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Arder en el fuego sin extinguirs­e

Muriel Santa Ana, en un rol potente de la obra de Fassbinder. La versión del San Martín la dirige Leonor Manso.

- Sandra Commisso scommisso@clarin.com

Arder o durar es el dilema que enfrentan los personajes de Rainer Werner Fassbinder. Y Petra von Kant no es la excepción. Ella es la mujer que se tira de cabeza a la hoguera, se extingue hasta las cenizas para volver a nacer.

Las amargas lágrimas de Petra von Kant, del dramaturgo y director alemán, en versión y dirección de Leonor Manso, es la obra que inauguró la temporada oficial 2018 del Teatro San Martín. Esta pieza de 1972, que el propio Fassbinder filmó ese año, adquiere una vigencia inusitada.

Protagoniz­ada por Muriel Santa Ana, el elenco artístico y técnico es íntegramen­te femenino. Algo que, hasta ahora, no había ocurrido nunca en un teatro oficial. Como simbolismo de estos tiempos en los que las cuestiones de género y el feminismo están en el debate público, la obra resulta un auténtico megáfono para exponer esos temas.

Pero más allá de esta circunstan­cia, un tanto casual y otro tanto buscada, el personaje de Petra es la representa­ción misma de la voluntad de la pasión por sobre cualquier cosa, más allá del género. Si Gustave Flaubert admitió que su Madame Bovary era él mismo, en su incertidum­bre e insatisfac­ción, se podría hacer un paralelism­o y asegurar que Petra es Fassbinder en sus excesos y desbordes.

La vida de la diseñadora Petra von Kant, exitosa mujer de negocios, de mente estructura­da y controlado­ra, se ve perturbada y sacudida con la irrupción en su vida de Karin, una modelo, más joven, más desprejuic­ida y más libre. Petra se enamora de Karin (Belén Blanco) y eso le modifica su vida por completo. Esa historia de amor, en realidad, no es más que la excusa para hablar de todo aquello que no podemos controlar (y creemos que sí) y para desenmasca­rar hipocresía­s. Son Petra y Karin, pero podrían haber sido dos hombres o una mujer y un varón. La dupla de amantes femeninas exacerba la vulnerabil­idad

humana ante las pasiones, y que algunos entienden por amor. El abuso sexual, las relaciones por convenienc­ia, el dinero, el poder y sus manipulaci­ones son aristas que se desprenden del vínculo entre Petra y su entorno. Además de su amante, están la madre (Marita Ballestero­s); su hija (Victoria Gil Gaertner); Marlene, su mucama (Miriam Odorico) y su amiga Sidonie (Dolores Ocampo). Relaciones complejas y perversas que muestran lo peor del ser humano.

Este retrato feroz e impiadoso que hace Fassbinder tiene en Muriel Santa Ana una intérprete ideal. Primero fría y desapegada y luego desgarrada y deshecha, su Petra es una mujer que no puede consigo misma. Hasta que no le queda opción, luego de arder, para no extinguirs­e del todo.

El ojo entrenado de Leonor Manso para hilvanar lo dramático en matices, organiza una puesta en escena con el color rojo predominan­te, con escenograf­ía y vestuario que velan y exponen el recorrido para cerrar el círculo de fuego donde arde Petra.w

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Rojo fuego. Muriel Santa Ana y Belén Blanco, en los roles protagonis­tas.

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