Clarín - Clarin - Spot

“Filmé una de humor a cara de perro”

Acaba de rodar “Regreso triunfal”, una remake con Graciela Borges, Luis Brandoni, Oscar Martínez y Marcos Mundstock.

- Pablo O. Scholz pscholz@clarin.com

Es un tipo común, que sale del restaurant­e, se abriga, se calza la gorra y al que un muchacho del delivery reconoce en la calle. Lo saluda, le pide un autógrafo. No para él, sino para Johanna, “con h”. Y una selfie. Y otro compañero le pide lo mismo. El autógrafo es para Erika. “Con K”.

No habrá en la charla con Clarín referencia a la política, ni al país en términos políticos. Juan José Campanella terminó en la madrugada del martes el rodaje de Regreso triunfal, remake de Los muchachos de antes no usaban arsénico (1976), de su ex profesor y desde entonces entrañable amigo José Martínez Suárez. Y vuelve al cine, tras una pequeña larga ausencia, que matizó con trabajos en TV y teatro.

“Y redescubrí, por suerte -y eso que entré con mucho miedo después de 10 años que no hacía cine con gente, jeje, con actores: cine convencion­alel poder trabajar en 2 o 3 minutos por día, cuidarlos, cuidar la imagen. Este es un guión que hace 20 años vengo laburando”, dice.

-Si lo empezaste hace 20 años, ¿qué te impidió filmarlo antes?

-Un montón de cosas. Primero se originó en el ‘96, después de mi segunda película Ni el tiro del final, para hacer en los EE.UU. Ya estábamos con Anthony Quinn y Lauren Bacall, incluso hay algunas ideas en el guión de Anthony Quinn todavía.

-¿Y era muy distinto al de la película original?

-Sí. Incluso quiero sorprender a los que somos fanáticos de la primera, tiene vueltas de tuerca nuevas.

En aquella película del ’76 había un grupo de ancianos viviendo en una mansión: una gran actriz (ahora el rol de Graciela Borges), pero Narciso Ibáñez Menta era un médico, y ese personaje, ahora de Oscar Martínez, es el director de sus películas. El de Soffici es el de Marcos Mundstock, que es el guionista, y el de Pedro (Luis Brandioni, en silla de ruedas), el actor marido de Borges. “Y los que llegan para apropiarse de la mansión son dos, es una pareja, Nico Francella y Clara Lago, la protagonis­ta de 8 apellidos vascos, que cumple el rol de Bárbara Mujica”.

Para Campanella, un cinéfilo como pocos, “mantiene el homenaje a los estudios Ealing, el de El quinteto de la muerte, pero además se le agrega una cosa de comedia negra. Como si (Ernst) Lubitsch hiciera una película de los estudios Ealing. En cuanto al diálogo, tiene más humor, y los cuatro personajes son gente de cine. Hay constantes referencia­s en lo que pasa en la película a lo que les sucede a ellos. Odio decir metachiste­s, metagags, los tipos van narrando su vida como si fuera una película”.

En Hollywood en los ‘90 el proyecto no cerró, porque si le gustaba a los actores (y hasta Robert Greenhut -Annie Hall- estaba como productor) cuando llegaba el momento del “análisis de venta” decían: “Con viejos, no”.

Hasta que hace dos años, por “una multiplici­dad de cosas, el trabajo con Beto en TV y teatro, conocer a Graciela en el capítulo de El hombre de tu vida en el que descubrí que tiene un talento de comedia impresiona­nte… Fue saber que tenía el casting, y me mandé. Quiero que la vea José. La estreno en mayo del año que viene”.

-Pero pasó mucho tiempo desde que filmaste tu última película con actores, “El secreto de sus ojos” (2009).

-Es que después de El secreto… me embarqué en Metegol, que fueron 3 años más de mi vida inesperado­s, porque iba a ser un año y medio, más dos años para recuperarm­e de esos tres años (ríe). Después hubo

cosas de TV, pero tenía ganas de hacer cine. Y volví al cine y me encuentro con un mundo… raro, distinto. El armado financiero es un armado de la TV. El 50% lo produce Viacom, a través de Telefe.

-¿Y por qué es distinto?

-Porque ahora es así, sin la TV no se produce. Pero lo lindo es que quería trabajar con (el distribuid­or Bernardo) Zupnik, quería hacer un rejunte con la gente de El secreto… Como cuando se junta la banda de Robin Hood 30 años después. Quería juntar al mismo equipo, y estos deals de TV me dejaron libre el estreno en cines, y Bernardo, que cerró su distribuid­ora, armó un conglomera­do de distribuid­ores de Latinoamér­ica con los mejores independie­ntes de cada lugar. Lo importante es la presencia en la producción de la TV.

-Al trabajar con actores “grandes”, ¿es fácil moldearlos, llevarlos dónde vos querés, o tienen sus tics y clisés?

-Una de las cosas que los hace “grandes”, pero en otro sentido, no de edad, es que entienden el rol de director. Los actores malos son los que no escuchan al director, los buenos, porque se han quemado muchas veces porque no escucharon al director, saben que alguien los tiene que mirar de afuera. Y además, Graciela, Beto, Oscar, Marcos, cuando la pegan, las clavan en el ángulo. Hemos visto unas actuacione­s… Yo recordaba El hijo de la novia. Todos leíamos que era una comedia, de reírse y reírse, y descubrimo­s en la filmación que tenía un nivel emocional más alto que el que estaba en el guión.

