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El mismo personaje, distinto actor

- Pablo O. Scholz pscholz@clarin.com

En pocos días se estrena entre nosotros Asesinato en el Expreso de Oriente,

una película que se basa en el best seller de Agatha Christie (1890-1976) que ya tuvo varias versiones en televisión y en el cine. La más recordada quizá sea la que dirigió Sidney Lumet en 1974, con Albert Finney como Hercule Poirot, y un elenco de estrellas como Ingrid Bergman (ganó su tercer Oscar, esa vez a la mejor actriz de reparto), Lauren Bacall, Jacqueline Bisset, Martin Balsam, Sean Connery, John Gielgud, la próxima invitada al Festival de Mar del Plata Vanessa Redgrave, Anthony Perkins, Michael York, Ricard Widmark como Ratchett, el asesinado…

En los ’70 era moda hacer películas con multielenc­os -de las Aeropuerto a Infierno en la torre-, pero con Crimen..., como se tituló, era más lógico que en un filme en el que se habla de un asesinato cometido a bordo de un tren, en el que los sospechoso­s son muchos, la primera aparición de cada actor/personaje hiciera a los espectador­es poner cara de sorprendid­os. El argumento de Asesinato en el Orient Express, publicado en 1934, se le ocurrió a Agatha Christie cuando viajaba en ese mismo tren y el vehículo se detuvo por efecto de la nieve. Debió permanecer con el resto de los pasajeros una noche de mucho frío y de cierto temor. La autora de Muerte en el Nilo terminó de redactar el libro en un hotel cercano a la estación del Expreso de Oriente y la habitación que ella ocupó, claro, hoy es un bonito y pequeño museo.

Poirot, detective belga de fino humor y filosas apreciacio­nes, apareció en El misterioso caso de Styles -al que tanto se asemeja Los que aman, odian- por primera vez. Protagonis­ta de 33 novelas y de 50 relatos cortos, es el más popular de los que ha creado la Dama del suspenso. Quien desapareci­ó durante once días después de enterarse de que su primer esposo la engañaba. Christie nunca explicó su fuga psicogénic­a. algo de eso se cuenta en Agatha (1979), con Vanessa Redgrave y el hoy caído en semidesgra­cia Dustin Hoffman.

Pero a lo que vamos hoy es a cómo un personaje emblemátic­o puede cambiar de fisonomía, de rostro, interpreta­do por distintos actores, inclusive unos contemporá­neos a otros. Y recordar las veces que un personaje debió mutar de cara y estatura porque el original no aceptó más ponerse bajo su piel.

Cada quien tendrá a su James Bond favorito, por ejemplo. Y hasta es lógico que con el correr del tiempo, en cincuenta y pico de años, Sean Connery no siga siendo el agente de Su Majestad. En verdad Connery se bajó del 007 porque estaba harto de los fans, de tener que estar erguido hasta cuando iba a tomar un whiskey en un pub escocés -se rumoreó que usaba un corset para tener su espalda derecha-.

Pero lo más llamativo fue cuando Jodie Foster no aceptó trabajar en Hannibal, que sirvió como una suerte de secuela de El silencio de los ino-

centes, como la agente del FBI Clarice Starling, papel por el que había ganado su segundo Oscar como mejor actriz. Y pasó a ser Julianne Moore. Pelirroja, dos años más grande, otro tipo de actriz. No hubo ni medió explicació­n alguna para el cambio de rostro, cuando sí hubiera sido más comprensib­le que el que cambiara hubiera sido el Dr. Lecter, ya que hasta el autor Thomas Harris habla de la necesidad del amante del chianti y el hígado de cambiar su físico para evitar ser atrapado.

Ahora, Kenneth Branagh, casi más británico que su amado Shakespear­e, es el encargado de dirigir esta nueva adaptación del Expreso de

Oriente, y también de encarnar a Poirot. Lo acompaña otro elenco de estrellas, de un Hollywood de antaño y del que vendrá, como Judi Dench, Johnny Depp (Ratchett), Daisy Ridley (Rey, en la nueva trilogía de

Star Wars), Michelle Pfeiffer, Penélope Cruz, Willem Dafoe, Derek Jacobi, Lucy Boynton…

Astin Trevor fue el primero en encarnar a Poirot en el cine, en Alibi (1931) sobre la novela El asesinato de

Roger Ackroyd y en dos películas más. Alfred Molina -el “peruano” que estafa a Indiana Jones en el prólogo de Los cazadores del arca perdida, el malvado Otto Octavius en El Hombre

Araña 2-, en una recordada versión hecha para la televisión, Peter Ustinov, el mencionado Albert Finney y hasta Tony Randall.

Piense el lector qué tienen en común estos actores con el rubio irlandés amante de Shakespear­e y ex de Emma Thompson, y verá que, en el cine como en cualquier arte, todo es posible con un poco de imaginació­n y buena predisposi­ción.

Hercule Poirot tuvo distintos rostros, como James Bond. Pero el colmo fue Clarice Starling, en “Hannibal”...

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