Clarín - Rural

La planta de urea china, ¿Se avecina?

- Héctor A. Huergo hhuergo@clarin.com

La noticia acerca de una gran inversión de una empresa estatal china en una planta de fertilizan­tes y otra de glifosato en Tierra del Fuego merece un análisis minucioso. No es un tema menor, por sus implicanci­as políticas y económicas, en un rubro estratégic­o para la producción agropecuar­ia a nivel global. Tampoco es algo nuevo. Esto viene de lejos.

Según informó Natasha Niebieskik­wiat en Clarín, el 31 de mayo el gobernador de la provincia apuró a la Legislatur­a local para darle vía libre al memorándum de entendimie­nto celebrado a fines del año pasado en la República Popular China. En el documento se establece que la empresa Shaanxi Chemical Group invertirá US$ 1.250 millones en la provincia para la construcci­ón de una planta industrial con una capacidad anual de 600.000 toneladas de amoníaco sintético, 900.000 toneladas de urea y 100.000 toneladas de glifosato.

En primer lugar, cualquier noticia que implique inversión es bienvenida. Y más aún si se trata de poner en valor recursos naturales como es, en este caso, el gas natural, que abunda en Tierra del Fuego. Así que, conceptual­mente, el atractivo es grande. También en lo que hace a la sustitució­n de importacio­nes.

Conviene recordar que en los últimos 20 años se triplicó el consumo de urea en la Argentina. Quedó chica la planta que levantó Profértil (propiedad en partes iguales entre YPF y la canadiense Nutrien) en el polo petroquími­co de Bahía Blanca, y comenzó a operar en 2001. Se inició con una capacidad de 600.000 toneladas, lo que la convertía por entonces en la mayor fábrica de urea del mundo. Con sucesivas expansione­s, la planta genera hoy 1.320.000 toneladas anuales de urea y 790.000 toneladas anuales de amoníaco.

Pero las importacio­nes superan el millón de toneladas anuales. Y en el mundo la producción no fluye armónicame­nte en un rubro muy demandado: el nitrógeno explica la mitad de los alimentos que consume hoy la Humanidad. Rusia ha sido uno de los grandes proveedore­s mundiales y desde la invasión de Putín se complicó el abastecimi­ento.

Así que desde el punto de vista de la oportunida­d hay poco que objetar. Bienvenida la competenci­a. La cuestión es cuando el diablo mete la cola y las reglas de juego dejan de ser parejas. Son temas delicados, sobre todo cuando interviene­n los gobiernos y en particular, los estados. La empresa empresa Shaanxi Chemical Group es propiedad de la provincia homónima. China, en su propio territorio, está sometida a dos presiones: la escasez de energía, y la cuestión ambiental. El amoníaco, precursor de la urea, se obtiene básicament­e del “reforming” (quema) del gas natural. Allí se generan dos cosas: el hidrógeno que se hace reaccionar con el nitrógeno del aire para obtener amoníaco, y la enorme inyección de energía que requiere el proceso. Tierra del Fuego puede proveer todo el gas necesario. Lo que no se sabe es a qué precio.

Y en cuanto a la cuestión ambiental, habrá que ver cuáles son los requisitos planteados. Profértil tuvo que adecuarse. Para ello hizo una inversión importante en los últimos años, a medida que expandía su capacidad productiva. Y logró pasos muy interesant­es. Por ejemplo, utiliza la energía renovable de un parque solar adyacente. Y está capturando el CO2 que genera la planta petroquími­ca vecina Mega. Ese CO2 se utiliza para convertir el amoníaco en urea. Ya lo contamos hace un par de semanas: de esta manera la producción de granos, destino final de la urea bahiense, termina “depurando” eleganteme­nte parte de las heces de la industria petroquími­ca.

Mientras esto sucede, llega la noticia de que la startup de nanotecnol­ogía Nium, con sede en el Reino Unido, ha recaudado una ronda inicial de $ 3 millones de dólares para desarrolla­r su sistema "Green Ammonia on Demand" que permite la síntesis in situ de amoníaco para reducir tanto los costos como las emisiones. Cosas a atender cuando se desempolva­n añosos proyectos como el que ahora vuelva a ponerse sobre el tapete. ■

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