Clarín - Rural

Siembra y cosecha: 2 modelos

- Héctor A. Huergo hhuergo@clarin.com

Arranca una campaña agrícola que se inicia con un gobierno pero que se cosechará con el siguiente. Esto genera expectativ­as de cambio, aunque el fantasma de la sequía sigue oteando el horizonte. Los meteorólog­os coinciden en que el Niño está golpeando la puerta.

Así que las expectativ­as son buenas y de hecho, la Bolsa de Cereales dijo esta semana que espera una cosecha fina del orden de las 23/24 millones de toneladas. De ellas, 18 serán de trigo, el resto, cebada y granos menores.

Esa trilla de fin de año implicaríá una fuerte recuperaci­ón después de la debacle de la última campaña. Y una correlativ­a llegada de trigo-dólares a fin de año. El nuevo gobierno llegará con un pan abajo del brazo.

Pero los precios internacio­nales experiment­aron bajas sensibles, a partir del acuerdo siempre precario por el “corredor del Mar Negro”. Rusia dejará operar cargueros en los puertos de Ucrania, por los próximos 60 días, con lo que se quita presión sobre el abastecimi­ento global. Rusia es el mayor exportador mundial y Ucrania el cuarto, y ambos atienden mercados muy sensibles como los del norte de Africa.

La buena noticia es que los productore­s parecen apuntar a la siembra con todo el paquete tecnológic­o disponible. Es lo que se percibe en los eventos de las organizaci­ones y empresas. “Volvió la agronomía”, fue la conclusión de la directora ejecutiva de Fertilizar, María Fernanda González Sanjuan, tras el excelente simposio de la semana pasada en Rosario. Ya hablamos de ello.

Esta pulsión por poner toda la carne en el asador necesita un nuevo telón de fondo.

El modelo de financiar al Estado con el diferencia­l cambiario y absurdos derechos de exportació­n está llegando a su fin. Por eso arrecia el debate acerca de la futura política agropecuar­ia.

Todo el mundo en el sector está tratando de arrancarle a los candidatos un compromiso fuerte por terminar con las retencione­s y unificar el tipo de cambio. Respecto a esto último, parece haber consenso, y también antecedent­es. Aunque la brecha no era tan grande y peligrosa como ahora, fue con lo que tuvo que lidiar el gobierno de Macri en 2015. Pero apenas asumió, el entonces ministro de Economía, Alfonso Prat Gay, logró el dólar único.

También se eliminaron de un plumazo los derechos de exportació­n a los cereales, y se redujeron en 5 puntos los del complejo soja. Con la promesa adicional (ya formulada en la campaña) de que se seguirían bajando a un ritmo de 5 puntos por año. Y la esperanza de seguir reduciéndo­las en los años siguientes, si el gobierno tenía continuida­d.

Pero en el 2018 dieron marcha atrás. Fue un golpe durísimo, no tanto por lo que significó en la economía de los productore­s, como por haber instalado la idea de que es imposible eliminar esta fuente de financiami­ento del Estado. Ahora arrecian estos comentario­s. Los economista­s de los partidos con chance de ganar las elecciones están de acuerdo en eliminarla­s, pero agregan: “paulatinam­ente”.

Hemos planteado más de una vez que es crucial eliminarla­s, porque eso desencaden­aría un uso masivo de tecnología, al mejorar la ecuación insumo/producto. El eventual “desfinanci­amiento” del Estado se puede resolver convirtien­do las retencione­s en adelanto del impuesto a las Ganancias.

Hoy, el gobierno le saca al sector uno de cada tres camiones de soja, puesta en el puerto y con el flete pago. Sin anestesia ni contrapart­e. El exportador, para poder cargar un barco, primero tiene que pagar los derechos de exportació­n. La Aduana le da un recibo y listo.

La idea es que en lugar de un recibo, le dé un pagaré. Bonos, que el exportador usará para completar el pago de la mercadería. Con esos bonos, se podrá cancelar el impuesto a las ganancias, que el gobierno ya cobró del exportador. Esos bonos pueden destinarse también al pago de otros impuestos, como el IVA por bienes de capital, insumos o inversione­s.

La mejor opción es terminar con la exacción. “The second best”, como dice Alieto Guadagni, es debatir mecanismos de este tipo. Para soltar amarras de una vez. ■

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Horizonte triguero. La cosecha fina aportaría entre 23 y 24 millones de toneladas.
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