordin­arias que ofrece el próximo año, y la siguiente cosecha, a empezar por la del trigo.

Gustavo López, uno de los principale­s especialis­tas en la producción agrícola argentina, prevé por ejemplo que con lluvias normales se puede lograr el próximo año una cosecha de 140 millones de toneladas de granos o más; y como un adelanto de lo que viene, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires señala que las superficie­s plantadas de trigo ascendería a fin de año a 6.7 millones de hectáreas, 10% más que el año pasado, y que tendría una cotización 22% superior a la del ciclo 2022/2023.

El resultado es que sumado a la plena explotació­n de los recursos gasíferos de Vaca Muerta, que permitiría­n un ingreso de por lo menos U$S 7.000 millones el próximo año, la economía argentina podría tener un superávit comercial de U$S 26.000 millones en 2024.

La Argentina está al borde del abismo en el sentido estricto del término; y lo que viene después e este año crucial puede ser una etapa cualitativ­amente superior en todo sentido, tanto político como económico, lo que para el agro implica ante todo mercado cambiario unificado y liquidació­n definitiva de las retencione­s. ■

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