Hasta el último grano
El Gobierno amplió el “incentivo” del dólar agro a otros cultivos. Pero la devaluación desalienta las ventas.
El dólar agro motivó el mes pasado ventas de soja por casi 4 millones de toneladas, por la mejora a $150.000 promedio por tonelada. En la última semana, la cotización local de la oleaginosa siguió subiendo: el mercado físico, trepó en Rosario hasta 185.000 $/tn, un 9% en cuatro ruedas, aún en medio de retrocesos en Chicago. Sin embargo hubo pocas operaciones (160.000 toneladas), incluso menos que durante la primera semana de octubre, cuando la cuenta regresiva electoral copó definitivamente la escena, con impronta devaluatoria.
En ese contexto, el Gobierno amplió el “incentivo” del dólar agro a otros bienes exportables. Entre los agroindustriales incluyó a la cebaba, el sorgo y el girasol. Sergio Massa está jugando todo para juntar “billetes de valor” antes del día que la gente vaya a votar. El país no termina el 22 de octubre pero todo parece circunscripto a “llegar a ese día”. En todo caso, habría que preguntarse cómo llegaremos.
La señal del ministro de Economía es “Rasquemos la olla hasta el último grano. Dénme todo lo que tengan que les doy premio”. La respuesta de los productores podría sintetizarse en “yo no acopio atún, como aconsejan algunos, pero me quedan pocos granos y los voy a cuidar como moneda fuerte hasta que afloje el tembladeral cambiario”.
Vale recordar una vez más -porque sigue siendo el dato estructural de esta historia- que a un argentino que busca obtener por su grano de soja lo que vale en todo el mundo el Estado – vía retenciones y brecha cambiariale succiona más de la mitad del precio. No puede soslayarse ese dato si se quiere entender por qué no ingresan más dólares del campo, que de todos modos es proporcionalmente más (73%) que lo liquidado a esta altura del año en las últimas tres campañas (69%).
Más que augurar una quita de retenciones o el fin de la brecha cambiaria, la mayoría de los productores cuidan lo que les queda. No necesariamente se trata de esperar un cambio de gobierno, porque gane quien gane se esperan “retoques” en la política agropecuaria. Ya hemos señalado en detalle que las propuestas de los candidatos presidenciales son diversas en cuanto a la presión fiscal sobre el agro.
Nadie sabe si algo cambiará el 22 de octubre (primera vuelta), el 15 de noviembre (eventual balotaje), o el 10 de diciembre (asunción del nuevo gobierno, pero cada vez parece faltar menos para las definiciones. Y mientras siga el tembladeral económico financiero prima la idea de desensillar hasta que aclare. ■