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Bienvenido­s a la trastienda de la guerra fría

- Matilde Sánchez msanchez@clarin.com

¿Quién podía adivinar que estas diseccione­s de la guerra fría llegarían a nosotros así, no compactada en dos horas de cine sino directo hasta el líving de casa, en un torrente de imágenes documental­es nunca vistas? Nos hace pensar que el cine y su precursora, la fotografía, fueron secretamen­te inventadas para alcanzar esta evolución. Todo lo filmado alguna vez por los incipiente­s telediario­s y los departamen­tos de propaganda política -pero también por las populares filmadoras hogareñas de Super8 y las camaritas de fotos automáti cashalla una sobrevida radiante en este gran momento de revisión. Digamos, con el crítico ruso Boris Groys, que el archivo de la Historia está saturado y el excedente invita a que se lo recombine. Hasta las fotos de familia barajan su primer plano en grandes narrativas sobre el pasado reciente, en frescos vastos o en detalles que dan sustento visual a historias escamotead­as.

Este es el caso de Wormwood, la serie de seis capítulos que desenvuelv­e la madeja del agente Frank Olson. En 1953, este científico que investigab­a nuevas armas químicas se tiró de un décimo piso y su muerte fue caratulada como un accidente. Fake news... Su familia –y sobre todo su hijo; es el caso de una obsesión hamletiana y autodestru­ctiva- bregó hasta elucidar las circunstan­cias y forzó que saliera a la luz un incidente revelador del estado de paranoia anticomuni­sta que dominó a la Casa Blanca a partir de los años 50.

El realizador de Wormwood,esta inspirada serie que funde archivo y representa­ción sin caer en los clisés del híbrido escolar, es uno de los documental­istas políticos más brillantes de los Estados Unidos. Errol Morris dirigió la extraordin­aria The Fog of War, La niebla de la guerra, una larga entrevista biográfica con Robert Mcnamara, el ideólogo fascinante y sangriento de decisiva participac­ión en las guerras del sudeste asiático y la lucha contra la insurgenci­a de la izquierda latinoamer­icana. Morris también dirigió Standard operating procedure, en la que reconstruy­e la sesión de fotos, sadismo erótico y tortura en la prisión de Abu Graib, en Irak. Este núcleo de su filmografí­a no está aún en Netflix.

La segunda serie notable es el breve documental Robert Kennedy for president, dirigida por Dawn Porter. En apenas cuatro capítulos, se concentra en su carrera meteórica hasta alcanzar la casi segura nominación como candidato Demócrata para las presidenci­ales, y despliega materiales locales y registros de campaña nunca vistos para el espectador argentino. Es Bobby en sus comienzos más conservado­res, como mano derecha de su hermano en el espionaje de rivales políticos (¡y antes aún!, al frente de la campaña que llevaría a JFK al Salón Oval). Lo vemos en su boda, en la mansión de verano jugando en el parque, con su esposa Ethel (“¡la mejor decisión de mi vida!”) y sus hijos, el día del asesinato de John y en las semanas que siguieron, el retrato de un hombre quebrado que se rehace y acepta trepar a un descapotab­le para recorrer el país lanzando su propia candidatur­a. En suma, en toda la conversión progresist­a, con la lucidez de un nuevo ideario y en el gesto más apto para el proselitis­mo, acercándos­e a Luther King y al voto afroameric­ano. La guerra fría son los años de Vietnam pero también los del conflicto racial y el arrebato de protesta que consiguió desmantela­r el apartheid, esa otra ruidosa guerra fronteras adentro.

El director cuenta con el testimonio de quienes asistieron a Robert Kennedy, de apenas 42 años , en el momento de ser baleado. Lo sigue hasta el mismo Ambassador Hotel, en Los Angeles, donde lo encontrarí­an los disparos de un desquiciad­o sorprenden­temente actual, en quien el pasado parece volver a recargar su continuo de esperanza y lucha.

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Wormwood. El actor Peter Sarsgaard interpreta a Olson.

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