-Decís que es un homenaje a nuestros divos, que se habla mucho de directores argentinos. ¿De quiénes?

-Tratamos de que a una audiencia extranjera no le arruine el guión, pero para acá estos son tipos de la generación de Antín, de Olivera. Son distintos que los personajes de la original, que era cine del ’30 y ’40. Estos son tipos del Di Tella, que conocieron la noche, que no son giles, escuchan Chubby Checker, nos divertimos mucho con la música que escuchan.

-¿Qué edad tienen?

-Y, están entre setenta y ochenta y pico. Hablan de Demare, de Tinayre, de José Martínez Suárez. Eran los referentes de ellos, y lo que te decía, tanto es el homenaje a nuestros grandes divos que no utilizar ciertos manierismo­s de Brandoni, de Graciela… Uno se ríe porque hay cosas que sólo Graciela puede decir con esa voz. Pero me sorprendió.

-Se toman el pelo a sí mismos.

-Sí, sí. Oscar es el más joven, está maquillado, tiene un maquillaje perfecto. Hubo que agregarle diez años, la cara está llena de látex, esas arrugas no son de él.

-¿Dónde filmaste?

-Los interiores, en una casa de Devoto, en la casa de la familia Devoto. Devoto se entornó en honor a un señor Devoto. Y los exteriores en el castillo Guerrero, en Brandsen.

Entre las complicaci­ones por las bajas temperatur­as en exteriores, en Brandsen “armamos una carpa de nylon para poder filmar y poníamos estufas. Graciela estaba en manga corta, hacía cero grado. Y se la bancó”.

-¿Tiene que pasar como verano?

-No, pero los tules, las túnicas que ella luce… No te olvides de que es una diva. En otras escenas el personaje usa pieles.

-¿Le mostraste el guión a Martínez Suárez?

-Sí. ¿Antes? No, ahora, al empezar este proceso. Y, tuvo el shock lógico al ver que cambiaban cosas, las preguntas “¿por qué cambió esto?”.

-¿Se siguen tratado de usted?

-Sí. Ya es una joda. Incluso un cambio muy importante lo trabajamos, que te pido no lo adelantemo­s. Cómo no perder el espíritu de comedia negra, hay una vuelta de tuerca adecuada a estos tiempos. Que nadie vaya a Youtube a ver la película... Estamos en contacto todo el tiempo. Me pidió que se lo mandara en papel, no por mail. Me hizo varios comentario­s, algunas cosas muy graciosas las tomamos. El tema de las remakes…

-Hace años, con respecto a “El secreto…”, me dijiste que no querías hacer la remake, que era ridículo.

-Al público no le podés dar la misma película, es una tontería. Lo ideal sería poder ver ahora en doble programa las dos películas, que te sorprendan las dos. Tienen finales distintos. La idea es encontrar una cosa nueva. En teatro nadie se queja de las remakes, todo lo contrario, vemos Hamlet en el espacio y nadie dice nada. Ahora nos pidieron hacer la remake de El secreto de sus ojos en Corea.

-El humor que se manejaba en la década del’70 no es el mismo que manejás ahora, ¿o en este caso, sí?

-Mirá, es una apuesta también. Lo que me gusta de la película es que tiene un humor irónico. Antes, por un lado tenías el humor más Porcel y Olmedo, más chabacano, que a mí me hacía reír mucho, lo confieso, pero también hay uno de cierto ingenio, el ingenio en el diálogo que uno tiene siempre la duda si la gente lo pesca o no. Acá todo está más tirado al humor, pero es un humor a cara de perro. No se están haciendo los graciosos los personajes.

-Les sale natural.

-Un humor como es en mis películas. El eje del conflicto en la original es el de géneros. Se formaba los hombres vs. las mujeres. Acá yo quería correrme de ese eje, dar más el conflicto de generacion­es. De la arrogancia juvenil. Los viejos son un grupo de amigos, que por más problemas que tengan entre ellos, viven con un ecosistema armado. Con las internas y las chicanas que se dan en la original.

Otra pequeña desviación del mundo alternativ­o es que Mara Ordaz (Borges), junto con Sofia Loren son las dos únicas actrices que ganaron el Oscar a mejor actriz habiendo actuado en lengua extranjera. “Hay una rivalidad por eso”, adelanta.

Hay anécdotas del rodaje que deben quedar -por ahora- off the record. Y hay un hombre común que, como cualquier otro, se apasiona como un chico con lo que más le gusta hacer. En diez meses se verá el resultado.

 ??  ?? Toda una diva. Borges, en la imagen con Nicolás Francella, ante la mirada atenta de Campanella y de su suegro, el director de fotografía Félix “Chango” Monti.
Toda una diva. Borges, en la imagen con Nicolás Francella, ante la mirada atenta de Campanella y de su suegro, el director de fotografía Félix “Chango” Monti.
 ??  ??
 ??  ?? Con Brandoni. Había trabajado en TV (”El hombre de tu vida”) y en teatro.
Con Brandoni. Había trabajado en TV (”El hombre de tu vida”) y en teatro.
 ??  ?? Pool. El director, Oscar Martínez, Marcos Mundstock y Brandoni.
Pool. El director, Oscar Martínez, Marcos Mundstock y Brandoni.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina