“Toda forma artística refleja lo que sucede”
El guitarrista y cantante analiza su manera de componer y su estilo propio, nutrido por distintas influencias.
Hablar de Brasil es detenerse en sus artistas, y en ese camino es imposible eludir la contribución musical de João Bosco, guitarrista y compositor de una formidable creatividad que hoy a las 20 cerrará el Ciclo Latinoamérica, en la sala sinfónica del CCK. Su genuino talento, sus temas que fueron en sus comienzos algunos de los éxitos de la maravillosa Elis Regina lo convirtieron en una de las voces más convincentes de la música brasileña.
Durante la charla con Clarín, Bosco revela la alquimia de sus composiciones, en las que elementos de diferentes folclores junto con algo de bossa nova y algún condimento de jazz conforman su música. “Es espontáneo; nunca estudié música formalmente y todo lo que hago es un proceso de audición, de oralidad, de lo que percibo y de cómo ingresa en lo que podría llamar mi formación musical. Es ahí donde se realiza esa mixtura. Soy un compositor brasileño y soy como mi país, muy diversificado; surgió de una manera natural, de manera espontánea”, explica el artista.
Nacido en Ponte Nova, Minas Gerais, en 1946, Bosco nació en una familia de ascendencia libanesa donde la música tenía enorme presencia. Su madre era concertista de violín, su padre cantor de samba, su hermana concertista de piano y su hermano compositor. A pesar de todo, antes de dedicarse profesionalmente a la música, Bosco se recibió de ingeniero civil en la Universidad de Ouro Preto, y sólo fue cuando se mudó a Río de Janeiro, en los '60, donde esa herencia artística se convirtió en acción.
Mientras algunas de sus canciones las popularizó Elis Regina, el músico colaboró con poetas como Vinicius de Moraes y Aldir Blanc. Durante la dictadura brasileña (1964-1985), sus músicas tuvieron problemas con la censura. Por aquellos años, decía que le llevaba más tiempo discutir con el ente de censura, en los que tenía que defender cada palabra, que componer las canciones.
Su carrera solista comenzó en 1972 con O Tom de Antonio Carlos Jobim e o tal de Joao Bosco. En 1977 consiguió su primer éxito a nivel nacional, con El borracho y el equilibrista, que terminó convirtiéndose en el tema principal de Amnistía Internacional. Al día de hoy, Bosco tiene 55 discos editados, en los que deja en evidencia brillantes composiciones Papel mache, Kid Cavaquinho, Corsario y Amante latino, entre otros.
-¿En su proceso de composiciones, tan ricas por su mixtura, sigue alguna regla?
-Lo que hago en mis composiciones no se aprende en la escuela, se aprende en los escenarios, con la experiencia y de manera espontánea, pero bajo un rigor estético. Es un trabajo intenso de exploración de un universo interior con ciertas reglas que se van delineando en el tiempo.
-¿Esas reglas responden a sus influencias? Hablo de Miles Davis, Joao Gilberto...
-Hay influencias más y menos explícitas; las evidentes están a la vista, las menos explícitas las reconozco por su presencia suave, frágil, cuasi imperceptible, que tampoco puedo explicar cómo llegaron hasta la superficie.
-¿Qué es lo que viene a presentar a Buenos Aires?
-Voy a hacer material de Mano que Zuera, un disco que acaba de salir; "zuera" significa barullo, interferencia, muchas palabras que por último no permiten que haya una conversación; una sensación perturbadora.
-¿Refleja lo que sucede en Brasil?
-Toda forma artística refleja de alguna manera lo que sucede. Pero no es un disco político, sino de actualidad.w