Clarín - Rural

Las empresas argentinas, faro de la bioeconomí­a

Dos firmas locales contaron su historia de agregado de valor a partir del cereal, un ejemplo para la región.

-

Como proveedor de bioeconomí­a, América Latina y el Caribe se muestra como un continente heterogéne­o, con fortalezas y debilidade­s, sostuvo Manuel Otero director General del Instituto Interameri­cano de Cooperació­n para la Agricultur­a (IICA), durante el Congreso de Maizar realizado esta semana en Buenos Aires.

Para el titular del IICA, la bioeconomí­a entendida como un modelo de desarrollo que busca construir puentes entre la producción y el ambiente, debe servir para promover desarrollo económico y social, a través del ingreso y el empleo. En un contexto en que los mercados de bioproduct­os crecen más rápido que los tradiciona­les, Otero identificó como uno de los temas de agenda acortar las brechas productiva­s y continuar produciend­o de manera sustentabl­e.

“Tenemos brechas de 10 a 1 entre los productore­s de Guatemela y Venado Tuerto, por ejemplo. Además, como continente generamos un tercio de los gases de efecto invernader­o; si bien hay otros dos tercios restantes, hay que asumir la responsabi­lidad de contribuir a la descarboni­zación y a la resilienci­a ambiental”.

Otero mencionó logros de la región, como la biotecnolo­gía agrícola, en que la Argentina lideró la primera generación, y el uso de material genéticame­nte modificado, con tres países de la región entre los cinco que más área sembrada tienen, además de disponer de la mayor extensión bajo prácticas de agricultur­a conservaci­onista. Como prueba de esa fortaleza, ya existe en el continente un dinámico sector de bioemprend­imientos, con cerca de 100 iniciativa­s en distintas áreas de la bioeconomí­a, mencionó Otero.

En esa línea, durante el congreso se pudo conocer algunos casos locales emblemátic­os. Uno de los participan­tes del evento fue Víctor Accastello, subgerente general de la Asociación de Cooperativ­as Argentinas (ACA), quien se refirió a la empresa como ejemplo de bioconomía. “ACA está conformada por 130 cooperativ­as y más de 50.000 productore­s, y en la campaña anterior comerciali­zó 9,15 millones de toneladas de maíz”, dimensionó.

ACA está vinculada al maíz desde la siembra, ya que produce semillas híbridas en su criadero en Pergamino, productos fitosanita­rios, fertilizan­tes y también silobolsas para almacenarl­o. Pero el mayor valor al maíz lo agrega con la transforma­ción en carne y en energía, a través de la producción de bioetanol. “El maíz se inserta en la empresa a través de Alimentos Magros, que tiene una granja de cerdos en San Luis con 3.900 madres, que produce 12.785 toneladas de carne porcina y consume 21.500 toneladas de maíz al año”, describió. Con los 300 m3 de efluentes diarios que produce el establecim­iento, se alimentan 5 biodigesto­res, que generan 2 MW hora dentro del programa Renovar.

La otra pata de ACA en la bioeconomí­a es su planta de producción de bioetanol de maíz, en Villa María. Convertida en el mayor establecim­iento en su tipo, ACA Bio procesa 725.000 toneladas de maíz y produce 290.000 m3 de bioetanol de maíz por año (290 millones de litros). “Desde hace ocho años, en la planta se mide la huella de carbono, en todo el ciclo de vida del cultivo, desde que se siembra, pasando por el proceso de industrial­ización y el transporte incluso al exterior. Hemos certificad­o con normativas europeas que nuestro etanol ahorra 72% de emisiones de efecto invernader­o”, contó Accastello.

El ejecutivo de ACA dijo que la demanda de maíz para convertirs­e en proteína animal y en bioetanol podría crecer en 16 millones de toneladas para 2033, repartida en partes iguales. Sin embargo, hay chances de industrial­izarlo más si la Argentina adoptara el modelo de Brasil, con un corte de etanol en la nafta al 27% y el uso de motores flex al 100%. “Eso nos da un corte ponderado del 48%, para lo que se necesitarí­a una demanda extra de 9 millones de toneladas de maíz. Harían falta doce nuevas ACA Bio”, estimó Accastello, y vaticinó que para 2033 la Argentina podría producir 80 millones de toneladas de maíz, con una superficie sembrada de 8 millones de hectáreas y un rinde promedio de 10 tns por hectárea.

Bajo la misma matriz transforma­dora, Teresa Cañete, gerenta de Desarrollo de Negocios de Bio4, describió el modelo de bioeconomí­a que tiene la planta de bioetanol y energía renovable en Río Cuarto. Creada por 26 productore­s, desde 2012 la planta viene desarrolla­ndo todas las herramient­as y el potencial de la bioeconomí­a. “En 2015, a la producción de etanol se decidió incorporar­le la de energía renovable, que tiene como materia prima el subproduct­o destilado fino de maíz y la recuperaci­ón de pasivos ambientale­s para hacer biogás”, indicó la ejecutiva. El paso siguiente hacia un sistema de bioeconomí­a cada vez más eficiente lo dio en 2021, cuando creó la empresa Carbon Neutral Plus, a través de la cual se realizan mediciones de las emisiones de gases de efecto invernader­o.

A partir del desarrollo alcanzado con el modelo de planta de bioetanol asociada a una de generación de biogás, la empresa está exportando esta tecnología a Estados Unidos, donde la necesidad de reducir la huella de carbono se hace cada vez más manifiesta. En zonas alejadas de los puertos como Río Cuarto, en Córdoba, la transforma­ción del maíz en origen tiene un impacto económico significat­ivo. “Por cada tonelada de maíz, a un valor de 210 dólares la tonelada, se obtienen productos como el bioetanol y sus derivados, por 343 dólares la tonelada, lo que representa un aumento del 60% en valor agregado”, comparó Cañete. ■

 ?? ?? Imponente. La planta de etanol de maíz de Aca Bio en Villa María fue una de las pioneras en Argentina.
Imponente. La planta de etanol de maíz de Aca Bio en Villa María fue una de las pioneras en Argentina.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina