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Los zapatos usados de Mirtha son más baratos que los de Susana... Roccasalvo

Dos horas y pico en la Feria de los Artistas

- Hernán Firpo hfirpo@clarin.com

El misterio de las cosas que se repiten y las que son únicas. Eso es lo que se puede ver entre los escaparate­s de La Feria de los Artistas que, hasta el 10 de agosto, funcionará en la Casa del Teatro (Santa Fe 1243). Son sacos vintage, sombreros, camisas, zapatos. Pero son zapatos de Marcelo Tinelli, de Mirtha Legrand, trajes de María Martha Serra Lima, una piel de faisán de Moria... “No, no es de Moria, es de Ethel Rojo”, corrige José Terceiro, coreógrafo devenido tasador oficial de prendas célebres y actual encargado de bajarle el martillo a cada cosa que se vende. Todas donaciones. Las de Tinelli, avisan, están “casi agotadas”. ¿Tinelli sigue estando de moda? Puede ser, pero todo lo que pasa entre estas cuatro paredes es mérito del coreógrafo mercantil que vende las prendas de vestir “a precios más que accesibles” y ahora mismo, “disculpame”, pide un minuto porque las ventas telefónica­s de la feria también son un boom.

Llama un misionero –de Misiones- y pide que le guarden algo del conductor del Bailando... Tinelli sigue estando de moda. “Marcelo calza 45”, se escucha de este lado de la línea. “Mil pesos... sí, sí. Mil pesos, un regalo... Le estoy hablando de zapatos importados y prácticame­nte nuevos... Ajá... Ajá, Listo... Pero mañana. Mañana tiene que ser. Las reservas duran sólo 24 horas”. Terceiro suena mitad enfático, mitad expeditivo.

¿Y eso? “Botas bucaneras de Susana Giménez”

¿Y eso? “De Katja Alemann”, y señala unos vestidos tamaño estatua viviente.

Las cosas están ordenadas de la siguiente manera: ropa de calle, vestidos de fiesta, blusas, adornos, ropa teatral, carteras, joyas de la abuela Mirtha Legrand. Cierto es que también hay mucha indumentar­ia NN que es tan o más linda que la de los famosos. La diferencia se da en que la ropa de celebridad­es parece nueva versus algún gamulán típico de feria americana.

-La feria multitidin­aria dura hasta el 30 de agosto -nos explica Terceiro.

-¿Por qué lo de “multitudin­aria”?

-Porque hay otra, la feria boutique, que está funcionado todo el año.

-Hay remeras de 50 pesos...

-Sí, algunas cosas son realmente un regalo.

¿Habrá alguna de Nico Cabré?

-El artista, por lo general, no dona remeras. Hay mucha generosida­d de parte de los artistas y eso se nota en ropa de alta costura de diseñadore­s tales como Jorge Ibañez o Cossano...

“¡¡Hola!!”

La señora presidenta de la Casa del Teatro, la actriz Linda Peretz, aparece por una puerta cuyo marco la hace parecida a un Renoir.

“Natalia Oreiro es de donarnos mucha ropa de su local y, bueno, yo también he donado ves-

tuario de La Flaca Escopeta”. Dice.

Una antigua superstici­ón artística indica que algunas existencia­s vulgares pueden transforma­rse en brillantes apariencia­s. A medida que la informació­n y los nombres van llegando –las camisas de Olmedo-, Terceiro va logrando convertir la romería en una auténtica feria de vanidades.

-Linda, disculpame, ¿vos decís que esto es de María Martha Serra Lima? -Sí. -¿Y cómo creerte? -Bueno, por el tamaño...

La nómina de celebridad­es que regaló ropa es larga: Arnaldo André, Graciela Dufau, Flor de la V, Mercedes Sosa, Natalia Oreiro, Martín Bossi, etc. Linda Peretz comenta que hay una cigarrera de Gardel, pero cuando preguntás cuánto, te explica que ciertos objetos no están a la venta.

-¿Cada vez que la colonia artística quiere desprender­se de algo de su vestuario viene a la Casa del Teatro? -Por lo general, es así -dice Terceiro-. Es una costumbre que fue pasando de generación en generación.

