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“Ya nadie invierte en hacer discos”

El ex Roxy Music habla de su vínculo con Brian Eno, de su búsqueda solista y dice que producir lo aburre.

- César Pradines Especial para Clarín

Apesar de la edad, uno piensa que es joven. Por eso seguimos haciendo rock”, dice el guitarrist­a, compositor y productor Phil Manzanera. “Soy un continuado­r de la tradición del sonido del rock inglés”, agrega este artista nacido en Londres en enero de 1951, pero que tuvo su despertar musical en Cuba y Venezuela. Manzanera se presenta hoy, a las 20, en el CCK, con un grupo de músicos locales.

Integrante de Roxy Music, también trabajó con Brian Eno en 801 y en Quiet Sun; su carrera solista comprende 27 discos editados, en los que queda en evidencia la variedad de sus influencia­s y su elegancia como compositor y guitarrist­a. Quizás su veta latinoamer­icana, heredada de su madre colombiana, acercó a Manzanera a la región donde produjo a artistas como Fito Páez (Circo Beat), Os Paralamas do Su- cesso (Severino) y Aterciopel­ados (La pipa de la paz). Este año, Manzanera lanzó Carroncho Dos, junto con el colombiano Lucho Brieva.

-Fue testigo de la Inglaterra de los años '60 y '70. ¿Cómo lo vivió?

-Era el mejor lugar del mundo. En 1960, volvimos con mi familia a Inglaterra, y al poco tiempo surgió todo: apareciero­n los Beatles, los Stones, luego Pink Floyd, llegó Jimi Hendrix... Fue un período muy vibrante. En enero de 1967 le avisé a mi madre que quería ser músico de rock, y mi hermano mayor me dijo que fuéramos a hablar con alguien. Yo conocía a un músico que acababa de entrar a un grupo y era profesiona­l. Ese músico era David Gilmour, quien había ingresado en Pink Floyd (aún estaba Syd Barrett). Hablamos, me dijo algunas cosas que olvidé y que él tampoco recuerda, pero a partir de ese encuentro puse todo de mí para entrar en el rock. También recuerdo que se levantó de la mesa para ir a ensayar la música de A Saucerful of Secrets. Cinco años más tarde, yo estaba en el estudio I de George Martin grabando el segundo disco de Roxy Music, mientras en el Estudio II mezclaban Dark Side Of The Moon.

-¿Cómo se armaba ese pop tan elegante que hacía Roxy Music?

-La persona con la que más afinidad tenía era Brian Eno. Teníamos los mismos gustos musicales y un espíritu muy explorador en términos de sonido y música. Era joven, tenía 21 años y los demás integrante­s tenían 25. Los veía como mayores, con cuenta bancaria y todo; me sentía un niño, pero estaba feliz, porque era profesiona­l. Recuerdo que quería seguir desarrollá­ndome musicalmen­te, y en un grupo siempre hay problemas, peleas, temas de dinero, de mujeres, de drogas; asuntos con los managers, que trataban de dividir a la banda. Las discusione­s eran ridículas y no teníamos idea de lo que iba a pasar. Pero muchos de nosotros, que suponíamos que a los 30 nos moríamos y ya, todavía estamos vivos. Aquí estamos, con 60 o 70 años. Hacemos lo que hacemos porque nos gusta, y a pesar de la edad, uno siempre piensa que es joven. Es una ilusión, pero si te mantiene contento, adelante.

-¿Cómo nació su vocación por la producción?

-Siempre me gustaron las máquinas. Dentro de Roxy Music aprendí mucho de Chris Thomas, un productor que trabajaba con George Martin. Aprendí cómo continuar con la tradición de la producción de rock inglés, como en Abbey Road, por ejemplo. A Eno y a mí nos gustaba grabar y experiment­ar con sonidos. Después tuve la oportunida­d de producir mi propio disco Diamond Head (1975), pero antes había trabajado en Taking Tiger Mountain (By Strategic) (1974), con Eno. En 1977 me construí un estudio, en las afueras de Londres, donde terminamos grabando muchas cosas con Roxy Music. -¿Cómo lleva esa doble ocupación de músico y productor? -Creo que ya estoy viejo para hacer produccion­es, porque me aburro. Si soy honesto, no tengo ganas de usar tanto tiempo para otra persona. Tampoco ya se venden discos. Ya nadie invierte en hacer discos.

-Pero en 2014 produjo “The Endless River”, de Pink Floyd, algo que le debe haber tomado dedicación.

-Sí. Eso fue colocar una bonita mención en mi currículum. Además, yo vi al grupo original tocando. Pero esta situación fue imprevista. David (Gilmour), a quien le produje On An Island, me acercó unas grabacione­s que se habían hecho en 1990, y me preguntó si habría música que me pareciese publicable. Había mucha música, y me pasé seis semanas escuchando todo ese material y armando lo que sería un disco. Pero le faltaba algo, y traté de completarl­o, mientras me preguntaba qué estaba haciendo. Se los di, y a los nueve meses volvió David y me dijo: “Vamos a entrar juntos al estudio, tocamos y lo terminamos”. Así fue.w

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Una sana ilusión. Manzanera dice que pese los años, se siente joven.

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