Alguien supone que estos zapatos de Tinelli son de la época en que Marcelo se comía tres afajores juntos de un solo bocado. Olga, una de las encargadas de la feria, nos comenta que a ella la llamó Guillermin­a Valdes, actual mujer del conductor, y le comentó que tenía decenas de pares esperándol­a. Olga fue a su encuentro. De Katja Alemann muestran ropa de calle. Nada que fije testimonio sobre la amazona que circulaba semivestid­a por Cemento en los dorados ‘80. El juego de Cenicienta se practica con revancha en la Feria de los Artistas. -Ay, no me entran... Se ve que a la señora no le van los zapatos de una actriz de telenovela, pero el trajecito rosa rococó rosado de Mirtha le queda precioso. Terceiro se encarga de comunicárs­elo con una sonrisa y delante de los potenciale­s clientes explica que él pone los precios de acuerdo a lo que le parece más convenient­e. Cuando le pedís que te lo explique un poco mejor, no da muchas vueltas: “Sentido común. Una especie de fórmula que acompaño con una rutina. Yo llevo años y años mirando vidrieras y precios. Este trajecito de Mirtha cuesta 6.000 pesos. Vendí tres del mismo estilo. Es usado, pero es de Mirtha. Con esto quiero decirte que debe tener apenas un uso”.

En la larga broma de vivir, la Casa del Teatro alberga, actualment­e, a 35 personas del ambiente artístico.

-¿Algún conocido?

-Depende.

Todos están del quinto piso para arriba. La ubicación de la Casa del Teatro es magnífica. Avenida Santa Fe, a metros de la 9 de Julio.

-Terceiro, ya que estamos, ¿usted no sabe por qué Pinky y Cacho Fontana eligieron otro geriátrico?

-¡Esto no es un geriátrico! Para estar acá tenés que ser autovalido, o sea, debés moverte por tus propios medios...

-Pero ellos se mueven por sus propios medios...

-No sabría decirte. Cada uno tiene sus propias necedidade­s.

Terceiro se ocupa de ponerle el nombre a la indumentar­ia de los conocidos. Es la persona ideal para este trabajo porque no tiene fetiches desmedidos ni se deja encandilar por la emoción de los dueños.

-¿Nunca dijiste: “Uh, ese saco lo usó...”?

-Lo que me marcó un poco fueron las blusas de Miguel de Molina. De eso me acuerdo muy bien. Hace años me las trajo un donante anónimo y ya se vendieron. Ah... y la chaqueta de Julio Bocca, de un Julio joven que había ganado un concurso en Rusia muy al principio de su carrera. Pero cuando puse un poco caras las camisas del Negro Olmedo, teniendo en cuenta al personaje, no pasó nada y eso me dio la pauta de que esto no es Estados Unidos, donde una bombacha de la Monroe puede valer una fortuna”.

La ropa de de las grandes figuras se manda a buscar. Disposició­n de Linda Peretz.

¿Y estos zapatitos? “Los donó Susana Roccasalvo”. ¡Qué chiquitos! “Calza 35”. ¿Cuánto cuestan? “Ochociento­s pesos”. ¿Y los verdes? “Los verdes son de Mirtha”. Lindos, ¿marca? “Graciel. Mirtha calza 37”. Valor: $ 600.

Conclusión al paso: los zapatos usados de Mirtha son más baratos que los de Susana... Roccasalvo.

Linda Peretz: “Lo que se recauda en las sucesivas ferias sirve para que se les dé almuerzo, cena, enfermeras y psicólogos a la gente que vive acá. Nos estaría faltando un psiquiatra, pero no nos alcanzan los fondos...”

Terceiro: “Yo no advierto ninguna clase de coleccioni­smo entre la clientela habitual. La persona que se compró los trajecitos de Mirtha, por ejemplo, segurament­e vaya a una fiesta y, como mucho, cuente a quién perteneció”.

Muchas modas empezaron porque algunas personalid­ades notables, más que mostrar, deseaban ocultar. Así nació la peluca para cubrir la prematura calvicie de Luis Xlll. Junto al pelo, los huesos y los dientes, habrá vestuarios que también nos sobrevivir­án.

Dicho esto, los zapatos de Tinelli son introducid­os en una caja con absoluto cuidado. Faltaría la etiqueta que diga “Frágil”.

 ?? DIEGO DÍAZ ?? El calzado de la discordia. José Terceiro, coreógrafo devenido tasador de prendas célebres, muestra los zapatos de Roccasalvo.
DIEGO DÍAZ El calzado de la discordia. José Terceiro, coreógrafo devenido tasador de prendas célebres, muestra los zapatos de Roccasalvo.

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